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La Naval, entre piratas y (supuestos) “saqueadores”

Miles de manifestantes piden la continuidad del astillero de La Naval

Aitor Guenaga

Cuando parecía que el nivel del agua había llegado prácticamente a tapar la nariz de los actuales gestores de La Naval -tras el enésimo cambio en el Consejo de Administración acordado por los socios mayoritarios Ingeteam y Astilleros Murueta-, alguien se dedica a seguir echando más líquido a la comprometidísima situación del astillero sestaoarra. Que un armador neerlandés decida, a las bravas, intentar llevarse de las gradas del astillero uno de los cuatro buques (precisamente el buque cablero 'Living Stone', que prácticamente está finalizado) con unos remolcadores de altura revela el grado de deterioro al que ha llegado la situación.

Es solo uno de los espejos donde se mira ahora mismo La Naval. Otro es el enfrentamiento, que se prolonga ya en el tiempo, entre los actuales gestores del astillero -controlado por los accionistas mayoritarios Ingeteam y Astilleros Murueta- y los socios minoritarios de CNN-La Naval. Es una lucha sin cuartel en donde se ventilan viejas rencillas y odios atávicos.

Sorprende en todo este enfrentamiento una rotunda afirmación realizada por el consejero delegado del grupo, Adolfo Rebollo: “La Administración del astillero ha actuado de forma diligente y como mejor ha sabido en cada momento”. La primera parte del enunciado, si nos agarramos a los resultados del astillero en los tres últimos años, es cuestionable. Diligente no parece que sea el mejor término para referirse al deterioro meteórico de la situación financiera de La Naval: que ha pasado de perder 12 millones en 2014 a los 79,5 millones de euros dilapidados en 2016 por los gestores nombrados por los socios mayoritarios.

A la manoseada “falta de competitividad”, la presión de los astilleros chinos o coreanos, la necesidad de buscar nuevos nichos de negocio en un sector cambiante, parece conveniente sumar la responsabilidad de gestión, cuestionada no solo por esos socios minoritarios en pie de guerra, sino también por el Gobierno vasco, el comité de empresa, los trabajadores...

Concurso de acreedores y demanda penal

La imagen de un armador (Tideway/Deme) vestido de pirata al mismo tiempo que negociaba en paralelo en Madrid con La Naval las condiciones para recibir el buque cablero -que es de su propiedad- es otra vía de agua para una dirección que, tras la última remodelación del consejo (se ha pasado de 4 a tres miembros y ha desaparecido la figura del empresario asturiano y también accionista Manuel del Dago), ya prepara los papeles para arrancar el proceso concursal en el juzgado correspondiente. La fecha límite es el 7 de octubre. A partir de ahí, será el juez el que tome el timón y decida rumbo y destino del astillero.

En paralelo, la causa penal sigue su curso. El juez Javier Lanzos Sanz, que investiga la demanda interpuesta en junio de 2015 y ampliada en abril de 2017 por los accionistas minoritarios contra la dirección de La Naval, ha reactivado la causa con nuevas imputaciones. Ha llamado a declarar el próximo 27 de noviembre a partir de las 9.15 en calidad de investigados al que ha sido presidente del Consejo de Administración del astillero, Arturo Córdoba, relevado recientemente, -en representación de Ingeteam- y a los consejeros Felipe García de Eulate -del mismo grupo-, César Aizpuru Arregui -consejero de Naval Namure- y Juan Antonio Díez Montes.

Los hechos que se investigan pueden ser constitutivos del delito de apropiación indebida y delito societario, según fijo el juez instructor en septiembre de 2016. Si aquí ha habido o no apropiación indebida y administración desleal -“Nosotros no hemos saqueado La Naval”, aseguran desde Ingeteam- será algo que se ventile en el juzgado. Desde Ingeteam se muestran tranquilos y creen que todos los “infundios y las falsas acusaciones” de los socios minoritarios quedarán en nada.

Hay quien mantiene que va “a haber tortas” para quedarse con La Naval, una vez que se tapone la vía de agua financiera y que parte de la plantilla actual pase al astillero público Navantia (que prepara ya un gran ERE). Los actuales accionistas mayoritarios dicen que ya “hay empresas interesadas” en el astillero, “empresas del sector naval”. El consejero delegado de Ingeteam señala que desde esta sociedad se va a “favorecer la entrada de un socio que debe tener un proyecto industrial” bajo el brazo. Y, sobre todo, una inyección de dinero fresco.

No va a ser fácil soslayar la sombra de la liquidación de la empresa en este largo y tortuoso camino del proceso concursal, un camino que se sabe cuándo arranca, pero no cómo termina. La situación es “muy difícil”, admite Rebollo. No hace falta que le convenza de ello a una plantilla que no lo ve claro (y al resto de empresas que dependen del astillero sestaoarra para seguir sobreviviendo.

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