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Norma Romero Vázquez: “Hay que implicar a los jóvenes en los temas de inmigración”

Las Patronas de Veracruz ayudan a los inmigrantes que cruzan México encima de 'La Bestia'

Carlos Miguélez Monroy

México D.F. - Bogotá - Madrid. Norma Romero Vázquez sigue este itinerario para dar a conocer en España su labor con los migrantes centroamericanos que pasan por México en el tren conocido como La Bestia para llegar hasta Estados Unidos. Forman parte de un grupo de mujeres campesinas conocido como Las Patronas, que desde 1995 reparten agua y comida preparada en 62 albergues en distintos puntos del país por donde pasa el tren. El calor y la humedad en el invernadero de la estación de Atocha no dan tregua al pañuelo de esta patrona, que mantiene su sonrisa y cuenta la labor que, en 2013, les reportó a las Patronas el Premio Nacional de los Derechos Humanos.

Ustedes ayudan a migrantes que vienen desde Centroamérica

Este proyecto fue una invitación a todas las mujeres que estábamos ahí a participar de un proyecto. Empezamos a mirar ese tren, a cuestionarnos quiénes eran, porqué iban ahí, cuál era el motivo de dejar su país, sus costumbres y sus raíces.

¿Quiénes son?

Son hermanos que luchan por una mejor calidad de vida para sus familias, que tienen que dejar su país por falta de oportunidades. Algunos tienen carrera terminada pero no manera de conseguir trabajo, lo que los hace subirse a La Bestia para poder llegar a Estados Unidos, pero tienen que transitar por el territorio mexicano, y no es nada fácil. Buscamos hacer una lucecita que ilumine su camino; damos comida y agua, y apoyamos a estos hermanos para que se recuperen y puedan seguir su camino.

¿De qué países provienen los migrantes centroamericanos que pasan por México?

El 80% son hondureños. El resto son nicaragüenses, de Guatemala y de El Salvador...

¿Qué ha traído a Las Patronas hasta en España?

Nos han invitado organizaciones (entre ellas A Desalambrar y Ayuda en Acción) que están hablando de la inmigración, un tema mundial. En España hemos conocido lo que vive el inmigrante africano, de Bangladesh. Estamos investigando cómo se manejan las leyes, estudiamos las iniciativas. Parece que aquí en Europa hay un retroceso en materia de atención médica para estas personas.

¿Tenías una idea distinta?

Había visitado Inglaterra, estuve en Roma y pude conocer la realidad. Los africanos están muriendo en el mar. Es importante llevar este tema a otros países, hablar, crear conciencia. A veces es una cuestión de discriminación. Estas personas buscan sobrevivir, tener una vida mejor.

¿Por qué es importante que en España y en Europa se conozca lo que ustedes hacen?

Aquí hay organizaciones que están despertando. Así hay que empezar; nosotros empezamos como algo pequeño. Se trata de aportar ideas para ayudar a los inmigrantes.

¿Qué es lo más duro de la realidad con la que trabajan ustedes?

Sabíamos que no iba a ser fácil cuando comenzamos: hay gente que ve mal lo que hacemos, que dicen que somos parte del problema, que estamos haciendo que la gente emigre. Pero el culpable son los gobiernos por no crear las condiciones para evitar que las personas se vayan de su país. Otros dicen que recibimos dinero, que somos parte del gobierno, que la gente nos paga para que les demos de comer. Si ese fuera el caso seríamos 100 personas, no poco más de una decena de mujeres. Lo nuestro es aportar ayuda humanitaria, es amor al prójimo, una forma de pagar lo que se nos ha dado.

¿A qué se debe que sólo sean mujeres?

Las formas de pensar. Hemos batallado contra cierto machismo. A los hombres que se acercan para ayudar se les critica, se dice que la mujer les pega o les obliga, se les llama mandilones (calzonazos). No es así. Lo más importante es sentirte bien como persona, sobre todo aportar.

No rechazan a ningún hombre

Por supuesto que no. Son bienvenidos, pero tienen miedo. Ellos se lo pierden (risas).

¿Qué aportan Las Patronas, además de luz?

También somos una esperanza para ayudar a los jóvenes. Que no lleven una vida tan light, que se preocupen, que dejen de pensar que “no pasa nada”. México puede cambiar siempre y cuando los jóvenes despierten. Es importante invitarlos a que se sumen, que participen, que se comprometan con su país. Hemos hablado con universidades, con sociedad civil. Nos preocupamos como mujeres, como madres, queremos dejarles un mundo que no esté tan jodido. Que por lo menos puedan rescatar algo.

¿Cómo son los migrantes que viajan desde Centroamérica?

Antes eran sólo jóvenes. Hoy día es la mujer, los niños, las personas mayores que están viajando en el tren. Eso nos lleva a preguntarnos qué está sucediendo. Qué está pasando con los países que están importando a tanto migrante. Uno piensa, en el caso de los jóvenes, que es un poco por rebeldía. ¿Pero las mujeres con niños de un mes, o mujeres embarazadas? Deberían de estar en su casa, en sus países. No queremos que ocurra en México lo que sucede con estas personas de Centroamérica.

¿Qué es lo que los está empujando fuera de su país?

Por lo que ellos nos han explicado, se debe mucho a la violencia, a la falta de oportunidades, a la falta de estudios.

¿Cómo es la relación con el gobierno mexicano?

Trabajamos en coordinación con el gobierno del Estado de Veracruz, tenemos que hacer equipo. Cuando un inmigrante es mutilado o lastimado lo llevamos al hospital y acudimos a Atención al Migrante para que pueda ser atendido; en el caso del Instituto Nacional de Migración, se les llama para coordinar la repatriación cuando las personas no quieren continuar su camino; también con la Comisión de Derechos Humanos para que nos acompañen para hacer una denuncia, para que estén informados. Estuvimos con el gobernador de Veracruz para que escuchara las necesidades de los migrantes. En general pedían libertad de tránsito y se quejaron de los precios para subirse al tren.

¿Quién mutila a estas personas?

A veces caen del tren, otras los tiran de ahí por no pagar su cuota, o por accidente, cuando se bajan para pedir agua y comida.

¿Cómo puede ayudar un ciudadano europeo a que mejore esta situación?

Antes que nada, que les nazca. Que miren a quienes tienen a su lado. Muchas veces pasamos de largo cuando la gente está sufriendo. Que cuando pasemos, nos paremos y miremos. Es importante que los jóvenes europeos vean la realidad dentro de sus propias fronteras. El que profese la fe o religión que tenga, es ahí donde desde donde tiene que nacer, lo dicen todos los Evangelios, es cuestión de fe, de amar al prójimo.

¿El que no es creyente se puede implicar?

Claro. Los que dicen no ser creyentes son los más creyentes porque lo que ven lo creen. Eso es fe.

Tendremos esa discusión sin grabadora y sin cámara en otra ocasión.

Claro que sí (risas).

¿Cuáles son las soluciones para acabar con estas migraciones?

Así como los gobiernos se toman el café y se hacen la foto, estaría bien que cada uno asumiera su responsabilidad. Llegar a acuerdos de trabajo entre países, reconocer que existe una necesidad de mano de obra. Sería una manera de evitar muertes, de evitar que las familias se queden disminuidas. Los países donde hay violencia tienen que arreglar su situación. Un gobierno extranjero puede ayudar pero los otros países tienen que poner medios para solucionar la violencia en el país de origen.

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