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El expolicía fronterizo arrepentido que rescata migrantes entre España y Francia: “El trabajo era inhumano”

El río Bidasoa, en la zona fronteriza entre España y Francia

Iker Rioja Andueza

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La frontera entre España y Francia de Irún vuelve al primer plano periódicamente. Los controles de la Policía Nacional francesa hacen prácticamente imposible el tránsito para los migrantes que proceden del sur allá donde el reino se hace república. Este tapón, que incluye también devoluciones en caliente para quienes consiguen cruzar y luego son localizados, ha generado ahora una nueva-vieja modalidad de paso, la misma que se empleaba en la Guerra Civil para huir del franquismo. Hay ya personas que intentan pasar a nado a Hendaya por el río Bidasoa y esto se ha cobrado ya dos vidas en unas semanas, la última la de un joven marfileño de 28 años este mismo fin de semana. Podrían haber sido dos los muertos este sábado, pero Tom Dubois, residente al otro lado, rescató a un adolescente de 16 años que estaba a punto de ahogarse. Hasta 2018, este francés fue policía y, además, agente de Fronteras destinado en Hendaya, en una comisaría ubicada perfectamente a la vista del puente internacional de Santiago. “Los devolvíamos a la frontera. Eran actos bastante inhumanos. Me salí de ese trabajo”, explica a este periódico con la ayuda de una traductora.

Él, su traductora y otra docena de vecinos del barrio “justo al lado de la frontera” en Hendaya han decidido organizarse por motivos humanitarios y vigilar “casi todos los días” a “casi todas horas” la zona del agua “por si hay gente que necesita ayuda”. Así fue como Dubois vio a un joven desnudarse a la altura de la isla de los Faisanes –un peculiar condominio, el de menor tamaño del planeta, que una parte del año es francés y otra español– y cómo se echaba al agua. “A 10-15 metros le costaba muchísimo, se ahogaba. Tenía la cabeza bajo el agua. Conseguí darle la mano”, relata. La plataforma de acogida Irungo Harrera Sarea, que opera en el otro lado de la muga, informó de que este joven, después de ser sacado del agua, fue devuelto a España por las autoridades francesas incluso a pesar de ser menor de edad.

“Todos los días hay gente que pasa”, explican estos vecinos, que lamentan no poder tener totalmente bajo control un área de unos tres kilómetros de largo. La travesía a nado puede ser de 80, de 100 o de más metros, depende del punto. Incluso hay quienes lo intentan cuando el río es ya mar, desde Hondarribia. Las corrientes, las bajas temperaturas de las aguas e incluso el tráfago de embarcaciones hacen riesgosa la singladura. Y todo en una comarca donde, desde la entrada en vigor del espacio Schengen entre países miembros de la Unión Europea, lo natural es pasar de un lado al otro de la muga por ocio, por trabajo o para repostar y comprar tabaco sin que a veces quede claro cuándo se ha cruzado la frontera.

En Irún, el alcalde José Antonio Santano acoge con “muchísima tristeza” los últimos acontecimientos. El muro invisible empezó a cimentarse en 2015, cuando la alerta antiyihadista redobló la presencia de la Policía Nacional francesa en el puente de Santiago, en Behobia, en el peaje y en otros puntos de paso. En 2018, en verano, decenas de jóvenes subsaharianos dormían bajo el cobertizo del aparcamiento de motocicletas de la estación de ferrocarril de la segunda localidad guipuzcoana. En 2019, al tapón se le unió el cerrojazo por el G7 en la costa vasca, en Biarritz, hasta donde se desplazaron Donald Trump y otros líderes mundiales. Y desde 2020 las restricciones de movilidad de la pandemia han acompañado a los controles de inmigración. A principios de este año, el flujo de personas procedentes de Canarias tuvo reflejo en Irún–Hendaya hacia el mes de marzo. Ahora se prevé que pueda ocurrir algo similar tras las entradas desde Marruecos por Ceuta y Melilla.

Santano cree “muy rigurosa” la actuación de las autoridades francesas y entiende que deberían adoptarse decisiones de ámbito europeo dentro de una frontera borrada por Shengen. Asume que “en la medida en que se corta el paso por vía terrestre, se buscan otras opciones” y recalca que esas opciones por el agua “son muy peligrosas”. “Se llega a ese punto por la vía de la desesperación”, asume. El regidor socialista insiste en que, junto con otras instituciones como el Gobierno vasco o el de España, que tiene un albergue gestionado por Cruz Roja en Irún, se colaborará en la “atención humanitaria” de los migrantes en tránsito hacia otros puntos de Europa y agradece que “mucha gente de Irún y de Hendaya, juntos, expresen una misma preocupación”.

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