Real Murcia, el equipo centenario que soñó con jugar en Primera y lo pagó con décadas de problemas financieros
Profundamente arraigada en el imaginario colectivo de todos los murcianos, la historia centenaria del Real Murcia ha traído consigo luces y sombras. Salva Oliva, presidente de la Federación de Peñas del Real Murcia, describe al equipo de sus amores como “un club centenario que siempre ha paseado el nombre de la ciudad por toda España con orgullo”. Aunque se podría decir que, en las últimas décadas, las sombras se han impuesto a las luces por goleada. Fracasos deportivos, descensos administrativos, “pelotazos” inmobiliarios y, sobre todo, el fantasma de la deuda, que lleva amenazando al murcianismo desde, prácticamente, el nacimiento del club en 1919.
“A los once años de su fundación, ya empezaron los problemas”, apunta a esta redacción Enrique Baeza, accionista del club grana y periodista especializado en su historia, sobre la que está escribiendo su cuarto libro. “Ya entonces tuvieron que poner dinero, a través de suscripciones populares, para no desaparecer”, explica.
Pero el mayor incremento del endeudamiento del club coincidió con la presidencia de Jesús Samper, entre los años 2001 y 2015. En 1998, cuando Samper tomó el control del Real Murcia y lo transformó en una sociedad anónima, el club debía alrededor de 700 millones de pesetas —más de 4 millones de euros—. “Él lo multiplicó por cinco”, afirma Baeza.
El ascenso a Primera División: el principio del fin
Lo que fue el mayor hito deportivo de la historia reciente del Real Murcia se convirtió en una pesadilla en los despachos. A nivel económico, ascender a Primera División en 2007 fue un “desastre”, empezando por los contratos televisivos, que Samper decidió negociar por su cuenta, sin seguir el ejemplo de otros clubes: “Firmó un contrato con Mediapro de cincuenta millones de euros durante cinco años, diez millones por temporada. Ese contrato era bastante mejor que el del Recreativo de Huelva o el de Osasuna, por ejemplo, en aquella época. Él se vio fuerte, y realizó una inversión de 30 millones de euros”.
La caída del ladrillo también golpeó con fuerza la gestión de Samper. Tras un polémico convenio urbanístico aprobado por el Ayuntamiento de Murcia, que incluía también la construcción de un centro comercial, miles de viviendas y un campo de golf, el Real Murcia se mudó del centro de la ciudad a la zona norte en un cambio de estadio. Al tratarse de suelo no urbanizable, los dedos acusatorios se abalanzaron sobre lo que se vio como un “pelotazo” urbanístico más de los años 2000.
No iban desencaminados. La justicia murciana llevó el proyecto a juicio en 2018 tras detener a varios implicados en 2010, acusados de prevaricación, blanqueo de capitales, malversación y cohecho. Tanto altos cargos del consistorio murciano como el propio Samper, que ideó el proyecto, fueron imputados. Aunque la falta de sentencias firmes terminó por despenalizarlo: la jueza alegó entonces que los procedimientos no habían sido secretos.
La foto final no incluyó ningún campo de golf, tampoco el número de viviendas proyectadas, ni siquiera una ciudad deportiva para el Real Murcia. Sí que se construyó un centro comercial, que Samper vendió a la multinacional francesa Klépierre por 233 millones de euros, en lo que fue “un gran negocio” para el empresario, según relata Baeza. El estadio Nueva Condomina, ahora llamado Enrique Roca, se inauguró en 2006. Una infraestructura poderosa, con capacidad para 31.500 espectadores y unas instalaciones muy superiores a las de otros equipos de la misma categoría, pensado para un Real Murcia de Primera. El problema fue que el fútbol de élite no se pudo disfrutar desde sus gradas más allá de aquella temporada, porque el equipo descendió.
La llegada de Felipe Moreno y el pago de la deuda pública
El descenso a Segunda División fue la grieta que hizo tambalearse toda la infraestructura construida por Samper. “El Murcia se llevó muy poco de todo aquel negocio que se generó”, lamenta Baeza. A partir de entonces, todo fue cuesta abajo. El club pimentonero enfrentó un descenso administrativo en 2014 debido a sus graves problemas económicos y, en 2018, acumulaba una deuda de aproximadamente 50 millones de euros, según explica el periodista.
La toma de control del club por parte de Felipe Moreno en 2022 hizo que los murcianistas comenzaran a ver la luz al final del túnel, al menos en lo económico. Desde que el empresario cordobés, expropietario del Club Deportivo Leganés, se convirtiera en presidente y máximo accionista del Real Murcia, la inyección de capital ha sido continua. Tanto que el club logró deshacerse por completo de su deuda pública el pasado mes de mayo. Además, según un informe desvelado en junio por Onda Regional de Murcia, el equipo cerró el ejercicio de la temporada pasada con un superávit cercano a los 400.000 euros. Algo que, según Baeza, solamente ha ocurrido “nueve o diez veces contadas en la historia”. Pero el superávit no ha bastado para alejar el fantasma de la deuda de la capital murciana, ni mucho menos.
