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'Parir en el Siglo XXI': un documental sin artificios que demuestra que otro parto es posible

Paula, una de las protagonistas del documental, mientras da a luz

Patricia Gea

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Cuando Graciela llegó a las clases de preparación al parto en el Hospital de Burriana, Castellón, llevaba en mente parir por cesárea. Al final tuvo a su hija en una bañera de agua caliente, sin intervención médica de ningún tipo y dejando que su propio cuerpo marcase los tiempos del proceso. Conoció esta alternativa gracias a las matronas que la acompañaron en los meses previos. La información que le dieron sobre el parto natural y respetado, un método de baja intervención que pone en el centro la capacidad de decisión de las mujeres que van a dar a luz, le hizo cambiar de opinión. Hasta ese momento ni siquiera sabía que podía decidir cómo parir.

Lo imaginaba en una habitación de hospital, sentada como en una visita al ginecólogo y “rodeada de aparatos y de médicos con batas verdes dando órdenes de forma brusca”. En muchos casos es así; en el suyo, nada más lejos de la realidad: “fue un momento especial y diferente, por muchos motivos”. Ríe. Recuerda que en las clases de preparación que cambiaron su mirada sobre el embarazo encontró además dos compañeros poco habituales: Alex Badía y Claudia Reig, dos periodistas que se habían decidido a explorar la atención respetuosa al nacimiento en un hospital que lo pone en práctica desde hace más de veinte años, el Hospital de la Plana de Castellón.

Buscaban, cámara en mano, mujeres dispuestas a abrirles las puertas de algunos de los momentos más íntimos de sus vidas: revisiones, ecografías, dudas, miedos y, en la cumbre, la hora de dar a luz. A pesar de las reticencias iniciales, gracias al empeño de cinco futuras madres y de las matronas y profesionales del centro por dar a conocer su método de trabajo, este 19 de noviembre se ha estrenado el documental interactivo “Parir en el siglo XXI”, dirigido por Badía y Reig en colaboración con RTVE y Á Punt. Es una recopilación de las historias de Paula, Mireia, Angels, Graciela y Ester, las protagonistas de su parto y también de este reportaje audiovisual.

Realismo sin mitificaciones, nacimientos sin epidural, médicos que acompañan pero no marcan los ritmos, luces tenues, música de ambiente: una imagen nueva del parto para la mayoría. “El objetivo era, por un lado, romper con la imagen terrible que tenemos instalada de lo que es un parto y, por otro, mostrar que hay alternativas en la atención”, explica Álex Badía. El protocolo de respeto hacia la mujer que llevan a cabo en La Plana es una rara avis entre los departamentos de maternidad de los hospitales españoles. Se debe, según Sole Carreguí, matrona supervisora del servicio de partos en el que se grabó el documental, a que “la gran mayoría de ellos no se han actualizado con las pautas de la evidencia científica y de los organismos internacionales”, que instan a reducir la intervención y la medicalización. “Dicen que, efectivamente, se requiere de cuidados adecuados, acompañamiento y soporte emocional, pero que la medicación y la tecnología deben ser utilizados solo ante posibles complicaciones”.

 

Carreguí cree que es responsabilidad de los hospitales ofrecer a las mujeres un parto respetado, sin excusarse en que “ellas no lo piden”. “No necesitamos tanta medicación pero cuesta cambiar esta visión porque son todavía muchas las que tienen en mente que una cesárea es más segura que un parto, o que cuantos más médicos y aparataje haya en la sala es mucho más seguro, pero eso no es así”, afirma, “falta información”. Matronas y periodistas han aunado conocimientos para introducir en el documental herramientas interactivas con datos, recreaciones e informes que profundizan en la situación de los nacimientos en España. Además, permite crear y descargar un plan de parto respetado al final de una serie de preguntas que reproducen una toma de decisiones real de una embarazada en el hospital de La Plana.

Graciela cuenta que servir de guía fue precisamente lo que le hizo decidirse a participar en el documental: “que otras mujeres conozcan esta alternativa, ayudarlas a perder el miedo a parir de forma natural, hacer ver que no hay necesidad de ponerse epidural o cortar la piel”. Claudia Reig recuerda como en las clases de preparación que visitaron para grabar el documental “se daba muchísima información acerca de todo”. Por ejemplo, el dolor: “Hacían una escala del dolor y los tratamientos para reducirlo, desde el más inocuo, masajes o bañeras de agua caliente, hasta el más invasivo, como la epidural, y sus posibles secuelas, y ellas decidían”. Quizá por esta preparación, dice, “en todos los partos que hemos grabado las mujeres estaban tan seguras de sí mismas y concienciadas con el proceso”.

