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Estudiantes con la mirada en el extranjero

Aitor Guenaga

Bilbao —

Jon Ander tiene 21 años. Cursa tercero de Ingeniería Electrónica en la UPV. Hoy tiene clase de 10 a 12, pero antes ha tenido tiempo de volver a conversar con sus compañeros sobre el futuro que les espera. Frente a ellos, se alza el nuevo campo de San Mamés. Saben que no están en esos grados, normalmente disciplinas de letras, en las que encontrar no ya un trabajo, sino una práctica remunerada, es prácticamente una quimera. Y que lo suyo “tiene más salida laboral”, admite. Pero hay una incertidumbre que pesa como una losa.

“Pues nos tendremos que marchar fuera, a Francia, Alemania, Gran Bretaña o Italia. El tema es peliagudo. Ya no basta con obtener una buena nota en los cuatro años de grado. Luego tienes que hacer un máster si quieres ser competitivo y por supuesto los idiomas. Los criterios de selección de las empresas son cada vez más duros. Yo, desde luego, estoy preocupado”, admite.

Jon Ander Ormaetxea es uno de los 40.000 alumnos que tiene hoy en día la Universidad pública vasca. Y, además, es también el presidente del Consejo de Estudiantes, un órgano que pretende defender los derechos de las personas que están matriculadas en la UPV, pero que no deja de ser un gran desconocido entre el alumnado. De hecho, en las votaciones para la elección de los consejos en las diferentes facultades, apenas si participa un 7% del alumnado. La gente parece estar de paso.

Acaba de llegar al cargo hace unos pocos meses, pero Jon Ander lleva involucrado con las reivindicaciones estudiantiles desde hace años. La lista de agravios parece interminable: subida de matrículas, imposibilidad de flexibilizar los pagos, recortes en el presupuesto universitario… El tijeretazo del dinero público que llega del Ejecutivo vasco –sin parangón en la historia de la UPV- ha puesto en guardia a todos los estamentos universitarios. “Lo que nos preocupa ya es el recorte del año que viene. Así no se puede seguir, tienen que garantizar la calidad en la docencia, la investigación no se puede resentir”, apunta Ormaetxea. Si a eso unimos que las constantes subidas de las matrículas están ejerciendo de filtro para los sectores más desfavorecidos, las críticas contra lo que la vicerrectora de Estudiantes, Maite Zelaia, denomina “congelación técnica” está servida.

“No deberían preocuparse tanto”

Grados como Derecho han pasado entre 2009 y 2013 a costar de 662,18 euros a 841 (27% de subida); Enfermería u Odontología, de 875 euros a 1.185 (35% más); Telecomunicaciones, de 962 euros a 1.140 (20% de incremento) o Magisterio, que ha pasado de 643 euros a 860, cerca de un 35% más, según datos aportados por el Consejo de Estudiantes.

Frente a esta visión, el rector de la UPV, Iñaki Goirizelaia, prefiere lanzar un mensaje de optimismo. “No deberían preocuparse tanto. Cuando yo acabé la carrera de Ingeniería, en 1981, el País Vasco atravesaba una situación tremenda de recesión. Y volvió a repetirse en los años 90. Es verdad que la situación ahora es más complicada, pero la encuesta que hacemos periódicamente a los alumnos para conocer, tres años después de acabada la carrera, cuál es su situación laboral nos revela que el 80% encuentra trabajo”. Esos son los datos de la última encuesta, realizada en 2011, con la crisis reventando las estadísticas del paro. Es verdad que el nivel de formación universitario permite acceder al mercado laboral con un porcentaje mayor de éxito, pero no está tan claro que todos los universitarios que encuentran empleo lo hagan en la especialidad que han estudiado, ni vivan ajenos a la precariedad e inseguridad galopantes, gracias a las sucesivas reformas laborales españolas. Lo cierto es que el programa de prácticas que mantiene la universidad hace posible que anualmente 7.000 estudiantes complementen su formación en el mercado laboral. Un buen ratio, ya que al año de media unos se incorporan 8.600 alumnos nuevos.

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