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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Sic semper tyrannis

El velatorio del ex primer ministro japonés Shinzo Abe en el templo budista de Zojoji en Tokio. EFE/EPA/CHRISTOPHER JUE

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El exprimer ministro de Japón, Shinzo Abe, fue asesinado el 8 de julio de 2022, conmocionando a la nación nipona. Los líderes resultan investidos con atributos de la figura paterna y su asesinato por miembros de su nación adquiere tintes de parricidio. Ahora bien, si el magnicidio en general es un crimen monstruoso, hay casos, aquellos en los que el dirigente es considerado un tirano (no precisamente el del exmandatario japonés), en los que frecuentemente se ha justificado el homicidio. 

Allí donde la historia se funde con el mito, la violación de Lucrecia por parte de Sexto Tarquinio, hijo del entonces rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, llevó a un alzamiendo liderado por Lucio Junio Bruto, que acabó con la monarquía y dio lugar a la República Romana. Cinco siglos después, otro miembro de la misma familia, Marco Junio Bruto, emuló los impulsos liberadores de su ancestro al asesinar a Cayo Julio César, ante la sospecha de que éste quería erigirse como nuevo rey de Roma. Según la leyenda, en el acto acuñó la expresión 'sic semper tyrannis' (así siempre con los tiranos), estableciendo el modelo del tiranicidio como solución frente a la tiranía. 

Este modelo ha sido utilizado numerosas veces a lo largo de la historia. Particularmente en el Imperio Romano, donde el asesinato de los emperadores que se convirtieron en tiranos sanguinarios fue más la norma que la excepción. El tiranicidio se ha considerado como una loable respuesta a la tiranía. Ahora bien ¿es tan loable realmente?

Aunque el asesinato de Calígula liberase a los romanos de un monstruo, la rotura del principio de legalidad, especialmente si es sangrienta, no ocurre sin consecuencias. Ese tiranicidio inauguró la insidiosa amenaza sobre la estabilidad del estado que supuso la guardia pretoriana, algo que no pudo ser contenido hasta que Diocleciano abandonó Roma. Otros casos a considerar son el suicidio forzado de Nerón, y los asesinatos de Cómodo y Julio César, que condujeron a guerras civiles provocando un daño muy superior al que probablemente habrían provocado los tiranos. ¿Qué es peor, el tirano o el caos que le sucede tras su asesinato?

Los derrocamientos y posteriores homicidios de Luis XVI en Francia y los Romanov en Rusia también dieron lugar a periodos de inestabilidad y derramamiento de sangre. ¿Fueron el precio necesario para el progreso o crímenes execrables? Aunque en el caso del asesinato del archiduque Francisco Fernando para 'liberar' a Serbia del Imperio Austrohúngaro puede haber pocas dudas de que el desastre desencadenado supera cualquier posible beneficio, la cuestión ha estado abierta a lo largo de la historia.

En el Occidente de la Edad Contemporánea se tiende a pensar que los tiranos pueden ser depuestos siguiendo procedimientos determinados por la ley y sin derramamiento de sangre. Sin embargo, el 'sic semper tyrannis' fue invocado en el asesinato de Abraham Lincoln y con relativa frecuencia se cometen nuevos magnicidios. Aunque en el nivel del discurso el tema parezca cerrado, en el de la acción no lo está. 

En los últimos años, Occidente está afrontando una crisis de liderazgo sin antecedentes recientes. Figuras llamativas, en algunos casos destacadamente histriónicas e incluso estrambóticas, se han basado en consignas populistas agradables para la mayoría de sus votantes, y han desarrollado políticas destructivas para la convivencia, la economía, el imperio de la ley y las instituciones de sus respectivos países. Esto ha provocado un importante malestar interno en distintos países que me ha hecho temer la aparición de un gavrilo enfurecido y el retorno del 'sic semper tyrannis'. 

No sé si soy demasiado optimista al considerar la posibilidad de que estemos vislumbrando el final del túnel. Donald Trump abandonó la presidencia de los Estados Unidos al ser derrotado en las urnas (dejando al margen el incidente de la toma del Capitolio, solucionado por las fuerzas de seguridad y que actualmente está estudiando la justicia). Boris Johnson también está en el proceso de salida de Downing Street, desalojado del poder por los miembros de su propio partido, siguiendo un procedimiento democrático. 

Es pronto para saber lo que pueden dar de sí estos relevos, pero sí podemos afirmar que ha sido posible sustituir a estos líderes mediante procedimientos legales y sin derramamiento de sangre (nuevamente, con la posible excepción de los sucesos del Capitolio). 

La frivolidad de las épocas de bonanza favorece que los ciudadanos (y algunos de sus representantes) se centren en sus intereses particulares y no se movilicen ante los desmanes de los tiranos. Sin embargo, cuando el zapato aprieta es más fácil que surja la reacción que trata de poner las cosas en su sitio. La pandemia de la COVID-19, la invasión rusa de Ucrania, la inflación y la crisis energética suponen una bofetada de realidad que favorece la movilización. Si esta movilización se mantiene dentro de los cauces legales y democráticos podemos acabar sacando algo bueno de todo esto y darle un nuevo sentido al 'sic semper tyrannis'. Así, apartándoles del poder, pero sin romper el sistema ni recurriendo al asesinato. 

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