“Tratamos de darles todas las herramientas para que se empoderen y se vean capaces de dirigir ellas mismas la situación en vez de los profesionales”, añade la jefa de matronas de La Plana. ¿Cómo lo hacen? “Informando de todo lo que va sucediendo, respetando los tiempos de preparación, preparto y expulsivo, las posiciones en las que la mujer se sienta más cómoda, monitoreando a la madre y al feto de forma intermitente para evitar correas y monitores en exceso que restan movimiento, ofreciendo métodos para aliviar el dolor distintos a la epidural, como el gas, que apenas tiene efectos secundarios, o la inmersión en agua templada, que ayuda en el parto. Dejamos que coman y beban y solo les ponemos una vía si llega a ser necesario”. Antes del parto, organizan visitas a estas habitaciones para que se familiaricen con ellas.

El hospital ha hecho importantes inversiones en crear un espacio adecuado para realizar este trabajo. La luz no es un foco blanco deslumbrante, si no que se gradúa; las salas están equipadas para poner música ambiental, que puede llevar la pareja si lo desea, y los profesionales que allí desempeñan su labor reman todos en el mismo sentido. “Al final, lo más importante es nuestra actitud. Aquí hemos aprendido a entender de otra forma el nacimiento y me enorgullece que tantos compañeros de todos los estamentos hayamos conseguido coordinarnos por el mismo objetivo: poner en el centro a la mujer. Hemos llegado a una madurez de equipo que nos permite ofrecer a cada una lo que necesite, sin depender de quién esté atendiendo los partos ese día”.

Un parto entre cámaras

Primero se produjo el acercamiento, luego surgió la confianza y al final, el vínculo. Claudia y Álex estaban produciendo una serie documental sobre la sanidad pública en la comunidad valenciana cuando conocieron a Sole, la responsable de partos del hospital La Plana. Con ella planificaron la manera de enfocarlo. “Había reticencias entre algunos profesionales para ser grabados, y también entre las mujeres”, apunta Reig. “En ese proceso decidimos ir a los centros de salud de Burriana, un pueblo cerca de Castellón, que derivaba a las embarazadas a La Plana”.

Allí conocieron a Graciela, Paula, Ester y Mireia, a las que acompañaron a lo largo de dos meses en sus clases, revisiones, ecografías… “Tratábamos que se acostumbrasen a tenernos allí en momentos de intimidad”, recuerda Badía, “Claudia, por ejemplo, se metía con ellas en la piscina y después las acompañaba también al vestuario”. Al margen de que estuvieran cómodas con la imagen que se iba a dar luego de sus cuerpos, para nosotros era importante que nuestra presencia no interfiriera en su proceso de parto, por eso queríamos dar bien todos los pasos antes de llegar al paritorio“.

Para Graciela, Álex y Claudia trascendieron su papel de periodistas para convertirse en dos apoyos fundamentales. “Me sentí muy segura con ellos, perdí la vergüenza. Desde el principio estuvieron conmigo mi chico, mi madre y ellos dos, así que acabaron siendo como parte de mi familia”.

“Fue un parto de ocho horas”, se acuerda Claudia. Recibieron la llamada a las dos de la mañana y salieron de inmediato hacia el hospital. “Estábamos incluso nerviosos. Intentas distanciarte, pero inevitablemente te implicas. Fue muy bonito saber que lejos de ser un estorbo les aportábamos algo en ese momento. Lloré en cada parto que grabamos, no sólo por lo especial del hecho en sí, sino por ver lo fuerte y poderosa que se siente una mujer después de haber pasado por todo eso y haberlo conseguido”.

“Desde mi punto de vista de mujer no madre”, concluye, “puedo decir que esto es muy importante porque hemos sido sumisas al sistema sanitario durante mucho tiempo, entendiendo que el parto era un proceso que tenía que medicalizarse. Ahora le hemos dado la vuelta: sabemos que nosotras sí podemos decidir. En un hospital y con todo controlado, pero informándote, sabiendo lo que estás enfrentando y lo que está ocurriendo. Es un proceso nuestro, una reivindicación desde el feminismo necesaria. Ojalá sirva para que muchas mujeres se den cuenta de las opciones que tienen”.

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