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ANÁLISIS

Un año de la vacuna contra la COVID-19: Euskadi ha administrado una dosis cada ocho segundos

La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, firmando el albarán de entrega

Iker Rioja Andueza

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Un informe interno del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) reseñó en una ocasión que ninguna enfermedad en la historia había generado más afectados a la vez como la COVID-19. No se ha hecho ningún estudio al respecto pero, probablemente, tampoco ninguna vacuna se haya distribuido tan rápidamente como las autorizadas para minimizar el impacto del coronavirus original y de sus sucesivas variantes, alfa, delta, ómicron y otras muchas de menor implantación. Este lunes se ha cumplido un año desde que la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, se pusiera una bata y firmara en primera persona el albarán con la primera caja de solamente 405 vacunas de Pfizer, que vinieron de Guadalajara en una Fiat Ducato y custodiadas primero por la Guardia Civil y al final del camino por la Ertzaintza. La recepción se hizo en el hospital de Txagorritxu, el mismo punto por donde se coló el Sars-Cov-2 por vez primera en Euskadi. En perspectiva, esta campaña arroja un dato demoledor: cada minuto de estos 365 días se han administrado casi ocho dosis, esto es, una vacuna cada menos de ocho segundos.

El proceso se inició aquel 27 de diciembre de 2020, domingo. Se hizo tímidamente en tres residencias, una de Vitoria (Ajuria), otra de Hondarribia (Caser Betharram) y otra de Elorrio. Las primeras elegidas fueron tres mujeres, Consuelo, Bernardina y Begoña. En total, en un año se han inoculado 4.108.853 dosis, 35.206 de ellas pediátricas dentro de la última fase iniciada con niños menores de 12 años (aunque por error se ofreció a algunos de ellos la de adultos antes de tiempo). La más común ha sido Pfizer, con 2.714.180 dosis administradas. Le sigue Moderna, con 781.700 vacunas. Olvidadas quedan ya las 478.656 unidades de AstraZeneca administradas y las 99.111 de Janssen, que en un principio ofrecía la máxima protección con un solo pinchazo. Los datos sitúan en una posición comparativa muy alejada a cualquier campaña anual de la gripe.

Este año deja 1.813.777 vascos con “inmunización completa”. Es el equivalente al 83,27% de la población. El dato, eso sí, se antoja ya un tanto engañoso porque decenas de miles de personas están siendo convocadas de nuevo para recibir dosis de refuerzo. Esta segunda o tercera ronda (en función de las circunstancias de cada uno) se inició a la vuelta del verano de nuevo y ha llegado ya a 680.542 personas, el 31,2% de la población. En los primeros meses, Euskadi ocupó las últimas posiciones en cuanto a ritmo de protección ya que primó la reserva del 50% del material recibido para garantizar una segunda dosis a los que iban siendo citados debido a los suministros irregulares. Ahora se tienen almacenadas 82.467 unidades, aunque se puedan lograr más dosis ya que de cada vial de diez de Moderna una aguja especial permite lograr once (también ocurría con AstraZeneca) y algunos refuerzos consisten en medio suero de esta misma marca.

Sin contar a los niños -cuya vacunación se autorizó hace pocos días-, en todas las franjas de edad salvo de los 20 a los 40 años el porcentaje de cobertura de las vacunas supera el 85%. Aunque son cada vez más ruidosos en las calles y disfrazan su negacionismo y su oposición a las vacunas como una supuesta crítica únicamente al pasaporte COVID para acceder al ocio (un certificado que se puede conseguir perfectamente sin la vacuna con pruebas diagnósticas negativas o tras haber pasado la enfermedad), el rechazo a las vacunas es minoritario. Hubo un centro de día en Gipuzkoa que cuestionó la eficacia de estos sueros muy al principio del proceso pero han sido más las polémicas de quienes se querían colar (dos exconcejales del PNV que dirigían los hospitales bilbaínos de Basurto y Santa Marina tuvieron que dimitir y cientos de jóvenes pidieron citas en Francia para adelantarse y poder viajar en verano) o de los colapsos de los sistemas informáticos para pedir citas.

Los resultados de las vacunas se reflejan con claridad en las estadísticas. En las residencias, murieron unos 900 mayores antes del 27 de diciembre de 2020 y, desde entonces, los decesos superan por poco los 200. En la sociedad en general, aunque en 2021 se han vivido cuatro olas y las dos últimas han generado momentos de transmisión desconocidos, los fallecidos hasta entonces eran 3.031 y, desde entonces, han sido 1.960. Un dato: la letalidad del coronavirus era del 2,6% de los contagios hace doce meses y ahora es del 1,5%. Los hospitales están ahora con más ocupación que en la Navidad del año pasado, pero la proporción de ingresos en relación a los contagios es mucho menor. En cifras, en la semana equivalente a la actual del año anterior hubo 2.925 casos y 273 ingresos y ahora han sido 361 con 28.095 infectados (del 9,3% al 1,28%). Sí, hay vacunados ingresados y en riesgo, pero la consejera Sagardui suele repetir una metáfora con bolas del sorteo de la lotería y repetir que quienes no se han acercado a un vacunódromo tienen cuatro, cinco, seis y hasta diez veces más boletos para resultar 'elegidos' en este bombo.

Ahora se vacuna en centros de salud y espacios “intermedios”. Ya no están operativos los grandes vacunódromos como el frontón de Lakua en Vitoria, el pabellón de La Casilla de Bilbao, el BEC de Barakaldo, Landako en Durango o Anoeta e Illunbe en Donostia, entre otros. Operaron más o menos entre Semana Santa y verano, incluso en festivos. Antes se probaron también otras fórmulas como los 'VacAutos' o 'vacunautos', en los que se invitaba a las personas mayores a que fueran acompañadas en un coche y recibían sin bajarse el pinchazo. Incluso se hicieron visitas a las residencias o a domicilio. Ha vacunado un equipo creado 'ad hoc' en Osakidetza pero también personal externo de mutuas. En Educación se produjo la circunstancia de que la Sanidad privada inmunizara a profesores de la pública mientras los de centros concertados eran llamados por Osakidetza.

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