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Conectados a la competición

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José Mª Serra Cabrera / José Mª Serra

Aunque la Liga de fútbol española todavía se resista a la tecnología, visto lo visto en el partido que disputó el Betis ante el Barcelona hace una semana en el Benito Villamarín, nadie duda de que algún día se disputará un Roland Garrós sin jueces de línea o un mundial de fútbol sin linieres. Todo porque las nuevas tecnologías han llegado al deporte para quedarse y ocupar su espacio. De eso no hay duda. Aunque ahora se frene o se quiera evitar por motivos diversos, poco a poco irán dando soluciones a muchas necesidades de los deportistas y del propio deporte.

Internet de las cosas, llamado técnicamente IOT (Internet of Things) es la denominación que se ha puesto a esos objetos que de una forma u otra están conectados a internet y envían datos, ya sea para su análisis inmediato o para generar información que ayude a posteriores estudios o toma de decisiones.

El deporte ya tiene su IOT. Relojes que dan información exacta de toda la actividad física y, además, la analiza y aconseja; prendas de ropa que permiten analizar los movimientos por el campo de los jugadores; raquetas de tenis que estudian los movimientos de la muñeca para su análisis y mejora, o bicicletas conectadas al equipo para optimizar el rendimiento en base al esfuerzo de cada momento. Y, como estos, muchos más ejemplos que ya están en el deporte para quedarse.

Millones de dispositivos

Se prevé que IOT tendrá de cinco a diez veces más impacto en la sociedad que el que tuvo internet. Estos datos muestran la evidencia del inevitable cambio que va a transformar muchas facetas del deporte: aunque se piense que ya hay muchas cosas conectadas, un estudio reciente de la firma Cisco afirma que el 99,94% de los elementos potencialmente conectables están actualmente offline. En el mismo informe se estima que en año 2020 habrá 50 mil millones de dispositivos conectados y que por cada habitante seis dispositivos conectados a internet.

En la década de los ochenta apareció la famosa moviola, y eso llevó a los interminables debates, vigentes hoy en día más que nunca, pero ahora, además, con una moviola sofisticada, en tres dimensiones, con todos ángulos de vista, incluido el ojo de halcón, y con la precisión milimétrica del contacto o de la posición del jugador. Y aun así hay polémica en los  países o torneos donde se aplica.

¿Y por qué en el tenis se sigue contando con los jueces de línea? Si ya se sabe que no son necesarios, ¿por qué están? ¿Y el juez de silla? Pero si la pelota da todos los datos, ¿no pueden jugar sin esas figuras?

Y el famoso “ojo de halcón” ¿a quién quieren engañar? Si el balón puede dar todos los datos en tiempo real, ¿para qué se utiliza una tecnología que ya es obsoleta?

La respuesta es obvia, las dudas venden, el público compra polémica, se consumen debates. Basta comprobar el gol clarísimo del pasado domingo en el campo del Betis. Pero si se acaban los debates el deporte puede que ya no sea lo mismo, podría perder ese carisma que, por ejemplo, está perdiendo la Formula 1, que ya no es un deporte, es un espectáculo, es un “circo conectado”.

¿Llegarán los demás deportes a ese punto? ¿Es por eso que se frena ese avance? ¿O existen otros intereses? Muchas preguntas justo cuando el Internet de las cosas ha llegado al deporte para quedarse. ¿Alguien lo duda?

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