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Putin, como Trump: defiende la desescalada en pleno auge del virus

El presidente ruso Vladimir Putin asiste a una reunión gubernamental sobre la situación epidemiológica. EFE/EPA/ALEXEI NIKOLSKY / SPUTNIK /KREMLIN POOL MANDATORY

Icíar Gutiérrez

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Este lunes, Vladimir Putin se dirigió a los ciudadanos en un discurso televisado para anunciar que, después de seis semanas, ya era hora de empezar a levantar las restricciones que habían obligado a muchas personas quedarse en casa o a cerrar temporalmente las empresas para frenar la propagación del coronavirus. Este martes, varias regiones han comenzado a relajar el confinamiento. “Todas las medidas que hemos tomado nos permiten avanzar al siguiente paso en la lucha contra la epidemia”, defendió el presidente ruso. Los números, sin embargo, no indicaban una tendencia a la baja del brote en territorio ruso, sino todo lo contrario: el mismo lunes, los nuevos casos detectados en un día batieron su récord, algo más de 11.600 en 24 horas.

En los últimos días, Rusia ha escalado hasta el segundo puesto en la lista de países con más casos confirmados de COVID-19 en su territorio, según los datos más recientes de la Universidad Johns Hopkins. La semana pasada, un aumento abrupto de los contagios detectados colocó al gigante euroasiático por delante de Francia y Alemania. En los últimos días, ha superado a Italia, Reino Unido y España. Con más de 232.000 infecciones contabilizadas en total, Rusia solo se ve traspasada en este momento por la otra gran potencia mundial, EEUU, que lidera la tabla con alrededor de 1.400.000 casos. Aunque estos datos dependen en gran medida de la capacidad de hacer pruebas y la forma en que las autoridades elaboran sus balances, sí permiten hacerse una idea de la tendencia de la evolución de la pandemia.

El crecimiento de los casos confirmados en Rusia, que cuenta con más de 100 millones de habitantes, viene intensificándose desde abril y no hay indicios de que se haya alcanzado el pico del brote en el país. Desde principios de mayo, viene registrando alrededor de 10.000 nuevos contagios a diario. Las autoridades aseguran que el creciente número de infecciones responde al gran número de test practicados, que se cifran en 5,8 millones. Sin embargo, la semana pasada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que la situación en el este de Europa “seguía siendo preocupante”, en referencia al repunte registrado por Rusia y otros países de la zona. 

Aunque subrayó que “la lucha contra el coronavirus” continuará durante mucho tiempo, ya que dijo que persiste el riesgo de contagio, el presidente ruso defendió este lunes un levantamiento de las restricciones, que insistió que va a hacerse de forma gradual. Alegó para ello el mal estado de la economía nacional, informa EFE. “La epidemia y las restricciones que esta nos impuso han golpeado seriamente a la economía y al sistema de protección social, y han supuesto un revés para el bienestar de millones de nuestros ciudadanos. Los ingresos de muchos han caído, y los gastos y las deudas no dejan de aumentar”, dijo el mandatorio. 

Ante la caída de un 33% de la actividad económica y un desempleo que se ha duplicado en el último mes hasta 1,4 millones de parados, Putin anunció un paquete de ayudas y pidió que se retomaran las actividades de la construcción, la industria, la agricultura, las comunicaciones, la energía y la minería, recoge la agencia. Los críticos del Kremlin creen que la orden de reducir las restricciones pone en peligro la salud de la población y está motivada por razones financieras, informa Reuters. 

Putin no es el primer líder mundial que enfrenta críticas similares por intenta reabrir su país a pesar de que el coronavirus continúa haciendo mella de puertas para dentro. El presidente de EEUU, Donald Trump, ha sido muy cuestionado por quienes consideran que está anteponiendo el reinicio de la economía a la salud pública, y alertan de que los casos y las muertes siguen aumentando en territorio estadounidense. “¿Algunas personas se verán afectadas gravemente? Sí. Pero tenemos que abrir nuestro país, y tenemos que abrirlo pronto”, insistió Trump la semana pasada. 

Este lunes, el presidente ruso anunció que las vacaciones impuestas a la población a finales de marzo habían llegado a su fin. Calificó la medida como “extraordinaria”, pero necesaria para “ralentizar” el avance de la pandemia y aumentar “considerablemente” la capacidad del sistema sanitario. Pero a partir de este martes, los ciudadanos deberán volver a ocupar sus puestos de trabajo. No obstante, el presidente dejó en manos de cada región decidir en qué medida pueden suavizar las restricciones en función de situación epidemiológica. Recordó que Rusia es un “país grande” y dijo que no iba a ser el Gobierno central quien dictará una hoja de ruta general, sino serán las regiones las que decidan. Para algunos analistas, el anuncio se enmarca en un intento de delegar a los gobernadores locales la responsabilidad de enfrentar la crisis.

Moscú mantendrá el confinamiento hasta final de mayo

La ministra de sanidad ha aclarado que hasta ahora solo 11 de las 85 regiones -cuya situación epidemiológica varía- podían permitirse comenzar la desescalada. En la primera fase se permitirán paseos con los niños, el ejercicio al aire libre y la apertura de algunos comercios y servicios, en tanto que en la segunda se podrá pasear en familia, se abrirán comercios con una superficie mayor y se reanudarán las clases en centros educativos, informa EFE. Algunos de los requisitos para comenzar a relajar las medidas son que al menos un 50% de camas hospitalarias debe estar vacío y se deben hacer al menos 70 test por cada 100.000 habitantes al día. Los mayores de 65 años y enfermos crónicos deben permanecer aún en casa y todos los actos masivos siguen prohibidos. 

En Moscú, el alcalde Serguéi Sobianin ha ordenado que el confinamiento se mantenga hasta finales de mayo. Se trata del gran epicentro del brote en Rusia, ya que concentra más de la mitad de los casos detectados a nivel nacional. Sin embargo, medio millón de trabajadores han podido volver este martes al trabajo en la construcción y la industria. Putin, por su parte, ha dejado el teletrabajo después de varias semanas presidiendo encuentros gubernamentales de manera telemática, y se ha reunido de manera presencial con el presidente de la principal petrolera del país, Rosneft. Mientras, el portavoz del presidente, ha hecho público que ha dado positivo en coronavirus.

El número oficial de fallecidos con COVID-19, que asciende a 2.116 en total, ha despertado dudas, pues es muy inferior al de otros países con niveles de contagio similares. Un análisis del Financial Times sostiene que podría ser un 70% más alta, basándose en  los datos de mortalidad por todas las causas en Moscú y San Petersburgo. Este martes, el Gobierno ha refutado cualquier acusación de manipulación deliberada. “Nosotros nunca hemos manipulado la estadística oficial”, ha respondido Tatiana Gólikova, viceprimera ministra, quien defiende que los índices de mortalidad en este país son 7,6 veces menores que la media mundial. Expertos citados por The Moscow Times  han atribuido la baja mortalidad al método utilizado a la hora de contar los fallecidos, ya que en algunos casos, dicen las mismas fuentes, se cree que el virus no jugó un papel decisivo en la muerte. 

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