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El fascismo desnuda a sus cómplices

Mitin de Vox en el municipio madrileño de Parla
23 de abril de 2021 23:30 h

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Nunca se enteran, tampoco ahora. Resulta llamativa la sorpresa que políticos y periodistas establecidos se llevan cuando estalla una bomba largamente anunciada. Y es lo que acaba de suceder con el fascismo en España. Una explosión que desnuda a cuantos lo han hecho posible. Aunque no se muestran involucrados en el problema.

Avanzaba la campaña electoral de Madrid, intensamente crispada cuando ha irrumpido la amenaza fascista de alto voltaje: Pablo Iglesias, Fernando Grande-Marlaska y María Gámez (directora de La Guardia Civil), han recibido cartas con balas de fusil y este texto: “Tienes 10 días para dimitir. El tiempo de reírte de nosotros se terminó. Policía Nacional. Guardia Civil. El tiempo lo tienes en contra para los taponazos”. El mensaje a Pablo Iglesias es algo distinto, más personal y cruel y basado en los bulos que expande Díaz Ayuso y quienes la apoyan para exculparla de su dañina gestión en los geriátricos a su cargo.  

Pero ni siquiera ha quedado ahí. Este viernes hemos contemplado uno de los episodios más trágicos del asalto a la democracia que vivimos. Un debate en la Cadena SER, sin Pablo Iglesias que se ha marchado al no retractarse Monasterio de las “dudas” que había expresado en RNE sobre las amenazas de muerte sufridas. Sin Ayuso porque no le ha dado la gana participar. Con su socia Monasterio desplegando toda su demagogia y antidemocracia y adueñándose del propio debate. Y el resto allí sentados. Ángel Gabilondo y Mónica García se han ido una hora después, en la pausa, tras enterarse de la indignación que estaba causando. Una hora. Anunciando Más Madrid que no participará en ningún debate con Vox, como había hecho ya Unidas Podemos.

Es desgarrador lo que ocurre, la propulsión de la barbarie que se dejó cocer. Hemos analizado desde múltiples puntos de vista lo que sucede en los entresijos de este país pero falta profundizar en el papel de quienes se consideran al margen de toda responsabilidad por su recto proceder. Mucha gente suele verse a sí misma con enorme condescendencia.

Una de las ideas más impactantes de Martin Luther King, el gran defensor de los derechos civiles, fue avisar que llegada la hora “no nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas”. Y no solo es el silencio, los hay enormemente activos como hay palabras cargadas de metralla. Textualmente.

El debate para las elecciones en Madrid, en la cadena pública autonómica, fue uno de los últimos avisos: tuvo momentos verdaderamente denigrantes. La insistencia de Díaz Ayuso de exculparse de graves actuaciones “cargando el muerto”, los muertos, al entonces vicepresidente Pablo Iglesias. Mintiendo en los datos y en los hechos. Riendo en sus ataques personales como la otra pieza del tándem de gobierno ultra, Rocío Monasterio de Vox, que tampoco dijo una verdad ni por error. El partido que culpabiliza a los menores migrantes no acompañados mintiendo sobre el dinero que supuestamente nos cuestan, hablando de seguridad para hacerlo de xenofobia y autoritarismo fascista. De deshumanización con todas las letras. Tienen tantos puntos en común que, hoy, frente al desmarque de Pablo Casado o Nuñez Feijóo, el PP de Madrid, el de Ayuso y Almeida, ha puesto este tuit que luego ha borrado.

Son posiciones ideológicas, aunque no solo: son negocios. Para la desigualdad y la injusticia. Vendidas en mentiras. Y se han impuesto. ¿Cómo habrán llegado a ese extremo?

La cuestión inmediata a plantearse es ésa, definir la forma en la que lo han logrado para abrir una brecha de conocimiento y remedio. Ya sabemos de la tradicional impunidad que disfrutan en España y de las condiciones que han ido propiciando el egoísmo y la frivolidad que preside hoy buena parte de la sociedad. Pero falta ver cómo la información engañosa ha llegado a colocar en algunos centros de poder a quienes se valen de falsedades para aprovecharse del común de los ciudadanos, despreciando las vidas de los más vulnerables. Cómo se han blanqueado y alentado los fascismos.

Verán, me han asegurado públicamente que hay buenas personas entre periodistas y tertulianos que tergiversan la verdad en favor de algunos políticos desalmados. He oído que todas las ideas son respetables –algo que no comparto en absoluto– y que merece respeto quien piensa diferente. Quien piensa diferente sí, quien en su pensamiento miente a saco para favorecer precisamente a fascistas, embaucadores, surtidores de bulos, insolidarios, pues no. De alguna manera son sus cómplices y participan de la misma crueldad en el daño que hacen a seres humanos.

