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Leire Arrutia: “Las mujeres trabajadoras no podemos ser feministas sin ser anticapitalistas”

Leire Arrutia (a la derecha) durante una manifestación contra las casas de apuestas en Bilbao

Maialen Ferreira

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Leire Arrutia (Mungia, Bizkaia, 1992) forma parte de Eragin, la asociación de jóvenes que lucha contra la precariedad laboral en Euskadi a través de diferentes acciones de denuncia. Con motivo del 8 de marzo, la víspera, concretamente la tarde del sábado 7, el anticapitalismo se lanzará a las calles de Bilbao para denunciar cómo el capitalismo afecta a las mujeres, tanto en su día a día, como en lo referente a su vida laboral. 

Arrutia no concibe el feminismo si no es anticapitalista. Para esta joven, el hecho de que este año a diferencia de los dos anteriores no se realice una huelga feminista, no significa que no se esté luchando ni se salga a la calle para denunciar el capitalismo. “La huelga no puede convertirse en un ritual que se repita año tras año. Tiene que tener un significado”, señala Arrutia, que lamenta que los jóvenes cada vez lo tienen más complicado para lograr un trabajo estable y construir un proyecto de vida. 

¿Qué le empujó a comenzar en Eragin?

Cuando yo empecé Eragin que se dedicaba sobre todo a criticar el modelo de ciudad que tenemos en Bilbao, una ciudad organizada en torno a los grandes eventos, en torno a la precarización de la juventud, la permisividad en torno a la lacra de las casas de apuestas que, en aquel entonces lo estábamos trabajando mucho y por eso decidí entrar.

¿Cómo valora la situación actual en cuanto a precariedad laboral?

La desregulación que hemos vivido en torno a lo laboral permite que las empresas puedan explotarnos con cada vez más libertad y, al final, eso se ceba especialmente con la juventud con esa excusa de que de que no tenemos experiencia laboral. Se habla de que se crea empleo, pero la situación para las personas jóvenes es cada vez más inestable. Además, los alquileres cada vez son más altos y no tenemos manera de conservar un trabajo mucho tiempo, ni de tener un sueldo digno, por eso cada vez nos resulta más difícil construir un proyecto de vida. 

¿Considera que esa precariedad laboral afecta más a las mujeres?

Sí, claro. A las mujeres se nos asocia con espacios de trabajo más relacionados con los cuidados, precisamente porque las mujeres siempre hemos hecho ese trabajo, digamos, gratuitamente. Entonces, esos trabajos están peor pagados, poro ello sufrimos más precariedad. También tenemos que hacernos cargo de ese trabajo gratuito para sostener la vida en nuestras casas. Por ello, las mujeres no solo vivimos más la precariedad laboral, sino que vivimos una precariedad vital.  

¿El feminismo puede no ser anticapitalista?

Si tenemos en cuenta que el capitalismo se está aprovechando de que las mujeres cobremos menos por el mismo trabajo, que nos dediquemos a labores más relacionadas con los cuidados donde se aprovechan de nuestro trabajo gratuito para sostener la vida y que también nos obliga a consumir y consumir debido a los cánones de belleza establecidos. Teniendo en cuenta todo esto, yo creo que las mujeres trabajadoras no podemos ser feministas y a la vez no ser anticapitalistas. 

Desde Eragin han realizado diferentes acciones con las casas de apuestas, contra la precariedad laboral en comercios, etc. ¿Han pensado en realizar alguna acción con sectores feminizados como con las trabajadoras del hogar o las de las residencias?

Sí, lo hemos estado pensando, pero con esos sectores lo que pasa es que es más complicado que se acerquen a las asambleas y nos trasladen sus problemas, y tampoco queremos llegar a ellas desde un enfoque paternalista. De momento nos está costando llegar. Moverse se mueven, realizan huelgas, pero tal vez la falta de organización de estas mujeres nos dificulta crear un acercamiento con ellas.

¿Y por qué considera que pueden no estar tan organizadas como otros sectores?

Uno de los factores puede ser que muchas de las mujeres que realizan esas labores son mujeres racializadas o migradas. También puede ser porque si cada una está trabajando en un sitio, por ejemplo en los hogares, y no se encuentra con otras compañeras a lo largo del día, al no tener ese espacio de trabajo común y ese contacto la capacidad o posibilidad de juntarse y organizarse es menor, por eso cuesta más. 

¿El hecho de que a diferencia de los años anteriores, este 8 de marzo no haya huelga, implica o supone algo en especial para el feminismo anticapitalista?

No específicamente, porque la huelga no puede convertirse en un ritual que se repita año tras año. Tiene que tener un significado. El hecho de que no haya huelga no quiere decir que no estemos luchando, que no salgamos a las calles, que no vayamos a estar denunciando al capitalismo este 8M y que, a lo largo del año, no estemos organizadas en nuestros puestos de trabajo o más allá para denunciar la alianza entre capitalismo y patriarcado. 

¿Se recomienda no consumir?

Sí, claro. En los años anteriores porque también hacíamos huelga de consumo, pero este año es domingo y reivindicamos el derecho a no trabajar en domingo y a poder conciliar. Si nosotras queremos ese derecho también tenemos que defender que las mujeres no tengan que trabajar en domingos ni festivos.  

El sábado, día 7, en Bilbao se va a realizar una concentración anticapitalista en la que todas las mujeres deberán ir de negro. ¿En qué se va a basar?

La acción va a consistir en que vamos a tomar la Gran Vía, vamos a tomar el espacio público para denunciar las diferentes formas en que el capitalismo nos afecta a las mujeres: la relación que tiene el capitalismo con el cambio climático, con la crisis ecológica, la situación de las mujeres en los sectores feminizados o la situación de los barrios.

¿Qué supone que se le dé un espacio al anticapitalismo en eventos como el 8M?

Hemos conseguido que sea algo transversal, que no se vea solo la acción de anticapitalismo, sino que en el propio discurso feminista y en los distintos ejes introduzcan el rechazo al capitalismo. Como es algo que no se puede separar, es totalmente necesario. 

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