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El bloqueo de Italia a las ONG de rescate llega al cielo: las autoridades impiden despegar a dos avionetas que avistan pateras en peligro

Desde la avioneta Moonbird veían la barca con impotencia: estaban en riesgo y nadie acudía a su rescate a pesar de tener la localización exacta.

Icíar Gutiérrez

Son los ojos del Mediterráneo central. Sobrevuelan sus inmensas aguas en busca de pequeñas embarcaciones en peligro. Cuando las detectan, envían de inmediato el aviso y las coordenadas a los barcos en la zona para que acudan a su rescate. Desde el aire, son testigos de botes que se hunden y alzan la voz cuando la ayuda llega demasiado tarde, cuando no responden a sus llamadas de auxilio o cuando los supervivientes son devueltos a Libia. Ahora, también se enfrentan al bloqueo en Italia. Las autoridades del país han impedido despegar a las avionetas Moonbird y Colibrí, operadas por las ONG Sea Watch y Pilotes Volontaires, respectivamente.

El Ente Nacional para la Aviación Civil (ENAC) ha alegado para ello que no cuentan con permiso para llevar a cabo operaciones de búsqueda y rescate. “La ENAC no ha autorizado los vuelos del Moonbird y el Colibrí porque, debido a las normas internacionales de aviación, estas aeronaves solo podían utilizarse para actividades recreativas”, han indicado a eldiario.es desde el órgano encargado de la regulación técnica, certificación y vigilancia del sector de la aviación civil en Italia.

Técnicos de la ENAR han explicado a La Repubblica que el Colibrí “no es una aeronave certificada según normas de seguridad reconocidas y tiene un permiso especial de vuelo que no goza de reconocimiento para realizar operaciones en alta mar. Las operaciones de búsqueda y salvamento son operaciones profesionales que requieren un régimen de autorización que no es compatible con las aeronaves aficionadas”.

Fuentes de la ONG alemana Sea Watch han confirmado a este medio que la avioneta Moonbird no tiene permiso para aterrizar ni despegar desde el aeropuerto de la isla siciliana de Lampedusa. “Las razones son políticas, nuestra misión está en regla con las normas internacionales e italianas”, recalca el portavoz de la organización, Ruben Neugebauer en una conversación telefónica. En la misma línea se ha expresado Giorgia Linardi, de Sea Watch Italia, que ha asegurado en Twitter que se trata de “otro abuso de autoridad”. “Porque incluso en el cielo nuestros ojos son molestos. Vamos a llegar hasta el final”, ha dicho Linardi. De momento, la organización no ha especificado qué pasos va a seguir a partir de ahora.

El avión ligero Colibrí, de la organización francesa Pilotes Volontaires, tampoco ha recibido la autorización para despegar desde Lampedusa. Italia les ha prohibido volar desde el 30 de julio, según explica la asociación en un comunicado. “Desde esa fecha, hemos venido haciendo valer nuestros derechos ante la administración italiana en vano, alegando todos los textos y normas que invalidan los argumentos en contra de la ENAC”, señalan.

“Mientras no ejerzamos una actividad profesional, como es este caso, se nos debería permitir volar sobre y desde Italia con un avión con matrícula francesa”, responde José Benavente Fuentes, fundador de la ONG, a eldiario.es. En estos momentos, explica, se encuentran a la espera de una respuesta de las autoridades italianas. Mientras tanto, asegura que están intentando buscando otra aeronave con la que operar. “Esperamos poder volver a volar rápidamente en un contexto particularmente dramático con cientos de náufragos y ahogados”.

No es la primera vez que las operaciones de estas aeronaves humanitarias se topan con trabas. Poco después del primer cierre de puertos italianos en junio de 2018, las autoridades maltesas impidieron formalmente volar al Moonbird desde el aeropuerto en La Valeta. Más de tres meses después, Sea Watch logró retomar su misión de reconocimiento aéreo desde una nueva base operativa que no precisó.

Junto a la organización Swiss Humanitarian Pilots Initiative (HPI) y con el apoyo de la Iglesia Protestante de Alemania, la organización de salvamento opera la avioneta, del tipo Cirrus SR22, desde 2017. En ocasiones han llegado a apoyar el rescate de más de 1.000 personas a la semana, detallan desde Sea Watch. Por su parte, la asociación Pilotes Volontaires lleva sobrevolando aguas del Mediterráneo central desde el verano de 2018. En total, han llevado a cabo 82 misiones. En 15 meses han avistado 71 embarcaciones y estiman que pidieron ayuda para casi 6.000 náufragos.

El Moonbird y el Colibrí son considerados la flota aérea de la sociedad civil en el mar. Su intención, insisten, siempre ha sido identificar con mayor rapidez las frágiles embarcaciones en las que muchas personas arriesgan su vida para intentar llegar a las costas europeas. El objetivo es activar lo antes posible, con su sistema de alertas, los medios para su rescate en el mar, cada vez menores. Desde el cielo, el campo de visión se amplía y la velocidad de estas aeronaves es diez veces mayor a la de un barco, explica Pilotes Volontaires.

También persiguen mejorar la coordinación entre las ONG en el mar y documentar violaciones de derechos humanos. El pasado abril, por ejemplo, la tripulación del Moonbird comprobó cómo Libia, Italia y barcos mercantes ignoraron durante 14 horas la alerta de una patera con 20 migrantes en peligro.

Acnur: “Las restricciones a las ONG deben cesar”

El bloqueo de Italia a las avionetas humanitarias se une a las trabas impuestas a los barcos de las ONG, lo que ha despertado las críticas del portavoz de Acnur para África, el Mediterráneo y Libia, Charlie Yaxley. “Deben cesar las restricciones legales y operativas que se imponen a las ONG que desean realizar actividades de búsqueda y rescate, tanto en tierra como en el mar. Los Estados costeros deberían facilitar, no impedir, los esfuerzos de los voluntarios para reducir las muertes en el mar”, ha dicho en Twitter sobre la decisión de impedir los vuelos del Moonbird y el Colibrí.

Este martes, al menos 40 personas perdieron la vida en un nuevo naufragio frente a las costas de Libia, según han documentado varias agencias de Naciones Unidas. Tras la nueva tragedia, Acnur exigió “un aumento urgente de la capacidad de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central, incluido el levantamiento de las restricciones a las embarcaciones de las ONG”.

Estas trabas políticas y administrativas han forzado a los barcos humanitarios de salvamento a alejarse de la zona de rescate durante días, algunos bloqueados en puerto, otros obligados a abandonar sus actividades, desalentados por el aumento las restricciones. Cuando no están, apenas quedan manos que rescaten.

En estos momentos, el buque Eleonore, de la ONG alemana Mission Lifeline, espera puerto seguro con 100 rescatados a bordo, pero el ministro del Interior italiano ha ordenado la prohibición de entrada en aguas territoriales al barco humanitario y Malta ha rechazado su solicitud de puerto seguro. Lo mismo ha ocurrido este miércoles con la ONG italiana Mediterranean Saving Humans, que ha socorrido a cerca de 100 migrantes. De momento, tampoco tienen permiso para desembarcar.

En lo que va de año, y sin contar con los últimos fallecidos, al menos 594 personas han muerto en su intento de alcanzar las costas europeas en la ruta marítima que une Italia y Libia, la más mortífera del mundo. Organismos especializados y ONG exigen la apertura de vías legales y segura de entrada a Europa, para que quienes huyen de la violencia o de la miseria puedan migrar sin necesidad de arriesgar sus vidas en el mar.

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