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Podemos en la política valenciana: la trituradora de liderazgos

Fabiola Meco, Antonio Estañ, Antonio Montiel y Pilar Lima en la II Asamblea Ciudadana de Podem.

Laura Martínez

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La política es una profesión de alto riesgo. Y en algunas formaciones, notablemente más alto. Desde su fundación en la Comunitat Valenciana, en la primavera de 2014, Podemos ha pasado por dos asambleas ciudadanas para elegir el Consejo Ciudadano -el órgano ejecutivo- y la secretaría general.

La III Asamblea Ciudadana de Podemos se celebrará en mayo, una vez superado el tercer Vistalegre estatal y vendrá, como en cada edición, con tensiones internas. Superado el debate de pablismo y errejonismo, la pugna viene por ver quién llegará al poder. Tras años de batallas internas, aireadas por la propia formación en redes sociales y medios de comunicación, los diputados y miembros del consejo ciudadano afines a la portavoz parlamentaria, Naiara Davó, y al vicepresidente segundo de la Generalitat, Rubén Martínez Dalmau, trabajaban en una candidatura que aunase todas las sensibilidades y un proyecto sin fisuras.

La pretensión del tándem de dirigientes se vio truncada el pasado lunes con el anuncio de Pilar Lima, identificada como rostro del pablismo en Valencia, de dar un paso al frente y optar a liderar la formación en la comunidad autónoma. La decisión de la diputada y exsenadora, que ya optó a la secretaría general en la II Asamblea autonómica, dificulta la candidatura de consenso, aunque Lima mantiene la puerta abierta a todo aquel que quiera sumarse para construir “un Podem más fuerte”, recuperar la sintonía con las bases y reforzar la acción del Gobierno central, al que Unidas Podemos acaba de incorporarse. Lima tiene mucha fuerza entre las bases de Podemos, que la han aupado en distintos procesos internos, y su candidatura consiguió el 32% de los votos en la última Asamblea.

Pero la diputada y exsenadora, de talante beligerante, no siempre ha sido el rostro de Iglesias en el territorio valenciano. Davó y quienes trabajan la candidatura alternativa, como el equipo de Dalmau, también han integrado los proyectos avalados por el secretario general. Hasta el defenestrado Antonio Montiel fue etiquetado como el candidato 'pablista' en 2015, en el primer cónclave de la formación.

Antonio Montiel, de 'pablista' a disidente

La primera asamblea de Podem se celebró después de las elecciones europeas. Pasado el terremoto, que disparó a la formación en el Parlamento Europeo y le dio notoriedad en el Estado, con 1,2 millones de votos, la maquinaria autonómica se puso en marcha. La formación de los círculos escogió a Antonio Montiel, activista y profesor universitario, como secretario general en la Comunitat Valenciana en febrero de 2015 con el aval del 55% de los afines. Montiel era por aquel entonces el candidato avalado por Pablo Iglesias y contra su equipo concurrían cinco candidaturas: Ahora Podemos (Mario Cánovas); Som Poble, Podem (Ricardo Cano); Entre tots Podem (José María Copete); Empleados Públicos (Carmina Ochando) y Junts si Podem (Enrique Picot). Ninguno de sus rivales ha ocupado cargos de relevancia posteriormente. 

Meses después llegaron las elecciones autonómicas, la mayoría de izquierdas en el parlamento valenciano y el Gobierno del Pacto del Botánico, surgido de esa mayoría, en la Generalitat Valenciana. La gran decisión de Montiel fue si Podemos, imprescindible para la formación del Ejecutivo, entraría a formar parte o no. La opción, de sobra conocida, le valió críticas durante los cuatro años siguientes; ser la pata entre la calle y las instituciones no salió como él esperaba. Durante la legislatura en la que fue también portavoz parlamentario comenzaron a evidenciarse las fisuras en la formación morada, siguiendo la línea estatal. Las diferencias entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias tenían sus réplicas en los territorios.

Montiel llegó a la Asamblea siguiente, en la primavera de 2017, profundamente dañado. El debate por el liderazgo escondía en realidad un debate sobre la autonomía de Podem respecto a Podemos y las críticas internas le hicieron dar un paso atrás. Montiel hacía tiempo que había dejado de ser afín al proyecto de Pablo Iglesias, llegando a calificar sus formas como las propias de Sadam Hussein o Franco, y en la formación morada, aún huyendo de la dicotomía errejonismo/pablismo para definir sus corrientes internas, se habían articulado varios movimientos.

La diputada Sandra Mínguez, destituida de la Ejecutiva, o los Anticapitalistas de Daniel Geffner comenzaron a tejer candidaturas que se tradujeron en la victoria de Antonio Estañ. Poco antes del proceso de primarias, el 'pablismo' emergió con la candidatura de Lima, en la que figuraba también Davó, muy severa con la dirección autonómica del partido y con su actitud respecto a los socios de Gobierno. Montiel no se presentó pero avaló la candidatura de la diputada Fabiola Meco, que cosechó un 24% de los apoyos.

Antonio Estañ y las turbulencias internas

Tras la tensión vivida en la II Asamblea, Antonio Estañ se convirtió en el secretario general y portavoz parlamentario en las Corts Valencianes con la oposición de la mitad del consejo ciudadano (cosechó el 40% de los apoyos). Su candidatura se llevó la victoria por ser capaz de integrar más sensibilidades que las restantes, pero aún estaba en un grupo parlamentario que no controlaba del todo, con declaraciones de su antecesor que lo desestabilizaban y movimientos internos nada fáciles de sortear. Además, los numerosos procesos electorales de los últimos dos años contriubuyeron a desestabilizar al dirigente.

En septiembre, inicio del curso político, tuvo que cambiar de rumbo y asumir la portavocía por la marcha de Sandra Mínguez -su número 2-, pero mantuvo la portavocía coral a nivel orgánico, con Pilar Lima, Àngela Ballester y Fabiola Meco en los puestos de relevancia.

En febrero de 2019, un mes después de la marcha de Errejón, Montiel abandonó la formación con un reproche duro: “El partido no ha estado a la altura”. A los cinco meses, ya en el mes de julio, Estañ anunció la convocatoria de una Asamblea sin fecha -pendiente de la autorización Estatal y de los procesos electorales-. Dimitió formalmente en noviembre, con Podemos en Valencia desaparecido en las elecciones municipales, pero con un vicepresidente en el Gobierno autonómico.

Desde el anuncio de su marcha, las corrientes trabajan en un proceso interno menos agresivo, conscientes de la mala percepción que tiene la militancia de las broncas y de la oportunidad que implica estar en el Gobierno central y autonómico. El día siguiente al anuncio de Lima, los despachos y los grupos de Telegram de Podemos echaban humo. Los dirigentes aún confían en llegar a un acuerdo.

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