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Quiero trabajar en el extranjero

Guillermo Jiménez, en la clínica donde trabaja como becario en los Países Bajos.

Alberto Uriona

Bilbao —

Las becas para trabajar en el extranjero que promueve el Gobierno vasco, en colaboración con otras entidades privadas, son más que una salida para las jóvenes vascos que buscan labrar su futuro. Tres jóvenes vascos que acaban de acceder a las becas lo ven también como una gran oportunidad para formarse también como persona.

María Larragoiti Fisher (23 años, Bilbao), licenciada en Derecho, disfruta de la beca Global Training (la que promueve el Gobierno con entidades privadas, en su caso con la Cámara de Comercio de Bilbao), desde septiembre. Trabaja como administrativa comercial desde octubre en la Cámara de Comercio de España en Ecuador, en Guayaquil, y estará hasta finales de abril. “Es una gran oportunidad laboral y de estancia el extranjero”. Guillermo Jiménez Martin (27 años, Barakaldo) es técnico superior en desarrollo de proyectos mecánicos y trabaja en una clínica en los Países Bajos desde el 30 de octubre, donde permanecerá hasta el 4de mayo. “Mi cometido es dibujar piezas, hacer conjuntos mecánicos y planos en un programa de dibujo asistido por ordenador”. Ander es otro vasco que ha logrado la beca Global Training y desde diciembre hasta junio estará trabajando en Estados Unidos.

Los tres coinciden en que el extranjero es una oportunidad inmejorable para su futuro. “Tenía claro que quería formarme profesionalmente en el extranjero. Tenía otras experiencias de trabajo fuera y siempre han sido muy bien valoradas y me han ayudado a encontrar prácticas, trabajo”, afirma María Larragoiti“. Piensa que es una ventaja añadida para conseguir un empleo, incluso si vuelve a Euskadi. ”Siempre está muy bien valorado. Tienes algo distinto e innovador que aportar y tu mentalidad se abre, algo que a veces se necesita en Euskadi, donde quizá seamos demasiado cerrados en algunos aspectos“.

Guillermo Jiménez asegura estar “encantado”, al mejorar su inglés y conocer países y costumbres diferentes. “Además era una probabilidad real de empleo”. Pero dice que no era su motivación principal. “Claro que no. En Bizkaia hay trabajo, lo que pasa que oportunidades laborales en el extranjero no se presentan muchas en la vida”. Admite que ofrecen más ventajas para lograr un trabajo. “Desde luego que sí. Además las empresas de Euskal Herria exportan a todo el mundo y yo tengo contactos y conocimientos de neerlandés al finalizar mis seis meses”.

Ander se presentó a la beca “porque la situación económica aquí y fuera es mala, y el Gobierno vasco brindaba una oportunidad para poder adquirir experiencia laboral y además en el extranjero”. Sin embargo, asegura que, en una situación de bonanza, habría hecho lo mismo. “No todo se puede aprender aquí, hay que salir, ver, absorber, enriquecerse y, si se quiere, volver. El mundo ha cambiado. Teniendo la oportunidad de vivir experiencias como ésta quedarse en casa me parece un error, por mucho que la situación fuese buena y siempre sea más cómodo quedarse en tu tierra. El Gobierno, en época de bonanza, también debería impulsar a los jóvenes a salir. En el fondo, esa es la idea que subyace bajo las becas Erasmus, Leonardo, Erasmus Mundus... Creo que es la senda que hay que seguir”.

Estos tres jóvenes mantienen visiones diferentes sobre la resistencia o no de los jóvenes vascos a buscar su futuro en el extranjero. “Si hay resistencia y de muchos”, sostiene María. “Menos que antes, pero algunos para nada cambiarían su situación actual por irse un tiempo al extranjero”. Dicen que en Euskadi se está fenomenal y hay de todo y están las empresas más importantes. Qué necesidad de complicarse, comentan. Quizá cuando regresen aquellos que se “complicaron” ahora, luego sean los más beneficiados y estos otros, en cambio, “se arrepientan y queden obsoletos”.

“Yo creo que no”, apunta Guillermo. “Tengo un amigo que un año antes que yo estuvo cuatro meses en Baviera (Alemania). Es verdad que necesitamos salir con el trabajo en el bolsillo”. Ander opina que “no puedo generalizar. En mi caso no”.

La salida al exterior, además de conseguir un trabajo, permite vivir experiencias totalmente diferentes. “Aprendes la capacidad de desempeñar tu trabajo en un ambiente y cultura que no es la tuya, a solucionarte la vida donde los problemas son otros y la forma de resolverlos puede ser incluso más complicada. Te da una visión más amplia sobre el trabajo en general y que ninguna es mejor o peor pero haber conocido distintas culturas laborales te ayuda de alguna forma”.

Guillermo lo ve sobre todo desde la independencia y la obligación de valerte por ti mismo, “ya que normalmente nos emancipamos tarde y en casa tenemos casi todo hecho”. Y Ander cree que te enseña a afrontar los momentos complicados de la vida. “A darte cuenta de que el mundo es plural, y de que todo se puede hacer de otra manera. También para tener una perspectiva más realista de lo que se hace bien y de lo que se hace mal en tu país. De lo que merece ser preservado y de lo que merece ser mejorado o sustituido. Desde el punto de vista personal aprendes a lidiar con situaciones que jamás te encontrarás en un lugar seguro y que conoces como es tu tierra. Donde estás protegido por absolutamente todo”.

Tienen una opinión formada de las ventajas e inconvenientes de salir al exterior. “Lo mejor”, comenta María “es que Ecuador que ofrece muchas oportunidades sobre todo en el emprendimiento. Lo bueno es que es un país con cultura similar y misma lengua lo cual facilita bastante. La gente es muy cálida y te recibe con cariño. Y el clima y la filosofía de vida ante los problemas me gusta también”. Y lo malo es la gran diferencia entre Latinoamérica y Europa. “Ir en coche a cualquier sitio y no andar nada me cuesta. Uno se siente muy dependiente. No me gusta vivir en 'zonas' y moverte únicamente por ahí por seguridad. Y me impacta el enorme contraste que hay entre las clases sociales”.

Guillermo cree que lo mejor es “conocer el país, trabajar en tu profesión, hacer contactos laborales y amigos” y lo peor es que “no haces dinero, ya que trabajando al lado de casa los gastos son pequeños y el sueldo rinde más”. Ander, en cambio, solo ve aspectos positivos. “Peor no hay nada. Porque las dificultades y las situaciones duras (problemas con los alquileres y las fianzas, los cambios de divisa, qué/cuando/dónde comprar...) son experiencias de las que aprendes”.

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