Aun sabiéndolo, cualquier persona normal se queda impactada al ver el repaso que Julián Macías Tovar hizo de cómo se informó en las televisiones del inicio de la campaña electoral en Madrid esta semana. Se ve en este HILO de Twitter y al parecer los participantes en estos emplastos creen estar haciendo un trabajo informativo:

Entre el ninguneo a Pablo Iglesias y los “Vox avisa” hay un fecundo caldo de cultivo de lo indeseable. Y los ejemplos son diarios. Luego vienen las consecuencias. De todo tipo. Pero vayamos al caso. Las mentiras de Ayuso fueron aceptadas sin más por algunos medios. Apoyados en un desmentido del Ministerio de Defensa que dirige Margarita Robles y sin ninguna indagación más. Lo ocurrido en las residencias de ancianos está totalmente acreditado. El periodista de InfoLibre Manuel Rico ha estado investigándolo a fondo y aporta datos espeluznantes que definen la catadura moral de aquellos que propiciaron este desastre. Y deja bien claras las responsabilidades.

Y alguien se arroga la misión de ejecutar a los señalados falsamente aunque nadie, ni los auténticos responsables, merecen la ley de la selva, sino la de un Estado de Derecho. Ése que debe detener y castigar estas amenazas que van sumando en una escalada muy preocupante. Y, como en los manuales, ahí llega la candidata de Vox a prender la mecha que le conviene y dice que no se lo cree. Luego se ha producido el lamentable debate de La SER, tomado por “la señora Monasterio” que no paraba de reírse de todos. Es un vídeo que descompone.

Y las reacciones “equidistantes”. Desde la política, Begoña Villacís rechaza “los bandos” cuando ella está en el de la derecha gobernando, gracias a Vox. O desde los periódicos y tertulias. Uno de ellos, en Cadena SER casualmente, ha dicho, que lo ocurrido a Pablo Iglesias era “justicia poética”. Cuatro balas y la condena “a él, su mujer y sus padres sentenciados a la pena capital”. Ese ser no debería estar nunca más en un medio decente.

Martin Luther King murió acribillado a tiros precisamente, escandalizado por el silencio de las buenas personas. Fue en Memphis en 1968, cuando tenía 39 años.

 “Nosotros diagnosticamos el problema… ayúdanos a prescribir la solución”, había dicho la ex candidata a la presidencia de EEUU por el partido republicano y líder del Tea Party, Sarah Palin, llamando a sus seguidores a actuar y señalando nombres con el punto de mira de un arma. Y el 8 de enero de 2011 la congresista demócrata Gabrielle Giffords, destacada en la lista negra de Palin, fue tiroteada en el cerebro  en un atentado que alcanzó a 18 personas más de las que 6 murieron. Gabrielle Giffords tenía 41 años y quedó incapacitada mentalmente, con una madurez como la de una niña. No se exigió responsabilidad alguna a Palin.

En junio de 2016, la víctima –mortal– fue la diputada Jo Cox, estrella emergente del laborismo británico, durante la campaña del Brexit, la salida de la UE del Reino Unido al que ella se opuso. Tenía 41 años y dos hijos. Su asesino, condenado a cadena perpetua, era un neonazi, que gritó “Muerte a los traidores” al dispararle y apuñalarla durante un encuentro público con vecinos en la biblioteca de Birstall (Inglaterra).

Siempre demócratas, progresistas, a manos de fascistas. Casualmente. No son solo ellos quienes disparan. Y no únicamente balas de muerte. También de pobreza e injusticia. Y hay colaboradores por acción y omisión. Hasta entre quienes dejan pasar los graves indicios que vemos desde hace tiempo sin depurar responsabilidades. Es una cuestión tan esencial hoy en España que quienes acaban de enterarse, no dan crédito. El fascismo y esa bolsa de mentiras, rapiña, e inhumanidad que ya nos pesa como una losa, no ha llegado solo, tiene cómplices que calan en cabezas despobladas salvo de estulticia y odio. Pero esto no sería posible sin colaboradores decisivos o al menos con un rotundo rechazo social y mediático que se precisa y no hay en grado suficiente por la concurrencia de factores en un círculo vicioso.

Piensen en lo buenas personas que son antes de blanquear al fascismo y mentir a los ciudadanos desde cualquier púlpito. Piensen en cuánto dañan sus excusas. Reflexionen en lo que ocurre aunque se mire para otro lado. Si a alguno se le cae la cara de vergüenza y reacciona a este espanto de hoy habrá tenido siquiera alguna consecuencia positiva.

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