Plantas y estiércol para arreglar un peligroso desnivel en un alcorque
Harto de ver cómo quienes pasaban por delante de su negocio tropezaban por culpa del importante desnivel que había en el alcorque del árbol más cercano a su librería, Óscar Tobías, uno de los propietarios de Cervantes y Cía, en la calle del Pez 27, ha decidido rellenar el agujero con estiércol y poner en él plantas. “A ver si cunde el ejemplo entre otros vecinos y comerciantes”, comentaba esta mañana con las manos llenas de tierra. El mal estado de los alcorques del barrio es tema recurrente, así que ¿por qué no encomendarse a la iniciativa popular para mejorarlos?
En el horizonte, sobre este asunto, hay aún algo de esperanza respecto a una posible solución institucional, ya que una propuesta de actuación para convertir en jardines los alcorques de las calles de San Andrés y Marqués de Santa Ana, en plan experiencia piloto, se podría llevar a cabo si, finalmente, resulta elegida (se puede votar por ella aquí) en los presupuestos participativos de Madrid.
En Malasaña hay algunos alcorques huérfanos de árbol, otros, encharcados por mal funcionamiento del sistema de riego; muchos, llenos de bolsas de basura abandonadas por incívicos vecinos, o de defecaciones de perros; otros tantos, faltos de mantenimiento, con peligrosos socavones.
En otras ciudades del mundo no faltan los ejemplos de iniciativas que desde hace, incluso, décadas, se dedican a aprovechar los alcorques para establecer en ellos pequeños jardines.
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