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El del hachazo y sus cómplices

Ruth Toledano

Rajoy ha vuelto a hacerlo, por supuesto. Rajoy ha vuelto a actuar en representación de ese PP al que muchos españoles siguen votando sin importarles su corrupción sistémica, su política de recortes, los continuos escándalos de sus cargos. A menos de una semana de las elecciones y en plena primera operación salida de vacaciones, Rajoy ha sacado 8.700 millones de la hucha de las pensiones. Lo hizo con el oscurantismo que caracteriza su gobierno: casi de noche y sin haberlo mencionado en el Consejo de Ministros celebrado unas pocas horas antes ni en la rueda de prensa posterior.

Rajoy ha vuelto a romper la hucha de nuestros escasos ahorros y haya sacado 8.700 millones más destinadas a cubrir las pensiones de los españoles que han cotizado al Estado durante toda una vida de trabajo, poniendo en peligro su supervivencia, la protección de su futuro. Esta es la presunta seguridad por la que han apostado los votantes del PP, esos que los analistas, los medios, los comentaristas aseguran que han votado al PP por “miedo” a los podemitas. Pues aquí tenemos uno de los primeros nuevos síntomas de esa enfermedad nacional llamada mieditis que nos obligará a todos a padecer más abusos.

Rajoy ha mentido durante la campaña electoral en lo relativo a los datos de un empleo que es basura y no cotiza, y oculta ahora unos datos sobre la caja de la Seguridad Social que bastan para que no pueda gobernar: que en esa caja queda poco más de 25.000 millones. Según los expertos, queda para menos de dos años. Rajoy no debe gobernar sin que los españoles conozcan estas cifras a través de titulares gigantes que ocupen portadas y abran telediarios. Es una cuestión de vida o muerte y los españoles que le han votado deberían explicar al resto las motivaciones de esa papeleta suicida depositada en una urna bomba que nos lleva a todos por delante.

¿Cómo es posible que sean precisamente ellos, los jubilados mayores, los pensionistas, quienes mayoritariamente han votado al PP? Pues porque estos desalmados peperos les han inoculado un virus letal, se diría que venezolano. Pero no lo han hecho solos. Han tenido la inestimable ayuda de unos medios cómplices que les han hecho el ruido mientras ellos hacían un trabajo sucio del que también serán cómplices quienes pacten con ellos y del modo que sea faciliten su gobierno, abstención incluida. ¿Qué sentido tiene que el PSOE critique duramente el hachazo a las pensiones, que durante la campaña electoral la cuestión de las pensiones fuera -con razón- una de sus armas arrojadizas, si luego va a favorecer que sigan los del hacha en el poder?

Tiene más razón que un santo Iñigo Errejón, el secretario político de ese coco llamado Podemos que tanto tonto miedo ha provocado, cuando señala la hoja de ruta del PP: hacer el sistema insostenible y luego privatizarlo. Es de lo que lleva alertando la nueva formación desde sus orígenes quincemayistas. Es lo que lleva denunciando una gran parte del electorado español. Que los antisistema son ellos: los corruptos, los mentirosos, los ladrones. Pero los españolitos piensan, qué miedito que me lo digan, oye, me da más miedito oírlo que sufrirlo. Y aquí seguimos: al borde, cada vez más estrecho, del abismo.

En los cuatro años de gobierno anterior, el PP se gastó 50.000 euros de los fondos para pagar el déficit que él mismo generaba. No ha sido suficiente que nos robaran así para mandarlos a la trena o, al menos, a la oposición parlamentaria. Rajoy debería explicar qué va a pasar cuando se acaben definitivamente los fondos, y no queda tanto para ese extremo. Pero no lo hará. Rajoy no solo no explicará sino que callará o mentirá. La única solución sería impedirle que siga gobernando. Qué tragedia que quienes podrían hacerlo intercambien también los intereses de todos por los suyos propios. Quizá sea un suicidio también. De lo que no cabe duda es de que, aunque en minoría lo van a tener más difícil, ese suicidio nos llevará también a todos por delante. Pero qué soberbia venezolana la de Iglesias, oye.

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