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El graffiti de los antidisturbios que no gusta al concejal del PP de Lavapiés

La obra 'Oda de la policía protegiéndonos de Skynet'.

Sofía Pérez Mendoza

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Cuatro antidisturbios actúan contra un robot rojo con una bolsa de mantero que yace en el suelo. Esto es lo que pintó el artista urbano Guillermo J.Bueno en un muro gris de una corrala de Lavapiés en mayo de 2019, tras el primer aniversario de la muerte de Mame Mbaye y los disturbios en el barrio que sucedieron a su fallecimiento. Un año después, el espacio donde lucía la obra, bajo el título 'Oda a la Policía protegiéndonos de Skynet', es un hueco vacío. Los servicios de limpieza del Ayuntamiento de Madrid han borrado la intervención con el argumento de que “podría incitar al odio” y “aumentar la conflictividad social” en la zona.

La intervención artística fue organizada por el colectivo Madrid Street Art Project con el permiso de la anterior corporación, liderada por Manuela Carmena, como un proyecto colaborativo de temática libre en el que participaron varios artistas urbanos de El Keller, un grupo reunido en torno al centro social Tabacalera. El resto de obras que se pintaron en el mismo muro permanecen intactas. “Han borrado exclusivamente esa porque parece que les molestaba y todo se hizo con autorización”, defiende Guillermo de la Madrid, miembro del colectivo, que lamenta que el equipo de José Luis Martínez-Almeida “coarte la manera de intervenir el espacio público”, que explica que no hubo conversaciones sobre los temas que versarían las piezas.

El graffiti no gustaba al concejal del distrito, José Fernández (PP). El edil manifestó hace un año en la red social Twitter que la representación artística se estaba “investigando”, mostró su “repulsa a lo que representa” y avanzó que se borraría en respuesta a una vecina que denunció la pintura porque, a su juicio, “no representa a la totalidad de los vecinos”. Este verano, ha dado órdenes para ejecutar la decisión.

La “investigación” a la que aludía se ha traducido en un “seguimiento en redes sociales realizado por la Policía Municipal” que ha concluido que la pintura “podía incitar al odio y aumentar la conflictividad social”, según explican fuentes municipales. “Se ha seguido un criterio de prudencia para evitar consecuencias peores”, asegura las mismas fuentes, que añaden que el año pasado, coincidiendo con esta intervención, aparecieron “pintadas contra la Policía” en el barrio.

“Es de libre interpretación, pero represento a un robot con un fallo de programación”

El autor de la obra, Guillermo J. Bueno, denuncia en conversación con elDiario.es que el Consistorio atenta “contra la libertad de expresión”. Dice que se enteró por sus compañeros artistas de Madrid Street Project, que un día pasaron por la plaza de la Corrala del Sombrerete y vieron el “recorte”. “No es un mensaje de odio. No estoy diciendo: todos los policías son unos bastardos o vamos a por la policía. Es de libre interpretación. Las personas que ven clavos en todas partes es porque solamente tienen martillos”, lamenta.

Este joven artista urbano, habitual participante de convocatorias en Madrid e integrante del centro social Tabacalera, defiende que sus obras tienen un nexo común que también está presente en esta: la crítica a lo que llama la cuarta revolución industrial, en la que “los robots asumen el papel de los humanos”. “Ahí represento a un robot con un fallo de programación”, añade.

Los servicios de limpieza intervinieron entre el 12 y el 14 de agosto en la plaza para borrar el rastro del mural. El autor admite que la obra generó críticas. Algunos vecinos, vinculados a la asociación vecinal Plataforma del Barrio de Lavapiés, solicitaron por Twitter al Ayuntamiento la retirada de la pintura. La agrupación es activa en la denuncia de narcopisos en la zona y defendió la actuación policial en los disturbios que asolaron el barrio el 15 y el 16 de marzo de 2018 tras la muerte del mantero senegalés Mame Mbaye.

Es habitual que el Ayuntamiento de Madrid elimine graffiti de las calles. El actual equipo, de hecho, endureció a principios de año las sanciones a quienes pintaran en los espacios públicos ilegalmente y pidió a los vecinos que lo denunciaran. Sin embargo, este mural sí tenía permiso para realizarse y su creación se enmarcaba dentro de una obra colectiva organizada. El autor cuenta que varios agentes se acercaron a verificar, los días que pintaron en la calle, si tenían permiso para hacerlo y el asunto quedó aclarado con el papel que acreditaba la autorización. Según su relato, los efectivos policiales se sorprendieron por su obra y comentaron entre ellos que “qué pintaba eso ahí”. Un año después, una porción del muro de la Plaza de la Corrala del Sombrerete recupera su color gris liso, como si nada allí hubiera pasado.

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