Feliz año, a pesar de todo
Este último artículo del año podría hacer un repaso a todo lo que no funciona y aquello que aún puede empeorar. Sería lo más fácil y, como bien sabe el algoritmo, lo que mejor funciona a efectos de difusión. Las malas noticias se comparten más y más rápido. No solo lo sabe el algoritmo, también los creadores de contenidos de la extrema derecha, que tanto monta.
El admirado Isaac Rosa pidió a sesenta personas de su entorno que le citasen algo bueno del 2025 y salieron muchas buenas noticias, más de las que a priori podríamos pensar. El objetivo era acumular algo de esperanza después de “otro año de mierda”. Les recomiendo leer el artículo porque Isaac logró su propósito.
Sin obviar ni olvidar imágenes como las de Palestina, Ucrania o Sudán o los pasos atrás en la lucha contra el cambio climático, es posible encontrar aliento para seguir. Sin blanquear la realidad ni renunciar al combate diario para mejorarla.
“A pesar de los desafíos a los que hace frente todo el mundo en relación a la alimentación, varios países están demostrando que es posible avanzar en la lucha contra el hambre en contextos complejos o crisis humanitarias prolongadas”, explica Giulia Teni, responsable de la Unidad de Acción Humanitaria de la oenegé Ayuda en Acción. Para ir a ejemplos concretos, en Etiopía se ha logrado que en los hogares más desfavorecidos haya aumentado la ingesta calórica y en Sierra Leona ha mejorado la nutrición escolar. Allí las nuevas tecnologías están ayudando a impulsar la autosuficiencia en los cultivos de arroz.
También en Bangladesh hay indicadores que apuntan a avances y se ha conseguido rebajar de manera notable la desnutrición infantil. En países como Angola se ha mejorado en ámbitos como la vacunación y en Burundi, uno de los más afectados por la malaria, se ha puesto en marcha un programa piloto en el que participan 18.000 niños que está funcionando.
Uno de los grandes fracasos planetarios es constatar cómo la lucha contra el cambio climático está dejando de ser una prioridad. Las divisiones evidenciadas en la COP30, celebrada en Brasil, solo fueron una muestra de lo que está pasando. Aun así, la energía eólica, solar y otras fuentes renovables superaron al carbón como la principal fuente mundial de electricidad este último año.
Según los datos de la Agencia Internacional de la Energía, para 2030, la capacidad total de energía renovable está en camino de duplicarse en comparación con los niveles actuales. ¿Significa esto que se frenarán los discursos negacionistas? Es evidente que no. Solo hace falta radiografiar la multitud de plataformas locales que protestan por la instalación de energías renovables en sus municipios. El espíritu ‘nimby’ (no en mi patio trasero) está contagiando tanto a votantes de derechas, por no hablar de los de la extrema derecha, como a los de izquierdas.
Las energías limpias crecen, pero no lo suficiente. También se ha reducido la deforestación, tampoco lo suficiente. A nivel mundial, las tasas anuales de deforestación fueron un 38% menores en el periodo 2015-25 en comparación con 1990-2000, según un informe de la ONU citado por la BBC, con más de la mitad de los bosques ahora cubiertos por planes de gestión a largo plazo.
Son solo pequeños rayos de luz en la era del trumpismo que, como el CIDOB apunta en sus previsiones para el 2026, es una etapa marcada por la desconexión entre las prioridades de la agenda geopolítica y el malestar de la ciudadanía. Geopolítica porque no solo en España se sufre esa desconexión. El mundo se resitúa y no necesariamente con reglas del juego mejores que las actuales. Habrá ganadores, perdedores y oportunistas. Como en la vida y en la política. Solo que muchas de las victorias, obtenidas a partir de la desconfianza en el sistema o el miedo a un futuro incierto, no tienen por qué beneficiar al conjunto. En eso España tampoco es diferente.
Feliz año, a pesar de todo.
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