Hubo una generación de mujeres y hombres que llegamos a la radio pública en la década de los ochenta con ganas de comernos el mundo. Algunos nos dispersamos por el territorio nacional, dando saltos de emisora en emisora en función de las diferentes oportunidades y responsabilidades que se nos brindaban. Sin embargo, otros quisieron ir mucho más allá y salieron al exterior para ver y contar lo que allí pasaba. Es el caso de Fran Sevilla, ese veterano reportero que, en estos días, ha helado el corazón de sus colegas cuando lo hemos visto jugársela en Ucrania. Al sur de Zaporiyia, el convoy en el que viajaba rumbo a Mariúpol como enviado especial de RTVE, fue atacado por la artillería rusa. “Hemos vuelto a nacer”, confesó a Ana Blanco en el Telediario de las 3 de la tarde, repuesto del susto.
El impacto de un proyectil es algo difícilmente imaginable para los que, por suerte, nunca lo hemos experimentado. Fran Sevilla ha contado que, en las guerras -él ha cubierto algunas- ya no sirve de mucho colocar un rótulo en los vehículos en el que se lea Prensa. Dice que le dijo a su conductor que, aparte del texto en ucraniano, lo pusiera también en inglés, para que los rusos comprobaran que se trataba de prensa internacional. Pues ni con esas…
Fran Sevilla ha cubierto para RNE las guerras de Irak y Afganistán. Se ha pateado casi toda América Latina. Estuvo en la Nicaragua sandinista, el Paraguay de Stroessner, la Guatemala de Ríos Montt o el Chile de Pinochet. También cubrió la guerra de Yugoslavia y la del Golfo. Atesora numerosos premios como consecuencia de una dilatada carrera, siempre vinculada a la radio pública.
El conflicto de Ucrania está evidenciando el papel que los reporteros veteranos juegan en este tipo de situaciones. La BBC cuenta en la zona con algunos de ellos, quienes con su maestría habitual a la hora de elaborar sus reportajes nos ponen en situación y, también, en contexto. Un ejemplo es el escocés Quentin Sommerville y su cámara Darren Conway, empotrados como han estado con las fuerzas ucranianas en primera línea de fuego. Son periodistas curtidos en mil batallas, como Fran Sevilla, y como antes lo fueron otros, como los españoles Enrique Meneses, Manu Leguineche o Arturo Pérez-Reverte, por citar solo a algunos de ellos. Otros, que cayeron en el frente, fueron Miguel Gil, Julio Fuentes, Julio Anguita Parrado, el cámara José Couso, Ricardo Ortega, David Beriain, Roberto Fraile...
Fue Napoleón el que dijo aquello de que la guerra, como el amor, para que termine, tiene que verse de cerca. Los reporteros contemporáneos no solo se enfrentan al peligro consustancial que supone estar en la línea de tiro; también tienen que hacer frente a la desinformación que generan, en muchas ocasiones, las redes sociales y las fake news. Rusia es una consumada experta en todo esto. Por eso es tan necesario que en Ucrania haya ojos independientes para ver y contar lo que allí está pasando. Como Fran Sevilla, un tipo que volvió a nacer este martes, en una carretera al sur de Zaporiyia, mientras hacía periodismo.
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