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DommCobb, viñetista: “Las personas tenemos dentro un universo entero para investigarnos”

Ana B. López García, alias DommCobb

José Miguel Vilar-Bou

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Tras el seudónimo de DommCobb, la murciana Ana Belén López García ha atraído a más de 54.000 seguidores en Instagram con sus viñetas que mezclan humor con reflexión y encanto con desencanto. Todo ello cristaliza en La vida es ahora… después (Raspabook), libro que reúne dos años de creatividad en las redes. Delineante de profesión -“No soy ilustradora”, afirma-, en esta entrevista Ana Belén conversa sobre el poder de las frases, la volubilidad de las redes, la naturaleza de las personas y la vida en general. El próximo 6 de diciembre dedicará ejemplares de su libro en la Fnac de Valencia a partir de las 18.00.

Tus viñetas se caracterizan por su tono irónico y de un cierto desencanto, pero también hay en ellas calidez.

Supongo que el tono de zasca es el que más resalta. Me encantan la dulzura, la ternura… pero no son cualidades que yo tenga en demasía. Entonces, en las viñetas hay la calidez que yo pueda poner, pero sobre todo la de quien las lee. Me he encontrado lectores que sólo ven desencanto y pesimismo, mientras que otros encuentran un trasfondo luminoso: se habla de desamor, pero también de amor. Quiero decir que las viñetas tienen tantos significados como ojos las ven. Te lo digo porque me está pasando.

¿Por qué en blanco y negro?

Porque es directo, tiene impacto. Mis monigotes son muy sencillos, de trazo simple. Todo el peso lo coge el texto. Cuando empecé, como no sabía dibujar un ser humano de manera mejor, lo hice así. Eran incluso peores que los que hago ahora (ríe).

No eres ilustradora.

No. Y se nota muchísimo. Sí hago dibujo artístico y tengo mi experiencia con la delineación… pero ilustradora no. Hay muchas cosas a las que no llego. Por eso cuando alguien define el libro como cómic… ¡Uf! Es algo que no puedo usurpar. Y bueno, cuando me hablan de autoayuda… los pelos se me ponen de punta, porque eso sí que no.

Son viñetas de humor, pero a menudo acompañadas de reflexiones sobre temas cercanos y profundos a la vez.

Me gusta profundizar en todo. De hecho a veces cruzo líneas que son perjudiciales para mí. Para poder tomarte las cosas con humor, primero tienes que llorarlas. Por ejemplo el desamor: Cuando te sucede, tienes que sufrirlo, y para eso tienes que ahondar en ti, en la tristeza, saber de qué estás hecha. Entonces, al final llegas a una línea de no retorno en la que por fin logras trivializar, relativizar… y ahí empieza el sentido del humor.

Lo que no te mata te hace más fuerte.

Yo misma he puesto esa frase en mi perfil de Facebook muchas veces (ríe), pero lo cierto es que lo que no te mata te hace un montón de cosas… como dejarte moribunda. Las frases lapidarias quedan muy chulas, pero hay que tomarlas con distancia. Es como los refranes, que se llevan mucho: todos tienen su contrario. Hay uno que dice que madrugues y otro que dice que descanses. Los dos extremos son válidos. Sin embargo a veces nos atrincheramos en eslóganes, cuando todo puede ser verdad. No hay eslóganes fijos que nos valgan siempre, porque las personas somos una continua fuente de cosas. Tenemos dentro de nosotros un universo entero para investigarnos.

Al final del libro animas a quien no le haya gustado a que haga el suyo propio.

Es que ahora se lleva mucho la crítica. Criticar lo que hacen los demás por el motivo que sea. Si tú creas algo, si pones algo nuevo en el mundo y lo comparas con lo que hacen otros… bueno, eso lo puedo entender. Pero que alguien se ponga a opinar de manera tan extrema… A esa persona la invito a que, en vez de hablar, haga algo mejor que lo que critica. Y no lo digo en plan queja, sino como algo constructivo, porque me encanta la creatividad o como la quieras llamar. Me aporta tanto que quiero que todos saquen la que llevan dentro y estén tan contentos como yo.

Empezaste a crear tus viñetas hace algo más de dos años… ¿Cómo surgieron?

Fue en el transcurso de una noche de tristeza, rabia, desesperanza… un momentazo de esos (ríe). Yo venía de una etapa muy mala. Estaba en mi sofá y pensé que me gustaría tener un lienzo en blanco y poder echarle pintura a golpes. “¡Si no sabes dibujar!”, pensé. Pero enseguida otra idea me vino: “Empezando así la frase, normal…” Ahí surgió la primera viñeta. Cogí un boli y la dibujé. Era un personaje que decía:“No sé dibujar” y otro contestaba: “Empezando así la frase, normal…”. Esa noche hice seis o siete más. Encontré alivio en ellas. A lo largo de los días siguientes siguieron saliendo. Durante los primeros tres meses las mandaba a mis amigos, mis sobrinas… Fue mi sobrina la que me dijo que las compartiese en Instagram. Entonces yo no tenía ni cuenta todavía.

No eras una maga de las redes sociales.

¡No! No sabía ni lo que era un hashtag. Pero en cuanto empecé, comenzaron a aparecer seguidores. Yo no sabía de dónde salían.

Ahora mismo tienes más de 54.000.

Pues mis viñetas no fueron hechas con idea de hacerlas públicas. Eran para mí, para soltar yo, reírme yo. Alguien ha dicho que son terapéuticas. Para mí lo fueron, y parece que para muchos otros también. Pero yo no esperaba nada.

A lo mejor es por eso.

En cuanto siento que hago las cosas para que la gente me siga, a la espera de un resultado, me aburro. Me encuentro incómoda. Sólo hago caso a lo que sale de mí de manera natural. La brújula que sigo es mi bienestar personal. De hecho, a veces gente me pide que les haga una viñeta sobre un cierto tema y no funciona. Yo les digo: “Hazlo tú mismo, si es fácil”.

Ahora saltas de las redes al libro. ¿Cómo sucede?

Las viñetas las hago en unos cuadernos. Unos amigos, al verlos, me dijeron que así, en el papel, se veían muy bien y que molaría tenerlas todas juntas. Me pareció buena idea. Un amigo me habló de Raspabook. Envié mi trabajo y me llamaron enseguida.

En una de tus viñetas un personaje le pregunta a otro si le gusta más Facebook, Twitter o Instagram. La respuesta que obtiene es “los bares”.

Es que las redes sociales son como las de pesca. Están llenas de agujeros, todo es muy inestable. Tú puedes tener cien seguidores y yo 54.000, pero ahora estamos aquí hablando en un bar y ¿qué significa? Nada. No es real. Lo único que hacemos es darle a un botón de 'me gusta'. A ver, es fascinante tener tantos seguidores. Sin ellos quizá no existiría el libro, por ejemplo.

Internet no sustituye el contacto real.

Bueno, no sabes lo que me entretengo yo cuando hablo con los seguidores. Es toda una manera de conversar. Te cuentan cosas fascinantes. Se establece una conexión bestial… Eso me gusta.

¿Qué te cuentan?

Cosas muy íntimas. Me piden viñetas sobre sus experiencias personales. Una me contó que el amor de su vida murió. Me habló sobre cómo te quedas viviendo aquí muchos años, sabiendo que esa persona se fue. Lo hermoso es que yo no sé su edad, ni si son blancos o negros, rubias o morenas, o con quién se relacionan. Es una conexión directa entre lo que tú tienes dentro y lo que yo tengo dentro. No hay nada que lo desvirtúe. Se habla de ser humano a ser humano.

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