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Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

Antes niños que deportistas

Patricia Burgo Muñoz

Hace unos meses la FIFA sancionó al F.C. Barcelona y a la Federación Española de fútbol por infracciones relacionadas con el traspaso y la inscripción de jugadores menores de 18 años. Los titulares de prensa se centraron entonces en el castigo que suponía al Barça no poder realizar fichajes hasta 2015, y dejaron en un segundo plano la responsabilidad que se deriva en la formación de menores de edad.

Ser una estrella del deporte es el sueño de muchos chavales, y de muchos padres, que anhelan que sus hijos sean el nuevo Rafa Nadal, Pau Gasol o Iker Casillas. Los clubes, por su parte, buscan en el talento temprano de un joven deportista un diamante en bruto del que sacar un rendimiento deportivo, primero, y económico después en muchos de los casos. Pero no todos los atletas que prometen cumplen las expectativas previstas. ¿Qué ocurre entonces con estos chavales que además en algunos casos están fuera de su entorno?

Mónica García, abogada especialista en Derecho deportivo y asesora de deportistas -entre ellos Lionel Messi- ha sido testigo durante su carrera de irregularidades, presiones y malas prácticas en la contratación y formación de jóvenes deportistas. De hecho, para ella, “es la parte más oscura del deporte”. En los últimos años, la abogada se ha centrado en “mejorar este aspecto” para que lo más importante sea siempre “la dignidad de la persona”, algo que en muchas ocasiones queda relegado a un segundo plano. “Hablamos de adolescentes, la época más creativa de la persona, si no los cuidamos, convertimos a estos chicos en mera mercancía. Pero el menor debe ser el sujeto de derecho, no el objeto de los derechos de todos”, reivindica. Por eso la letrada, además de considerar fundamental el cumplimiento de las leyes, apela al papel de la familia y los clubes a la hora de arropar a estos deportistas en los inicios de su carrera.

Ese papel es el que trató de desempeñar Álvaro Bilbao durante los cinco años que estuvo entrenando al equipo junior del Baskonia. Bajo sus órdenes han estado jugadores ACB como los hermanos Carlos y Juan Pedro Cazorla, o Javi Rodríguez; y también otros que han dado el salto a la NBA como José Manuel Calderón, Jorge Garbajosa o Tiago Splitter. Deportistas que llegaron muy jóvenes al club y tuvieron que adaptarse a una nueva ciudad, incluso un nuevo país, y a una disciplina. A pesar de que en ese proceso surgen muchas dificultades, Bilbao recuerda aquella época como “una experiencia fantástica”, y si volviera a entrenar lo haría “por ayudar en esa fase de la formación de la personalidad” de jugadores que además de ser estrellas del baloncesto se han convertido en sus amigos.

Bilbao insiste en la educación y la disciplina como valores fundamentales a la hora de formar a estos chicos que dejan todo por jugar al baloncesto. “Nosotros hacíamos mucho hincapié en el tema del estudio, porque de diez becados, igual cinco pueden vivir del baloncesto pero otros cinco no”. Las lesiones es otro de los factores clave en el inicio de la carrera de un deportista, “no lo saben afrontar porque de repente se encuentran sin poder jugar”, explica el exentrenador, “por eso es más importante el trabajo formativo que el táctico o el técnico”, insiste.

Ortzi Acosta (Vitoria 1976), lo sabe bien. Pasó parte de su infancia y toda su adolescencia dedicado en cuerpo y alma a la gimnasia deportiva y consiguió nueve títulos de España y 23 internacionales. Pero su carrera se truncó demasiado pronto por una lesión. “Me dieron un mal diagnóstico”, recuerda. Un mes antes de su primer mundial los médicos le dijeron que tenía un esguince del ligamento cruzado anterior de su rodilla y que no podía competir. “Yo entonces no tiré la toalla” y cuando su selección le avisó por sorpresa que le estaba buscando un sustituto les dijo: “eso lo vamos a ver”. A pesar de su juventud, bajo su responsabilidad, decidió hacer el control de clasificación. “Salté con una pierna prácticamente, pero lo conseguí”. Esa decisión, “que recuerdo como uno de los momentos más satisfactorios de mi carrera”, le salió cara. Entrenó al “300%, saltando con la otra pierna. Caí mal, y me la rompí”. El primer diagnóstico no era correcto, realmente lo que tenía era rotura de ligamento, “si hubiera sabido que no era esguince no me hubiera arriesgado”, rememora.

Menores extranjeros

El caso de los menores extranjeros es doblemente delicado. “En muchas ocasiones no conocen el idioma, algunos como los que vienen de África sienten la presión de la familia que consideran que por jugar en Europa son ricos, y en realidad les pagan el alojamiento, la ropa, la manutención y poco más”, explica Mónica García. “Incluso a veces se encuentran desamparados, sobre todo si finalmente son descartados por el equipo”, añade. La abogada insiste “si no nos gustan, los apartamos y no nos molestamos en saber qué va a ser de ellos, eso tiene que cambiar”.

En estos casos el papel de los entrenadores y de los clubes tiene que hacerse más presente. Álvaro Bilbao recuerda ir a las reuniones del colegio donde estaban matriculados sus jugadores, vigilar la convivencia –varios compartían piso-, sin dejar de lado la disciplina. “Es muy importante que se les arrope” apunta, porque si el trabajo conjunto se hace bien, el resultado es inmejorable. De aquella generación recuerda las personas en las que han convertido, “incluso ahora que algunos son estrellas de la NBA, puedo decir que son grandes personas”.

Mirando hacia atrás Ortzi Acosta hace un buen balance de su experiencia: el paso por el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona donde encontró “una familia”, y el afán de superación que siempre le ha acompañado y le ha llevado a formar parte del Circo del Sol, ser especialista de cine y dedicarse a su verdadera pasión: “mi chica, mi hijo”, y el séptimo arte, al que ahora se dedica con la misma dedicación que prestó durante tantos años a la gimnasia.

Pero hay muchos deportistas, chicos y chicas, que no pueden decir lo mismo. Son, o fueron, niños y niñas que tuvieron el sueño de ganarse la vida en su deporte favorito. Que cambiaron los juguetes por las tablas de entrenamiento y, al final, ellos se convirtieron en los juguetes rotos de un mundo cada vez más profesional y menos deportivo. Hay historias, muchas, en las que el esfuerzo obtuvo la recompensa del éxito, pero el resto son las que se tienen que vigilar y proteger porque un deportista menor de edad es antes un niño que cualquier otra cosa.

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