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Mariso García (Periferia Teatro): “Queremos proteger tanto a la infancia que les volvemos tontos”

Mariso García, de Periferia Teatro

José Antonio Fuentes

Murcia —

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Este año, el Festival Internacional de Títeres de la Región de Murcia, Titeremurcia, celebra su mayoría de edad: `18 años moviendo los hilos del corazón´. Dentro de su extensa programación, el próximo 17 de noviembre la compañía murciana, Periferia Teatro, estrena su último espectáculo, 'Nube Nube', en el Teatro Circo Murcia.

Mariso García, 49 años, directora artística, dramaturga y actriz marionetista de Periferia Teatro llegó a Murcia a los siete años procedente de Elche. Su padre, profesor de matemáticas, obtuvo una plaza en el instituto Saavedra Fajardo de Murcia. A los 16 años se inició en el teatro con el grupo Escándalo Teatro, una compañía de artes escénicas de vanguardia influenciada por la histórica Arena Teatro. Junto a su actual pareja, Juan Manuel Quiñonero (Juanma) fundador y director técnico de Periferia Teatro, cumplen 30 años de empresa familiar.

Referente y maestra titiritera en la Región de Murcia, Mariso García, aboga por no tomar la vida, ni a uno mismo, demasiado en serio, y aprender de los niños lo que el paso de los años borra: “a reír y llorar con todo el cuerpo”.

¿Cómo llevas el 30 aniversario?

Con la tranquilidad de saber hacer la cazuela de barro porque has hecho muchas, aunque siempre en la búsqueda de nuevas formas. Las escuelas son maravillosas y necesarias, ojalá hubiese una de marionetas, pero reivindico el oficio en las artes escénicas. Es otra forma de aprender.

¿Dónde y con quién has aprendido el oficio de titiritera?

Estudié en la Escuela de Arte de Dramático de Murcia la especialidad de interpretación. En ese momento no había estudios relacionados con la máscara, las marionetas o el teatro de objetos, nada. No había escuela ni referencias. He sido autodidacta, he aprendido de estar encima del escenario y de maestros en diferentes partes del mundo, como Margareta Niculescu o Nevil Tranter y del que más, mi pareja Juanma, en Murcia.

¿Cómo fueron tus primeros años en el teatro hasta llegar a Periferia Teatro?

En 1989 Juanma fundó la compañía y dos años más tarde me incorporé. Previamente, Juanma había fundado Arena Teatro junto a Juan Pedro Romera, Enrique Martínez y Esteve Grasset. Entonces formaba parte de Escándalo Teatro, una compañía que surgió motivada por los espectáculos vanguardistas que hacía Arena Teatro.

Juanma dirigió un montaje de Escándalo y algunos nos iniciamos con las marionetas. Luis Ferrer me llamó para que moviese unos títeres hechos por un artista murciano maravilloso, Pedro Gálvez. Después, Juanma y yo, trabajamos juntos de nuevo y nos hicimos pareja. Desde entonces somos una compañía pequeñita y familiar, para lo bueno y lo malo.

Por vuestra compañía han pasado muchos jóvenes artistas que han continuado su carrera vinculados a los títeres, ¿Periferia Teatro es una escuela de teatro?

Me encanta compartir. He dado clase de teatro en institutos durante años. También he colaborado con la Escuela de Arte Dramático gracias al impulso de Fernando Vidal, profesor de escenografía ya fallecido, y Concha Esteve. Estos alumnos se acercan a la marioneta de otra forma.

Muchas de las personas que han pasado por Periferia Teatro han formando su propia compañía, como Dora Cantero, Begoña Iriarte, Olga Solera, o ahora Iris Pascual. Me encantaría que existiera una escuela profesional. Que la ESAD, la Escuela de Arte y Oficio o Bellas Artes, impartieran una especialidad de teatro de marionetas u objetos.

De eso hablaba. Este vacío académico que existe en Murcia en muchos tipos de teatro os hace referente y escuela, ¿por qué os llamáis Periferia?

El teatro de títeres es muy diverso y muy capaz de reflejar el alma humana encima de un escenario. Esto es muy importante. Nos llamamos Periferia porque hacemos cuentos de la periferia, porque estamos en la periferia (Murcia) y porque los temas que tratamos son periféricos. No hacemos cuentos clásicos, con todo el cariño y respeto. No usamos técnicas tradicionales. No estamos en el centro del meollo, sino en la periferia porque creemos que ahí es donde más se necesita.

Murcia es pequeña y la marioneta se empieza a conocer y valorar ahora. A lo largo de estos 30 años hemos tenido la suerte de trabajar fuera de Murcia porque, de lo contrario, no habríamos podido vivir de este oficio. Te planteas vivir y trabajar en otro lugar. Por otro lado, donde realmente hacemos falta es aquí. Me gustaría crear una pequeña escuela, abrir el taller y tener aprendices. Compartir nuestra experiencia y acompañar a quien quiera adentrarse en el mundo de lo visual.

`Nube nube´ es un espectáculo para personas mayores de cinco años, ¿quién pone estos límites de edad?

Me ha encantado lo de personas mayores de cinco años. Distinguir la edad en los espectáculos es relativamente reciente, antes no era tan importante. Ahora lo piden continuamente. Hay mucha segmentación.

He puesto a partir de 5 años porque los más pequeños quizá no puedan seguir la historia, pero no estoy segura. Me lo piden los programadores y la sociedad, papás, mamás y abuelos que me preguntan: “¿A partir de qué edad es?”. Lo entiendo, es complicado. Me gustaría crear espectáculos para todas las edades donde la palabra persona esté por encima de la edad que tenemos. Antes, el teatro de títeres se representaba en la plaza del pueblo. Era de los pocos tipos de teatro que podía burlarse en la cara de la autoridad y todo el mundo se reía, grandes y pequeños.

