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El transporte público urbano el día después del confinamiento: “No somos viables con medidas de distanciamiento social”

Una pasajera sale del metro con mascarilla y en un vagón casi vacío.

Sergi Pitarch

Valencia —

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Los gestores del transporte público en España están preocupados ante el nuevo paradigma que se producirá tras la salida de la crisis del coronavirus. Las administraciones preparan ya el desescalamiento y en todas las iniciativas que surgen del Gobierno de España el “distanciamiento social” será una de las bazas para frenar los contagios tanto en la desescalada como cuando se regrese a la “nueva normalidad”, en palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Esta distancia física que se plantea desde las administraciones es, según los gestores de los servicios de transporte público, “inviable” para estas empresas. Los expertos lamentan que el Gobierno de España no les consulte cuando toma sus decisiones sobre movilidad y advierten de que el metro y los autobuses urbanos no pueden funcionar de manera al 30% de su capacidad durante mucho tiempo. “Será una ruina y el cierre de las empresas”, plantean.

Además, los expertos alertan de que esa obligatoria reeducción en el uso del transporte público disparará la utilización del vehículo privado, con el incremento de la contaminación, y generará desigualdades: “Hay trabajadores que solo tienen el transporte público como manera de llegar a su puesto de trabajo”, apuntan.

La Asociación Internacional de Transporte Público (UITP, en sus siglas en francés) ha celebrado este miércoles una reunión entre gestores de cuatro ciudades importantes españolas. Pere Calvet, presidente de la UITP y director general de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya; Josep Enric Garcia, director gerente de la EMT de València; Susana Palomino, responsable de Marketing y Comunicación del Metro de Bilbao y Andrés Muñoz, director gerente del Metropolitano de Tenerife.

La limitación de la movilidad primero, seguida del cierre de la actividad escolar y el posterior decreto del estado de alarma, hundieron el número de viajeros entre el 85% y el 93% en todos los transportes públicos. Con la apertura, la demanda va aumentando, pero todos siguen funionando como máximo al 50% de su capacidad. La desescalda y la posterior aplicación del distanciamiento social pueden herir de muerte a unos servicios públicos que en estos momentos ya están perdiendo grandes cantidades de dinero. En la vista de todos estos gestores, este gráfico de la movilidad en la ciudad china de Shenzhen en su vuelta a la normalidad.

“Con limitaciones de ocupación podremos tener problemas cuando se incremente la demanda”, explica Josep Enric Garcia, gerente de la Empresa Municipal de Transporte de València. La EMT de València calcula que con un distanciamiento social como se está planteando en el debate público sus autobuses podrían perder entre 19 millones y 53 millones de pajeros al año. Garcia vaticina que algunos de esos usuarios podrían optar por el transporte privado por lo que “se podría disparar la contaminación”. Además, augura que con esta caída de la capacidad la ciudad podría “colapsar” económicamente, al ser imposible la llegada de mucha gente a su puesto de trabajo.

“Antes de la crisis transportábamos a 300.000 viajeros al día. Estamos ahora en 42.000. El 4 de mayo estimamos una reactivación de la demanda y a partir del 11 de mayo podríamos llegar a los 100.000 viajeros. Pero si se impone el metro de distancia entre personas, el máximo que el metro de Bilbao puede transportar son 83.600 pasajeros”, calcula Susana Palomino.

Dionisio González, Director de Advocacy de la UITP, moderador en la sesión, continuaba: “Vamos a presentar un informe que concluye que mantener la distancia sanitaria es imposible” e “inviable operativa y económicamente” para las ciudades y el futuro del sector. Propondremos que se relaje ese distanciamiento social y se imponga el uso obligatorio de mascarillas en los espacios públicos concurridos, como ya se hace en muchas partes del mundo“.

“Si los transporte masivos en Europa trabajan con una media de 4 pasajeros por metro cuadrado, plantear un escenario de 0,5 usuarios por metro es inviable. Las medidas de alejamiento no son viables, pero sí las de protección”, plantea Andrés Muñoz, director gerente del Metropolitano de Tenerife, quien señala una variable socioeconómica que el Gobierno de España debería tener en cuenta: “Muchos de nuestros clientes son cautivos que no tienen otra manera de ir a su puesto de trabajo para ganarse la vida. ¿Este distanciamiento se aplicará a los aviones, a los coches? Espero que impere la razón y podamos continuar con el servicio”.

Pere Calvet, presidente de la UITP y director general de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, alerta de que las grandes capitales del mundo “no podrán servir a la economía si el transporte público no está preparado”. “El transporte público vuelve a tener una proximidad física o no sirve. Ni técnica ni económicamente. No hay salida. Y nuestras ciudades sin el transporte público colapsan”, se lamenta Calvet.

Los cuatro interlocutores echan de menos que el Gobierno de España les consulte para tomar sus decisiones y muestran su extrema preocupación por un recorte obligatorio del número de pasajeros sin tener en cuenta sus números. “Se han publicado decretos en domingo por la noche para ponerlos en marcha el lunes”, se lamenta el gerente del Metropolitano de Tenerife.

“En la desescalada nacional, el escenario está poco claro, por no decir nada claro. El Gobierno no transmite un plan claro para podernos coordinar y dar cumplimiento a ese plan. Un ejemplo, aquí llevamos años luchando por evitar el fraude y de un día para otro se decide que el transporte es gratuito”, expone Muñoz respecto a su experiencia en Tenerife.

¿Carnés de inmunidad?

A Pere Calvet le preocupa qué papel van a tener las empresas públicas en el control del virus y los pasajeros. “Nuestro personal no tiene funciones de policía”, afirma. Por su parte, Muñoz plantea que técnicamente estarían preparados para hacer carnés de inmunidad y controlar los accesos, pero ve “problemas de voluntariedad y un conflicto de derechos”. “No podemos controlar a la población como en China”, afirma.

Josep Enric Garcia, de la EMT de València, recuerda que la crisis ayudará a acelerar procesos de cambio como la eliminación del dinero en efectivo. “Nosotros trabajamos en la eliminación del cash, un 10% seguía pagando en monedas”, advierte. “Habrá que implementar sistemas de pago alternativos”. Garcia asegura que se van a aumentar los desplazamientos a pie y en bicicleta. “La alternativa no puede ser el vehículo privado. El transporte público debe continuar siendo el motor de la movilidad en nuestras ciudades”, sentencia.

El gerente de la EMT valenciana propone que los gestores del transporte público urbano deben “combatir el miedo”. “Deberá haber campañas de sensibilización al respecto y una ley de financiación del transporte público por parte del Congreso. Si no lo hacen tendremos problemas muy graves en el futuro”.

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