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Pablo Iglesias Vs. Margaret Thatcher

La estatua de Margaret Thatcher no estará cerca del Parlamento británico

Julio M. Martínez

A veces la política mediática en la que nos hayamos sumidos no nos permite descifrar los entresijos de la planificación interna, las estrategias o la construcción ideológica tras cada proyecto. Esto lo puso de manifiesto recientemente Gabriel Rufián en una entrevista condecida al HuffPost donde afirmaba que en el PP no es cierto que nadie sepa nada, ni nadie sea tonto, muy por el contrario. La aturdida imagen del presidente del gobierno esconde una realidad muy complejo de cálculo y análisis político que le ha permitido en pleno vendaval de corrupción interna convertirse en la formación política indiscutible e indiscutida entre la derecha.

En frente, Podemos ha conseguido erigirse como el gran enemigo de la derecha, de los valores tradicionales y de los sectores más conservadores de la nación. A priori puede parecer absurdo mantener un discurso que genera tanta hostilidad en sectores tan amplios de la población, pero no si se hace desde un cálculo de masa crítica. Este concepto hace referencia al volumen de votantes necesario para hacer frente a los objetivos políticos, maximizando los nichos con mayor potencial, e incluso reafirmándolos gracias a la hostilidad antes mencionada.

En el caso de Podemos y de Pablo Iglesias en particular esto se ha conseguido gracias a una estrategia que recuerda con mucho a la de Margaret Thatcher. Puede resultar sorprendente, pero el desarrollo del discurso de Pablo Iglesias y su periplo interno dentro de su partido ha cumplido paso por paso los que evidenció el estudio de Stuart Hall sobre la Dama de Hierro. El objetivo de esta estrategia es el dominio de un discurso hegemónico es un espacio determinado. En el caso de Pablo Iglesias ha sido el discurso de la izquierda española, tan bien hilado que incluso votantes de derechas sienten añoranza por viejas glorias del socialismo de los años 80.

Hall señala tres elementos que permitieron alcanzar un dominio hegemónico al discurso del thatcherismo, insustituible dentro y fuera de la formación. Primero, supo traducir al lenguaje de la calle los complejos conceptos de la propuesta económica del economicismo-liberal que se ofrecía de manera antagónica a la socialdemocracia. Previamente es cierto que ofreció una explicación simétrica entre los problemas del país y su definición del laborismo en crisis. El Segundo paso fue el dominio interno del partido conservador, aupando a los que se identificaban con el discurso de Thatcher y arrinconando a los tibios. Finalmente destaca el elemento más potente, el discurso autoritario y populista, que aprovechó el resentimiento con el sistema, identificado con el laborismo e incluso los tibios del partido tory, y oponer de modo frontal su modelo como única alternativa.

En el caso de Pablo Iglesias podemos identificar los mismos pasos de un modo igualmente simple. El nacimiento del partido se corresponde con el movimiento de los indignados y el espíritu que nace aquellos días se modula y construye como una nueva frontera política que genera una masa crítica nueva y sin respaldo político, constituida sobre todo por la juventud. Esta construcción discursiva ya desde la formación de Podemos permite trazar una frontera que los separará del PSOE y de la derecha, permitiendo un espacio político independiente. Dentro de este proceso vendrá la construcción discursiva, la identificación de palabras como corrupción, sistema, la casta, y diferentes expresiones vinculadas al lenguaje juvenil en no pocos casos, con los que se dibuja el antagonismo entre PP-PSOE y Podamos.

El paso siguiente vino dado por el dominio hegemónico de Podemos por parte de Pablo Iglesias, identificando en este caso a los tibios como los partidarios de Errejón y de una política más cercana al pacto con el PSOE para facilitar una mayoría alternativa al PP. Esta purga dejó a Iglesias no solo al mando indiscutido de la organización sino una sensación de poder frente a rebeldías futuras muy fuerte. Para terminar esta reflexión hay que citar el discurso general de Podemos, muy cargado de elementos populistas, muy centrado en las formas y en el efectismo. Los grandes discursos de la formación son temas de gran carga emotiva pero poco impacto en la realidad económica y social. La escasa presencia del partido de Iglesias en los gobiernos y su distancia de la Moncloa nos dejan aún la duda de saber en qué medida ofrecería una alternativa al gobierno del PP que tuviera el aplastante efecto que tuvo el de Thatcher sobre el laborismo. Habrá que seguir la pista, y ver en qué medida la coleta y la permanente se acercan navegando desde el Támesis hasta el Manzanares.

Este artículo se ha publicado también en el blog The Walking Juice

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