¿Hay mucha corrección política (entendida como una exigencia de enfoque didáctico en la propuesta artística) en los espectáculos destinados a la infancia por miedo a que algún padre o madre se sienta molesto o denuncie?

Claro que hay miedo. Queremos proteger tanto a la infancia que les volvemos tontos y tontas. Los privamos de la vida. Debemos ser cuidadosos e incluso tener un filtro, pero estamos hablando de prohibir la Caperucita Roja. Hay mucho miedo porque el teatro en este país depende casi en un 95% de la administración pública. Te podría contar infinidad de anécdotas en las que hemos dicho: “Dios mío”.

Cuenta una.

No poder sacar una pistola de juguete. No poder hablar de libertad en 'Vuela Pluma' porque dependiendo del público hacíamos apología del independentismo o todo lo contrario. Hablamos de conceptos abstractos como el amor, la violencia, la muerte o la libertad, pero cada vez hay más censura. Ahora, como creadora, me pienso más las cosas antes de mostrarlas.

¿El miedo se convierte en autocensura?

Totalmente. Un compañero no trabajó en una versión de 'La Caperucita Roja' porque sacó una pistola de juguete y simuló que se cargaba a todo el mundo. Otra compañía, con trabajos maravillosos, en uno de sus espectáculos habla sobre la guerra y, al final, muere una niña y no la contratan. No se admiten finales tristes y realistas como la muerte. Tiene que ser un trabajo tan bien hecho, que tu calidad artística esté por encima del bien y el mal, que se olvide lo que estás diciendo. Hay censura y con la infancia, más.

Estoy harta de actuar en colegios y que los niños vengan sin saber lo que van a ver. ¿Te imaginas, como adulto, no decidir si quieres ver un espectáculo? Al menos que se les informe. Estamos cubriendo expedientes, horarios vacíos de fondo. En España hay un proteccionismo clasista de la infancia muy acentuado.

En los últimos Premios Azahar el premio a mejor espectáculo teatral fue para una producción de Teatro Silfo destinado a personas de cero a tres años. Es algo poco habitual, ¿el teatro para la infancia se siente reconocido dentro del sector de las artes escénicas?

Está empezando a ser reconocido. Este premio marca un antes y un después. Cuando le dieron el premio a Sara Sáez y Fabrizio Azara lloré de alegría por ellos y también egoístamente por la parte que me toca. Estoy con Sara en la Asociación Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud que ella preside. Que Sara sea la presidenta nacional y Titeremurcia lleve 18 años ha contribuido a que el sector profesional nos vean de otra manera.

Hay un tema muy fuerte. Igual que existe una brecha salarial en determinados trabajos en función de sí eres hombre o mujer. Entre el teatro destinado a público adulto o infantil hay una diferencia abismal en los cachés. Los topes son muy diferentes. La infancia no merece la misma calidad artística que el adulto, ¿por qué? porque no votan.

¿Qué vamos a ver el próximo 17 de noviembre en el estreno de 'Nube Nube' en el Teatro Circo Murcia?

Es una versión muy libre de la `Sirenita´. Teníamos muchas ganas de hablar del amor y, en concreto, del amor romántico. Me gusta tratar temas complejos y simplificarlos, como en las fábulas. 'Nube Nube' es un pequeño ser hecho con marionetas de guante. Vive en las nubes, hace nubes y un día un aviador se estrella en una de sus nubes y no puede volver a su casa. 'Nube Nube' se enamora del aviador y le entrega sus alas para que pueda regresar. Nos adentramos en un juego poético con humor sobre las cosas que hacemos para querer y que nos quieran. Cómo a veces por amor nos olvidamos de quienes somos.

¿Qué has aprendido de los niños?

La mirada limpia. Lo obvio. Lo que no vemos. Con la edad me cuesta más y el niño es lo primero que ve: la causa y consecuencia de lo que hace. No le da cien mil vueltas. Es muy claro, se ríe y llora con todo el cuerpo.

Los niños han cambiado. Cuando empecé hace 30 años tenían otro ritmo. Hoy tienen una cultura visual muy fuerte. Admiten casi cualquier cambio de plano, son capaces de atender en el escenario varias cosas al mismo tiempo. Antes era imposible desarrollar la acción en diferentes lugares.

El año pasado vino a Titeremurcia un espectáculo de sombras, precioso. Cuando las actrices hacían una sombra con una linterna, a vista de público, los niños se maravillaban. Lo mecánico, lo simple, lo que se ve cómo está hecho es menos habitual en su día a día. Se da esta dualidad, su ritmo es más rápido y al mismo tiempo la fascinación por lo más simple es más grande.

Imagina que has montado la Escuela de Títeres Periferia, ¿qué le dirías a los jóvenes que acuden a tus clases y, algún día, les gustaría vivir del teatro?

Que se lo pasen todo lo bien que puedan. No hay límites. Que trabajen, trabajen, trabajen. El trabajo no te asegura que vayas a llegar a ningún lado. Es muy difícil, hoy en día qué no es difícil, pero que no te quede la duda.

En Murcia hay programación de títeres porque un puñado de locos decidimos hacer algo agrupados en UNIMA y el Festival Titeremurcia. Salir a trabajar fuera de Murcia era muy raro y ahora hay muchas compañías en gira. Jesús de Onírica Mecánica, por ejemplo, está haciendo cosas muy bonitas con un trabajo muy arriesgado. A los jóvenes les diría: míralo. Para ninguna de las personas que hemos conseguido vivir del teatro ha sido fácil; es fruto de mucho trabajo.

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