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The Guardian en español

Policía depredadora: el alto precio que pagas en Missouri si eres un conductor negro

Protestas raciales en EEUU tras la muerte de dos jovenes negros a manos de la policia

Jamiles Lartey

Missouri —

Dos semanas antes de que el ahora exgobernador de Missouri, Eric Greitens, se viera obligado a dimitir por un escándalo relacionado con un chantaje, fue parado por la policía mientras conducía por el pueblo de Truesdale.

El gobernador, que es blanco, estaba conduciendo a 41 millas por hora en una zona con un límite de velocidad de 30 millas por hora, pero el agente le dejó marchar tras una simple advertencia. “Fue un diálogo cordial y no fue necesario ponerle una multa”, explicó a los periodistas el portavoz de Grietens el mes pasado.

La experiencia de Diedre Wortham, una residente de Missouri de toda la vida, que es negra, es muy diferente. “Hubo un tiempo en el que me saltaba los límites de velocidad y me pusieron once o doce multas”, afirma Wortham, de 47 años, que ha perdido la cuenta de las multas que le han puesto desde que se sacó el carné hace 25 años. “No me dijeron que me podía ir y que no volviera a pasar. Tuve que ir a juicio y pagar las costas”. Los conductores negros tienen un 85% más de posibilidades de que la policía los ordene parar.

La oficina del fiscal general del estado ha publicado este mes un estudio que confirma las dificultades de “conducir en Missouri si eres negro”. Una de las conclusiones es que el año pasado los conductores negros tuvieron un 85% más de posibilidades de ser parados por la policía. Es la mayor disparidad que se ha registrado en los últimos 18 años.

Para los conductores de Missouri como Wortham, las paradas de tráfico forman parte de su vida cotidiana. El hecho de que te pare la policía conlleva recibir otras citaciones por infracciones menores, que pueden suponer una serie de citaciones judiciales y de multas cuyo importe puede ser elevado. De hecho, pueden terminar en la cárcel en caso de impago.

“Básicamente, uno de los principales miedos de los conductores negros que vivimos en St Louis es encontrarnos con la policía ya que nos va a pedir que nos paremos, por el motivo que sea, y de hecho ni siquiera necesita tener un motivo”, indica Wortham. Ahmed Oliver, un hombre de 40 años, conduce por la zona de St Louis desde que tiene 16 años.

A principios de la década de 2000, y tras producir algunas canciones para el rapero local Nelly, Oliver tenía mucho dinero y se compró un Range Rover. Explica que ese coche captaba la atención de la policía. Oliver conducía de un lado a otro y lo detenían constantemente. Fue acumulando multas, a menudo, más de una cada vez que lo paraban.

Oliver explica que los policías le preguntaban si el automóvil era robado o si era un traficante de drogas. Por lo general, le ponían una o dos multas cada vez que lo paraban, por infracciones insignificantes, como pintura en las ventanas.

En al menos siete ocasiones diferentes, la policía le ordenó que se detuviera en paradas de tráfico, incluyendo una vez cuando era adolescente en el pueblo de Beverly Hills en Missouri. Oliver conducía el coche de su madre sin estar registrado en su póliza de seguro, y fue arrestado y encerrado en la celda del pueblo.

“Me llevó años volver a tener un expediente limpio. Me costó mucho dinero, tuve que contratar a un abogado”, explica Oliver. “En realidad no están protegiendo a la población, sino que están siendo depredadores”, afirma: “Cobran y mantienen a sus familias a costa de las multas que nos toca pagar”.

Beverly Hills fue uno de los municipios mencionados en un estudio del Departamento de Justicia publicado en 2014 y conocido como el “Informe Ferguson”, que detalla cómo los departamentos de policía del área de St Louis operan como agencias de recaudación de ingresos para los más de 85 municipios del condado, que limita con la ciudad de St Louis pero no la incluye. Los ingresos de los tribunales, muchos de los cuales provienen de infracciones de tránsito, representaron más de la mitad del presupuesto operativo anual de la ciudad.

