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Volker Beck, el diputado que ha estrenado el matrimonio homosexual en Alemania

"Cuando no se reconoce a un ser humano un derecho, no se respeta su dignidad", dice Beck, tras ser una de las primeras personas en casarse tras la aprobación del matrimonio igualitario en Alemania.

Aldo Mas

Berlín (Alemania) —

El mismo día en que el Bundestag aprobaba el matrimonio homosexual en Alemania, el pasado 30 de junio, el diputado ecologista Volker Beck pedía cita para poder casarse en el Ayuntamiento del distrito berlinés de Friedrichshein-Kreuzberg, en el centro de Berlín. Beck, conocida figura política de la comunidad gay alemana, quería ser el primero en casarse con su pareja.

Por eso logró contraer matrimonio el pasado primero de octubre. Ese fue el primer día de aplicación de la ley sobre el matrimonio homosexual, que tantos años de batalla política ha costado a Beck. La adopción de la nueva ley sobre el matrimonio en Alemania se considera, de hecho, una “obra” Beck.

Han pasado unas semanas desde que se casara. “Nuestra boda fue, por nuestra parte, un acto alegre, y el funcionario que se ocupó de hacerla realidad se esforzó en que así lo fuera también. Pero la ceremonia se hizo respetando los estándares alemanes, reduciendo mucho el lado emocional”, cuenta Beck en su despacho berlinés.

“Hay que presentar un montón de documentos, que han de ser registrados, probados, pagar los costes, al final, es un acto burocrático. Estamos hablando de la fundación de nuevos vínculos y responsabilidades, frente al Estado, entre dos personas”, añade.

Beck es muy consciente de la importancia de poder casarse en materia de derechos humanos. Él ha estado luchando décadas por la igualdad de derechos entre parejas heterosexuales y las del mismo sexo. “En la Declaración Universal de Derechos Humanos se lee: 'todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos'”, recuerda. “Cuando no se reconoce a un ser humano un derecho, no se respeta su dignidad”, abunda. Para él, ahí está la importancia de la reciente apertura a todos del matrimonio en Alemania.

Clave en ese exitoso proceso es el trabajo que ha llevado a cabo este veterano político ecologista nacido en Stuttgart hace 56 años. En el Bundestag, Beck ha ocupado un escaño casi un cuarto de siglo. Ha sido diputado de Los Verdes 23 años.

Beck no se presentó este año como candidato a renovar su escaño. Por motivos técnicos, aún visita la Cámara Baja. Las elecciones legislativas del pasado 24 de septiembre aún están muy recientes y todo está preparándose aún para el inicio de la próxima legislatura.

En los años noventa, Beck ya estuvo animando el debate político alemán lanzando la cuestión del matrimonio homosexual. Un artículo suyo firmado en el diario izquierdista alemán Tageszeitung con fecha de 24 de junio de 1989 pasa por ser un documento histórico en el que se pedía por primera vez a las claras, entre otras cosas, el “reconocimiento de las uniones civiles entre gays y lesbianas”.

“Con ese artículo se abrió el debate en Alemania, pero también escribí el primero de los documentos de estrategia política para un partido sobre la cuestión en los años noventa”, recuerda Beck. “Entonces pensábamos que podríamos lograr la igualdad de derechos. Pero tal vez esa estimación era demasiado optimista”, agrega.

La unión civil, una solución provisional

Desde la publicación de aquel artículo en el Tageszeitung hasta que viera la luz lo que en Alemania se llama “unión civil”, algo similar a las “parejas de hecho” en España, hubo que esperar. La unión civil fue introducida en Alemania en el año 2001, en el último tramo de la primera legislatura del Gobierno de socialdemócratas y Los Verdes que liderara Gerhard Schröder.

“La unión civil para nosotros, especialmente para Los Verdes, que la hicimos posible en los días en el Gobierno con el canciller Schröder, fue una suerte de solución provisional tecnológica en nuestra lucha por la igualdad de derechos. Nos permitía llevar una vida normal”, comenta.

“Resolvía cuestiones existenciales, porque facilitaba que la persona a la que uno se unía civilmente, en caso de ser extranjera, pudiera venir a Alemania sin problemas para vivir”, dice Beck. Él tuvo como pareja durante diecisiete años a Jacques Teyssier, activista franco-alemán del colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT) fallecido en 2009.

