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Irak no quiere que la gente reconstruya sus casas en Mosul y pretende redefinir la ciudad desde cero

Dos adolescentes fuman junto a los escombros de un edificio en el distrito este de Mosul, Irak.

Javier Biosca Azcoiti

Dos años después de la reconquista de Mosul de manos de ISIS, el paisaje de destrucción en una de las ciudades más antiguas del mundo apenas ha cambiado. El objetivo declarado de las autoridades es intentar recuperar el centro histórico y levantar una ciudad nueva y moderna del polvo y los escombros. Aunque para ello haya que desplazar a los antiguos residentes.

Rodeado de destrucción, el gobernador de la provincia de Nínive, Mansour Marid, se reúne con un grupo de vecinos en un barrio de la ciudad. “El 90% de la gente de aquí quiere reconstruir sus casas”, dicen los vecinos. “En esta zona, después de superar la pena, tenemos que salir adelante con un buen resultado y eso pasa por la construcción de una ciudad moderna. Si queréis ser dueños de esos edificios o no, es vuestra decisión”, responde Marid. La guerra les ha dejado sin casa y las autoridades insinúan que la solución es que compren un edificio nuevo que se construirá donde antes estaban sus hogares.

— Queremos reconstruir. Solo queremos los libros de construcción, nada más.

— ¿Dónde?

— ¡Aquí, estas son nuestras casas!

— No estoy de acuerdo con la reconstrucción aquí, pero si decís que queréis terreno en otro lugar, podemos mirarlo ahora mismo.

ISIS conquistó la ciudad en junio de 2014. Dos años después, en octubre de 2016, se inició la ofensiva para su reconquista, que acabó con la derrota del grupo terrorista casi nueve meses después, el 9 de julio de 2017. El resultado, 200.000 edificios dañados o destruidos. En la parte occidental de la ciudad, más de la mitad de los edificios resultaron afectados por la guerra.

Dos años después de la victoria sobre el grupo terrorista, 305.376 personas siguen sin poder volver a sus casas, según datos de la Organización Mundial para las Migraciones. Representan una quinta parte de toda la población desplazada de Irak (1,6 millones). “El sufrimiento de la guerra que acabó hace dos años sigue siendo una batalla diaria por la supervivencia”, afirma Rishana Haniffa, directora del programa de Irak de la organización Norwegian Refugee Council. “Es una desgracia que dos años después, miles de familias y niños tengan que seguir viviendo en campos de desplazados porque sus barrios siguen en ruinas. A pesar de la atención mundial hace dos años, la población desplazada de Mosul ha sido prácticamente olvidada”.

“El Gobierno está obstruyendo deliberadamente la reconstrucción, especialmente los puentes. Lo que se ve de la reconstrucción en la ciudad lo han hecho las ONG y donaciones de los ciudadanos”, denuncia a eldiario.es Akram Abdulwahab, un joven de 30 años de Mosul que trabaja en la ciudad como coordinador en el terreno de USAID, la agencia de ayuda humanitaria del Gobierno de EEUU. “Quieren que nos vayamos de la ciudad y hacer un gran cambio de población”, añade. Abdulwahab huyó de Mosul con la llegada de ISIS y regresó a la ciudad en junio de 2018. Su casa no fue destruida, sino que simplemente estuvo ocupada por los terroristas de ISIS.

“El objetivo es devolver nuestra ciudad antigua a su estado anterior, pero en cuanto a la parte de la ciudad que da al río, deseamos que las fuentes de inversión financien un proyecto de construcción moderno que dé un buen servicio y que beneficie a la gente y a la zona”, ha explicado el gobernador de Nínive.

Jazeel Aljomard, jubilado, era profesor de Historia Islámica en la Universidad de Mosul y es doctor en Estudios de Oriente Medio. “Todo el mundo en Mosul quiere la modernización de la ciudad, pero no en contra de su voluntad ni mediante la privación de derechos, como la falta de suministro de los servicios básicos y el derribo de sus casas sin su consentimiento”, indica Aljomard. “Se pide modernización si va de la mano del acuerdo con los habitantes de Mosul y no a costa de la cultura y la historia”.

“La mayoría de la gente en Mosul cree que la destrucción de la ciudad desde 2003 con la ocupación de EEUU pretendía crear oportunidades de inversión para capitales extranjeros en una zona antigua y vacía, sin tener en cuenta la importancia de su dimensión cultural. Las raíces humanas y culturales de Mosul no significan nada al lado de las necesidades de inversores extranjeros”, denuncia Aljomard. El profesor ha realizado tareas de voluntariado en la ciudad, entregando ropa a los más necesitados y ofreciéndose como profesor para las escuelas.

Laith Altaan es doctor en física y profesor en la Universidad de Mosul y coordina un pequeño grupo de voluntarios que ha reconstruido casas en la ciudad antigua y que ha prestado ayuda psicológica. “La ciudad vieja de Mosul se destruyó y ni el Gobierno ni la comunidad internacional le prestaron atención”, denuncia. “La gente es humilde y no tiene dinero para reconstruir sus casas. El Gobierno no les ayuda. A pesar de las protestas, el gobernador intentó derribar con bulldozers las casas de la gente en la ciudad antigua. Enviaron a la gente que tenía su casa destruida a campos de la ONU. Allí pensaban que estarían poco tiempo porque el Gobierno reconstruiría sus hogares, pero el Gobierno les ha ignorado. Otras personas fueron al otro lado de la ciudad , pero sin dinero, negocio ni casa”, añade. “Hasta ahora, el Gobierno no ha reconstruido ni una sola casa ni ha dado indemnizaciones”.

A falta de la ayuda gubernamental, la sociedad civil en Mosul trabaja duro por sacar la ciudad adelante. Uno de los primeros proyectos de los mosulíes fue la recuperación de la biblioteca de la Universidad de Mosul, que fue incendiada y bombardeada y que perdió más de un millón de documentos (unos 400.000 en inglés y 600.000 en árabe). Tahany Saleh es una conocida activista de la ciudad que codirigió el proyecto de recuperación del centro: “Salvamos más de 30.000 libros y los sacamos de la biblioteca en llamas”, cuenta Saleh. La misión duró dos meses en 2017 y contó con un equipo de 20 personas. “En esta misión estábamos en peligro porque las operaciones militares en Mosul occidental no habían terminado todavía. Fuimos el primer equipo de voluntarios en preocuparnos de los asuntos culturales cuando la guerra todavía continuaba”, señala.

Saleh habla sobre la actitud del Gobierno: “Creo que el objetivo es hacer mucho dinero. El principal objetivo es el dinero, no les importa lo que significa nuestro patrimonio ni nuestra historia. No son ignorantes ni bárbaros, saben que el patrimonio no da dinero”.

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