En el informe se llegaba a la conclusión de que esta práctica fue uno de los factores que propiciaron los disturbios que se vivieron en Ferguson y otras localidades vecinas después de que la policía matara a Michael Brown en agosto de 2014. Desde entonces, tras diversas reformas del sistema y demandas se ha logrado que estos ingresos bajen un 50% pero los activistas, que afirman que lo recaudado por los tribunales es un impuesto regresivo sobre los residentes más vulnerables, señalan que esta disminución solo evidencia lo mal que estaban las cosas antes y no que el condado haya avanzado.

“Las cifras eran muy elevadas y ahora que han bajado se asemejan a la de otros condados, pero sigue siendo devastador para las personas con los ingresos más bajos”, indica Rebecca Gorley, miembro de la organización Arch City Defenders, con sede en St Louis. Esta organización sin ánimo de lucro proporciona asesoramiento legal y ha demandado a decenas de localidades del condado por lo que consideran una pauta de “sobrevigilancia premeditada” sobre los residentes negros.

Iluminado por una luz amarilla sucia y el inquietante zumbido de las viejas lámparas fluorescentes, el tribunal municipal de Florissant, Missouri, es en realidad el gimnasio de una escuela de secundaria. En 2014 las autoridades decidieron instalar los juzgados en este equipamiento, un local mucho más grande que el anterior, y terminar con la larga lista de espera y los atascos.

Sentado detrás de una mesa plegable situada encima de una tarima potátil, el juez cita a los residentes para estudiar infracciones del código de circulación, la mayoría de ellas, faltas leves de tráfico. Sobre su cabeza, todavía cuelga la cancha de baloncesto. La fiscalía se sitúa a su lado, frente a las gradas.

“Todavía perdura la creencia de que los tribunales municipales son las gallinas de los huevos de oro de las ciudades, y los negros de Missouri son, de forma desproporcionada, los que más engrosan las arcas públicas”, señala Nimrod Chapel, presidente de la sección de Missouri de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP).

Cerca del 70% de los 51.000 habitantes de Florissant son blancos, pero eso no se refleja en el banquillo de los acusados que esperan su turno para hablar con el juez ya que la gran mayoría son negros. Según el informe del Fiscal General, la probabilidad de que te detuvieran en Florissant en 2017 si eras un conductor negro era diez veces mayor que para un conductor blanco.

Según el departamento de policía de Florissant esta disparidad se debe al hecho de que en las localidades vecinas sí hay una mayoría negra, que visita la ciudad a menudo y se mueve por todo el condado. “La cifra de conductores afroamericanos que se mueven dentro de los límites de Florissant es significativamente superior a lo que indican las cifras demográficas de Florissant”, señala el departamento.

El verano pasado, Chapel fue uno de los activistas que auspició la primera alerta de viaje emitida por la NAACP, que fue distribuida por todo el país. El comunicado advertía a los conductores negros que “si viajan y viven en Missouri lo hacen bajo su propio riesgo de sufrir registros, confiscaciones y posibles arrestos innecesarios”.

Para algunas voces críticas, este comunicado fue una estrategia para llamar la atención. De hecho, la decisión generó una polémica interna en la organización. La sección local de la NAACP en el condado de St. Louis no suscribió el comunicado, argumentando que podía perjudicar económicamente a las mismas personas que se pretendía proteger ya que podía expulsar a las empresas del estado. La revista de viajes Fodor puso al estado en su lista de destinos a evitar en 2018.

Sin embargo, Chapel cree que hizo lo correcto. “Emitimos este comunicado porque estábamos desesperados”, explica: “Es importante que la gente sea consciente del riesgo que está asumiendo, teniendo en cuenta que no la podemos proteger”.

Ni siquiera nos tienen en cuenta

La mayoría de conductores negros de Missouri tienen anécdotas que contar. “Nos detienen tan a menudo que he perdido la cuenta”, explica Jerome Morgan, un profesional de la salud mental del centro de Missouri. Morgan indica que lo detienen constantemente y por infracciones bastante dudosas, especialmente si va acompañado de otra persona negra. ¡Ah! Falsa alarma! Pero te paramos de todos modos“, exclama.