Regresan los problemas a las oficinas del Real Murcia
En el mes de julio, el Tribunal Supremo anuló una ampliación de capital promovida desde la directiva del Real Murcia en noviembre de 2018, que ofrecía una acción del club por 1,22 euros a compradores de todo el mundo con el objetivo de sanearlo económicamente. La justicia la consideró nula tras la impugnación del entonces presidente, Mauricio García de la Vega, que era propietario de un 84% de las acciones en aquel momento, aunque no estaba al frente de la gestión del Real Murcia. El empresario mexicano había ejercido su derecho a adquirir esas acciones porque así lo permitía una cláusula del contrato que había firmado un año antes al ponerse al frente del proyecto. Sin embargo, tras una gestión polémica, se encontraba inmerso en una guerra societaria con otros directivos por el control real del club. Tras la sentencia, de la Vega quedó como propietario de un 28% del Real Murcia, mientras que Moreno es dueño del 56%, tras comprarle al mexicano dos tercios de sus participaciones para conservar la mayoría en la Junta de Accionistas.
Para Baeza, la sentencia del Supremo implica que “todo lo que se ha hecho en 2018 en adelante no vale, porque el dinero que se ha puesto es deuda”. Los más de 20.000 aficionados que compraron acciones desde 94 países distintos han pasado a ser acreedores, y el capital social ha quedado reducido a una cifra muy baja. El Real Murcia presentó hace dos semanas un Plan de Reestructuración que contempla la quita de un 85% de esa deuda y prevé distintas fórmulas de pago a los acreedores. Y es que, con la aprobación del plan, la deuda vigente queda fijada en algo más de 32 millones de euros, sumando socios y acreedores. El club ha decidido no hacer ninguna declaración a este diario al respecto.
Lo económico y lo deportivo, de la mano
Periodistas deportivos y aficionados coinciden en que la deuda ya no es una cuestión que pueda poner en jaque la supervivencia del equipo, como sí ha sucedido en otros momentos de la historia del club. La positiva gestión de Moreno de los últimos años parece haber despejado todas las dudas, pero la situación económica va de la mano de lo deportivo, tal y como apunta Oliva desde las peñas murcianistas. “Sin una situación económica estable en el club, no puedes acometer fichajes como los de este verano y no puedes mantener una estabilidad en la plantilla. Voy más allá, en lo institucional es primordial que haya tranquilidad, para que acompañe en lo deportivo”, explica a esta redacción.
Además, el tan ansiado ascenso a Segunda lleva años sin producirse y, para Oliva, “es difícil saber por qué”. Si bien cree que la plantilla quedó algo descompensada este verano, otros aficionados piensan que la cuestión se reduce a mala suerte. “Además de la mala suerte, creo que se necesita un proyecto que vaya muy sobrado para ganar en esa categoría, y no es el caso. Se han confiado en algunas ocasiones en los últimos años”, opina Miguel Ángel Belando, abonado del Real Murcia.
Baeza cree que ascender de categoría tampoco acabaría con todos los problemas del equipo centenario. “Aunque tengas mayores ingresos, los gastos también son grandes por cómo está estructurado el club. La salud económica plena se recupera en Primera División”, advierte. El periodista cree que al Real Murcia le falta “alguien que dé con la tecla”: “Necesita un alma mater que trascienda lo deportivo”.
El Real Murcia y su relación con la ciudad
Atrás quedan los tiempos en los que el Real Murcia comenzaba la pretemporada, desde principios hasta la mitad del siglo XX, jugando contra el Real Madrid en casa. Baeza recuerda que no todos los equipos podían pagar su caché, y el Real Murcia llegó incluso a ganar al equipo de la capital a mediados de los años 20. También logró un empate notable durante la última temporada que jugó en Primera. Ahí está la clave para el periodista: “Se crea una identidad. Se crea un relato que ahora mismo se ha perdido, porque deportivamente es un desastre”.
“La gente ve al Murcia como algo sentimental, algo de aquí de la tierra, algo muy nuestro. Mire usted, este equipo iba a desaparecer, pero hicimos las pulseras y lo salvamos. Hicimos una ampliación de capital y conseguimos que la gente se involucrara. Por eso ahora mismo hay esa sensación de pertenencia tan grande”, agrega.
Las cifras lo demuestran: cada fin de semana que juega en el Enrique Roca, al Real Murcia lo acompañan alrededor de 15.000 personas. Una afluencia más que notable, teniendo en cuenta que juega en Primera Federación (Primera RFEF), la tercera categoría del fútbol nacional. “No se entiende el Real Murcia sin Murcia, igual que no se entiende Murcia sin el Real Murcia”, asegura Oliva. Si la fidelidad de su afición será suficiente para que el club grana vuelva a brillar como antaño continúa siendo una incógnita.
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