‘¿Quién hizo mi ropa?’: consumidores organizados preguntan a las marcas por el origen de sus prendas
Es una pregunta sencilla que lanzan a grandes firmas y diseñadores desde las redes sociales: ¿Quién hizo mi ropa?
La iniciativa anima a los consumidores a través de las redes sociales a darle la vuelta a la prenda y sacar la etiqueta, hacerse un 'selfie' y preguntar dónde se ha fabricado la ropa, el calzado o los complementos que llevan a diario.
La Asociación extremeña de Desarrollo RUREX anima a unirse a una campaña mundial a la que ya se han sumado numerosas organizaciones y personas bajo el denominado ‘Fashion Revolution’.
Se trata del movimiento ciudadano generado tras el brutal derrumbe del edificio Rana Plaza de Bangladesh el 24 de de 2013, una fábrica textil en la que murieron más de 1.000 personas. Supuso un momento de inflexión que visibilizó las pésimas condiciones en las que trabajan las personas en estas industrias que producen moda para grandes firmas, también españolas.
Mi camiseta de 5 euros
Todos consumimos moda y como consumidores tenemos que asumir una responsabilidad. Puede parecer una ‘ganga’ adquirir una camiseta o un pantalón por cinco euros, pero hay que reflexionar qué hay detrás de este consumo.
Al hacerlo se toma conciencia. Las compras tienen consecuencias directas sobre el medio ambiente y sobre el empleo de personas que viven en países en vías de desarrollo.
Esta es la reflexión que lanza RUREX, que anima a toda la ciudadanía de Extremadura a que etiquete a las firmas a través de las redes y les pregunte por el origen. También a la propia asociación, para poder mostrar posteriormente la respuesta que han dado las empresas.
A esta acción se suman otras iniciativas que han concienciado a la población sobre el entramado de la moda. Han desarrollado acciones de sensibilización en centros educativos y se han trasladado a las plazas y calles de Mérida y Plasencia para animar a la ciudadanía a preguntarse ‘Quién hizo mi ropa’.
Han levantado un gran mural hecho con trozos de tela en desuso, al mismo tiempo que han realizado talleres de serigrafía sostenible y una performance que ha recreado cómo se trabaja en una industria textil en un país en vía de desarrollo.
Una moda más transparente
Desde el equipo de RUREX María José Manzano explica que el objetivo es que las firmas de moda sean más transparentes en torno a los derechos de los trabajadores y los derechos humanos.
También se busca que la ciudadanía tome conciencia de la responsabilidad que como individuos tenemos con el planeta. Consiste en sensibilizar y concienciar a la población extremeña hacia un consumo de moda más sostenible, respetuosa y ético con el medio ambiente.
Porque lo local, las acciones más cercanas, tienen una repercusión en otros lugares del mundo. “Nuestras compras tienen un significado más allá de llenar de prendas nuestros armarios”.
‘Slow Fashion’, moda sostenible
La asociación desarrolla estas actividades dentro de su proyecto ‘Slow Fashion’, que financia la Agencia Extremeña de Cooperación al Desarrollo (AEXCID).
Es un trabajo en consonancia con la agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, a favor de las personas, del planeta y la prosperidad. Dentro de la agenda marcada por la ONU el colectivo RUREX se fija en el objetivo número 12: Producción y consumo responsable.
A las charlas y actividades en centros educativos se suman unas jornadas sobre moda sostenible. Trabajan con la complicidad de productoras y productores de Extremadura, una región donde sigue habiendo gente que apuesta por negocios más sostenibles y respetuosos.
Meses atrás desarrollaron también talleres de ‘customización’ de ropa. Es decir, reciclar ropa antigua, con los retales que sobran. Quieren lograr un gran impacto entre los más jóvenes, que serán los consumidores del futuro, y que descubren en estos talleres todo un mundo de posibilidades.
¿Cuál es la respuesta ciudadana?
Cuando plantean preguntas sobre la industria de la moda la respuesta suele ser unánime. Todo el mundo responde que la prenda que lleva puede estar hecha en China, India o Bangladesh. “Son muy conscientes o conocedores de ello, al igual que piensan que en esos países no se respetan los derechos de las personas que trabajan en las fábricas”.
La mayoría también es consciente de la vulneración de los derechos. Ahora, al tomar conciencia hay que dar un paso más y preguntarse qué podemos hacer como consumidores.
“Nos damos cuenta de que hay muchas personas que están concienciadas, por ejemplo gente mayor que apuesta por comercio local. La gente joven, adolescente, supone un camino más complicado porque están influenciados por todo el sistema consumista de las grandes firmas”.
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