Recientemente, lo pararon porque no tenía la matrícula delantera. Morgan afirma que cuando por motivos de trabajo conduce por algunas zonas rurales de Missouri, entre Jefferson City y Fulton, a menudo ve automóviles de conductores blancos con pegatinas de la bandera confederada en el lugar de la matrícula delantera, lo cual es ilegal, y nunca ha visto que un policía los pare. Así que un día decidió preguntar a un policía por qué no paraban a los blancos. Me dijo: “Esto no es de tu incumbencia. Te hablo a ti”. Jordana Moore, una estudiante que vive en Jefferson City, explica que la suelen parar aproximadamente una vez cada seis semanas sin ningún motivo aparente.

Cuando los agentes deciden poner una multa, esto puede tener un efecto devastador, ya que los residentes negros representan menos del 12% de la población pero cerca del 20% de las personas en situación de pobreza del estado.

“Si eres miembro de la clase media trabajadora, probablemente puedas asumir una multa de un par de cientos de dólares, y si te ponen dos o tres tal vez todavía puedas pagarlas. Probablemente no te va a arruinar,” indica Chapel. “Pero si tienes un salario que no llega a 15 dólares la hora, ahí es donde empiezas a ver que esta gente no ha conseguido pagar una multa cuando ya le están poniendo otra”.

Estuve en la cárcel por una multa y casi me muero

Es el caso de Eric Smith, de 36 años, que calcula que lo han parado “cientos” de veces. Como Oliver, los problemas de Smith empezaron con un coche que llamaba la atención. Cuando era un adolescente se compró un T-top Monte Carlo, y desde entonces no dejaron de pararlo y de ponerle multas. Esto estuvo a punto de costarle la vida.

En enero de 2017, Smith se entregó en el condado de St Charles tras una orden de arresto por infracciones de tráfico no pagadas y fue condenado a 12 días de cárcel. Seis días más tarde, tras un breve altercado con otro recluso, un guarda de la cárcel lo cogió y lo arrojó contra el suelo. Smith se dio un fuerte golpe en la cabeza contra un asiento de acero.

Según una demanda presentada contra la cárcel por Smith y la ACD, los funcionarios penitenciarios le cosieron la herida y le proporcionaron una “bolsa de hielo acuosa”, pero le negaron repetidamente atención médica. Semanas después de salir de la cárcel, Smith todavía sentía un dolor intenso y ataques intermitentes de mareos, náuseas, visión doble y falta de aliento.

Pasaron dos meses antes de que Smith le dieran hora para una resonancia magnética. Cuando los médicos finalmente le echaron un vistazo, descubrieron que Smith tenía una hemorragia subcraneal y que tenía que ser operado de emergencia para que le fuera drenada la acumulación. Era una operación de alto riesgo y los médicos le dijeron que si no hubiera sido diagnosticado y hubieran pasado dos semanas más, habría muerto. “Es absurdo”, señala Smith: “Me pusieron en la cárcel por unas multas y estuve a punto de morir”.

Wortham también terminó en la cárcel por multas de tráfico impagadas . De hecho, la policía le había puesto algunas de estas multas hacía más de diez años. En agosto de 2017 pasó 22 días en la infame institución del condado conocida como “centro de trabajo”, que según ella no es más que un lugar lleno de moho, sabandijas, inodoros obstruidos y mal olor. “Las condiciones de vida son horribles. Simplemente no entiendo cómo este edificio puede seguir abierto”, afirma.

Cuando en septiembre recuperó la libertad, volvió al condado de St Louis y nada había cambiado. Explica que aun la paran de dos a tres veces al mes y “nunca es solo para una advertencia”.

“Es por dinero. Paran a la gente con cualquier excusa para ponerles una multa y que tengan que pagar”, lamenta Wortham: “Pero paran a la gente incorrecta porque no tenemos dinero, somos pobres”.

Traducido por Emma Reverter

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