Desde el pasado uno de octubre, el marido de Beck es el arquitecto Adrian Petkov. Las imágenes de la pareja ocuparon gran protagonismo en los medios de comunicación germanos el pasado 1-O, antes de que el foco internacional estuviera puesto en Catalunya.

“Fuimos los primeros en casarnos en el Ayuntamiento de Friedrichshein-Kreuzberg. Lo hice en la misma mañana en que se casaron las primeras parejas homosexuales de Alemania, una en el distrito berlinés de Schöneberg y la otra en Renania del Norte-Westfalia”, cuenta. “Yo me casé a las 10:00, ellos lo hicieron algo antes, a las 9:15 y 9:30”, precisa.

A la salida del Ayuntamiento Beck y a Petkov recibían en sus emocionados rostros puñados de confeti. También el día de la aprobación de la ley en el Bundestag hubo confeti alrededor de Beck. En la celebración, la lideresa de Los Verdes, Katrin Görin-Eckart, le agradecía a Beck su labor en favor de la reforma. Esta era, según Görin-Eckart, “la obra” de Beck, el resultado “de una vida de trabajo”.

En aquella votación, la canciller Angela Merkel dio a su Unión Cristiano Demócrata (CDU) libertad de voto. Hasta 75 diputados de su partidos votaron 'sí' a la nueva Ley. La jefa del Gobierno alemán votó en contra.

El bloqueo de Merkel al matrimonio gay

“Si Merkel hizo posible la votación, no fue porque esté convencida de que el 'matrimonio para todos' sea algo bueno”, señala Beck. Alude con esos términos a la expresión alemana con la que se ha popularizado la ampliación del matrimonio al colectivo homosexual que plantea la nueva ley.

“Merkel está en contra del matrimonio homosexual sin tener realmente razones en contra. Cuando se explica dice cosas como 'siempre ha sido así' [unión entre una pareja heterosexual] o que la constitución dice que el matrimonio es 'la unión de una mujer y un hombre'”, abunda Beck.

Este político y militante por los derechos del colectivo LBGT estima que Merkel, que sólo facilitó el voto sobre la ley del 'matrimonio para todos' al final de la pasada legislatura, ha “bloqueado” bodas como las que empezaron a celebrarse el pasado primero de octubre. “Lo ha bloqueado durante doce años hasta que un día se dijo: 'ah, me he dado cuenta de que votar la ley no es una cuestión de partidos políticos sino de conciencia”, sostiene Beck en tono crítico.

Según sus cuentas, en la sociedad alemana ya en los años noventa se percibía una ligera mayoría de personas dispuestas a aprobar una ley como la que validó el Bundestag en junio. “La sociedad alemana se ha estado preparando a la aprobación del matrimonio homosexual durante los diez últimos años, en los últimos años la aprobación de la medida en la calle era del 60%, y este año el porcentaje era del 83%”, dice Beck. “En el Bundesrat [el Senado, ndlr.] tuvimos, durante años, una mayoría, igual que en el Bundestag. Pero no se aprobó por razones políticas”, agrega.

AfD y su intención de dividir a la sociedad

Beck no se muestra triunfalista pese al paso histórico para la comunidad gay ocurrido este verano. Para él, lo que empezaba el día de su boda y la de otras tantas parejas homosexuales, es “la época de la aceptación”. Satisfecho por que su país haya dejado atrás la “tolerancia legal” que había hasta ahora pesado sobre las parejas del mismo sexo, Beck es consciente de que la situación política de su país “no es fácil”.

Tras las elecciones del pasado 24 de septiembre, el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha entrado en elBundestag como tercera fuerza política. “AfD es un partido que divide a la sociedad y que presenta al Islam como la mayor amenaza para la comunidad gay”, señala.

Que Alice Weidel, quien liderara al partido ultra en las pasadas elecciones junto a Alexander Gauland, sea lesbiana no sorprende a Beck. “Que sea homosexual en un partido de ultraderecha no es algo nuevo. En los años treinta, entre los nazis, hubo gente homosexual”, asegura. “Pero eso no los convirtió en mejores personas. Eran criminales”, concluye,

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