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¿Es posible rehabilitar a un maltratador?

En la imagen, Jorge y Teresa, quienes trabajan en las terapias con los hombres que entran en el programa Gakoa.

Aitor Guenaga

¿Es posible resocializar a los hombres que han vejado a sus parejas? ¿Puede un maltratador de mujeres ser un buen padre? ¿Tiene derecho a una segunda oportunidad? ¿Existen terapias que pueden servir para esos cometidos? A intentar dar respuesta a esas y otras cuestiones se dedican las personas involucradas en el programa Gakoa.

Cuando un maltratador atraviesa el umbral de la sede donde va a recibir una terapia dentro del programa Gakoa del Ejecutivo vasco la sentencia condenatoria dictada por el juez se queda fuera. “Separamos la parte penal del proceso personal que empieza aquí. De hecho, la sentencia no la leemos. Escuchamos, acogemos y no juzgamos. Más bien tratamos de empatizar con una persona que ha sido condenada por maltrato y el juez ha decidido sustituir la pena impuesta por una terapia”, señalan Jorge, psicólogo, y Teresa, dos de las personas encargadas de este programa en la capital vizcaína.

La sede de Bilbao de este “exitoso” programa del Gobierno vasco -el 81,59% de los maltratadores tratados en diversas terapias el pasado año superaron el itinerario de reinserción social- se asemeja bastante a una pequeña academia de idiomas: una recepción, una gran sala a modo de espacio de reunión y varios habitáculos más pequeños donde los maltratadores reciben tratamiento. “Buscamos generar un espacio seguro y reducir los niveles de ansiedad con la llegan a veces”, explica Jorge, al tiempo que reconoce que los terapetuas “ni somos semidioses, ni tenemos bolas mágicas”.

En Euskadi, cuando los jueces dictan una sentencia contra un maltratador en la que se sustituye la condena -siempre con una pena de menos de dos años- por una terapia con vistas a su resocialización entran en funcionamiento los profesionales que trabajan en Gakoa. La pena de trabajos en beneficio de la comunidad permite que las condenas impuestas por delitos por violencia de género se cumplan a través de talleres formativos o de reeducación con terapias individuales o en grupos. “En una primera fase, la de acogida, muchas veces tenemos que hacer frente a los mecanismos de defensa que despliegan”, explica Teresa. “Ahí es cuando minimizan lo ocurrido, lo generalizan o, incluso, lo tratan de desmontar: ‘yo no soy ese del que habla el juez’”, revela esta experta en terapias en este programa.

En 2013 se atendieron en ese servicio en las tres provincias a 254 hombres condenados por violencia de género (entre casos que venían de año anteriores -136 en total- y las nuevas incorporaciones ese mismo año) y se realizaron 1.527 sesiones con los maltratadores, la gran mayoría individuales, aunque también hubo intervenciones con familias y sesiones de los grupos terapéutico o psicoeducativo. El pasado año, la cifra descendió a los 249 hombres que en total tuvieron en sus terapias un total de 1.441 intervenciones individuales, familiares o en grupo. “Depende de cada caso, pero las terapias grupales tienen sus ventajas: si el grupo es rico y potente se convierten en una gran escuela de empatía. Ellos se dan cuenta de que también le ha pasado a otros, y el contraste siempre enriquece”, apunta Jorge.

“¿Cuánto va a durar?”

“Pensaba que iba a ser otra cosa, desde luego peor”, confiesan tras la primeras sesiones buena parte de los maltratadores. Y enseguida surge la pregunta del millón: “¿Esto, cuánto va a durar”.

Los psicólogos y expertas en terapias que trabajan con ellos vienen apreciando año tras año “resultados positivos a nivel afectivo, de conducta y cognitivo” y a la hora de entender las relaciones humanas en clave de igualdad entre hombres y mujeres. Y sobre todo valoran que las personas que un día fueron condenadas por maltratar a una mujer van construyendo “nuevas identidades en relación al género y al reparto de roles no sexistas”, explica Teresa

¿Y dónde queda la víctima en todo este proceso de resocialización? “El respeto a la víctima de los malos tratos es claro” remarcan, ante algunas críticas que consideran este tipo de terapias innecesarias o incluso prescindibles. A veces en las terapias participan familiares, hermanas o incluso parejas con los que los maltratadores han iniciado una nueva relación.

Y los resultados están siendo positivos: el 81,59% de los maltratadores tratados en diversas terapias el pasado año superaron el itinerario de reinserción social. “El momento en el que logran el alta es un momento de celebración, algo que se vive de una manera muy afectiva en el grupo. Con alegría por el que se va y con cierta tristeza por lo que les queda a los siguen en la terapia”, explica Jorge.

El Ejecutivo tiene previsto destinar más de 100.000 euros en 2015 para el programa Gakoa y lograr así rebajar la “lista de espera que existe de unos dos meses, precisan. El director de Justicia, Manu Valín, destaca lo ”exitoso del programa, ya que las denuncias de reincidencia de los que se ha rehabilitado y han superado la terapia son residuales“.

Retroceso en las nuevas generaciones

La tarea que queda es enorme. Y los comportamientos en la nuevas generaciones, lejos de mejorar, retroceden. Las estadísticas así lo revelan. La violencia contra las mujeres, especialmente contra las más jóvenes, no ha dejado de crecer en 2014. En toda España, un total de 576 mujeres menores fueron víctimas de violencia machista durante el pasado año, un 15% más que en 2013, el segundo mayor incremento de todos los grupos de edad, con orden de protección o medidas cautelares, sólo superado por el de las mujeres de entre 65 y 74 años, cuyas agresiones aumentaron más del 21%. Son datos sacados de la Estadística de Violencia Doméstica y Violencia de Género que año tras año recopila el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Esas 576 jóvenes españolas forman parte de las 27.087 mujeres inscritas en el Registro Central para la protección de las víctimas de violencia doméstica y de género, que contabiliza las víctimas con orden de protección o medidas cautelares. Casi la mitad de las víctimas de violencia de género tenía entre 25 y 39 años y la edad media era de 36,4 años. Paralelamente se está produciendo un incremento de hombres denunciados por violencia de género en esos dos segmentos de edad: los hombres menores de 20 años y los de 75 y más. En Euskadi, los juzgados registraron un total de 3.990 denuncias por violencia contra la mujer a lo largo del pasado año –la mayor parte en Bizkaia 2.243- de las que solo 238 fueron presentadas directamente por la víctima, según recoge la Memoria Judicial del Tribunal Superior de Justicia vasco correspondiente a 2014.

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