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No hay más preguntas, señoría

Las dirigentes de Podemos y ministras de Igualdad, Irene Montero (3i), y Derechos Sociales, Ione Belarra (2i), entre otras, participan en un encuentro feminista con motivo del Día de la Mujer, al que también asisten otros cargos y candidatos de Podemos a las elecciones de mayo, éste sábado en Madrid. EFE/Víctor Lerena

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Levanten la mirada y aléjense del ruido. Nada hay más atronador que una guerra de partidos. Si las balas se cruzan además entre socios de gobierno y hay elecciones a la vista, el estruendo puede reventar los tímpanos. Otro 8M de reproches, divisiones y dobles convocatorias esta vez con la polémica reforma de la ley del 'sólo sí es sí' como telón de fondo. Unas que creen que el feminismo es un catecismo que nació con ellas; otras, que piden respeto a la historia que representan y una ciudadanía por lo general perpleja y abochornada al ver como una causa justa vuelve a verse empañada por la miopía política. 

Lo que importa ante este 8M, además de la reforma de la ley del 'sólo sí es sí', es que aunque las políticas públicas estén hoy comprometidas con la Igualdad, las estadísticas demuestran que queda mucho camino por andar: los cuidados, la brecha salarial, la precariedad laboral, el riesgo de pobreza, la violencia de género…

No en vano el salario medio anual de una mujer sigue siendo un 20% más bajo que el de un hombre y la tasa de empleo en mujeres es del 44% mientras que la de los hombres es del 55,7%. Una pensionista recibe además una media de 800 euros mensuales mientras que su equivalente masculino cobra alrededor de 1.300 euros. Y la tasa de riesgo de pobreza también es mayor en la población femenina, un 21,3% frente al 20,1% de los hombres. Las cifras son elocuentes, pese a quienes pretenden negar la evidencia y demasiado inquietantes como para usar como excusa para no manifestarse este martes la forma en que las responsables de Igualdad ejercen el feminismo.  

Hoy se vota en el Congreso de los Diputados la toma en consideración de la reforma de la ley de libertad sexual, y Unidas Podemos y el PSOE votarán distinto, sí. A los primeros les inquieta el con quién y no el qué. Los segundos dicen que el objetivo es mitigar los “efectos indeseados” de la norma, que son mucho más que el goteo de cifras que los medios publicamos cada día. Detrás de las más de 700 rebajas de condenas y 74 excarcelaciones a agresores sexuales y violadores hay más de 700 víctimas a las que nadie menciona.

Las responsables del Ministerio de Igualdad se afanan en igualar a sus socios del PSOE con la derecha y la ultraderecha por apoyarse en PP y Vox para aprobar la reforma y en calificar esa coyuntura como “la foto de la vergüenza” porque alinea a su aliado de coalición “con partidos declaradamente antifeministas”. Pero la pregunta a la que esta tarde tendrán que responder en el pleno de la Cámara Baja es sólo una: si quieren o no poner coto a las rebajas de penas y las excarcelaciones. No hay más preguntas, señorías de Unidas Podemos. 

Si la respuesta es un sí y su disposición a la reforma y la elevación de penas para limitar el margen de discrecionalidad de los jueces es cierta, como han dicho en no pocas ocasiones, es inexplicable que a estas alturas no se conozca ni una sola de las alternativas que las responsables de Igualdad dicen haber intercambiado con el ministerio de Justicia. La única propuesta de reforma que se conoce es la que ha salido del Grupo Socialista

Todo lo demás es entropía, es soberbia y es sectarismo. No se es más feminista ni por gritar ni por intentar blindar hasta la última coma una ley que dio un salto de gigante en el reconocimiento de derechos y la protección a las mujeres, sí, pero que adolece de graves errores técnicos.

Y para quien navega entre dos aguas y no se pronuncia por pura táctica como es el caso de la vicepresidenta Yolanda Díaz, alguien debería decirle que Teresa de Calcuta sólo ha habido una en la historia y que más pronto que tarde ella tendrá que mojarse. A estas alturas, sabe que el acuerdo es imposible y que la fractura que Igualdad ha provocado en el feminismo con dos leyes nucleares para Irene Montero como fueron la ley trans y la de libertad sexual es más honda incluso que las diferencias entre los socios del Consejo de Ministros. 

Pero más allá de las diferencias políticas y de los gobiernos de turno, sigue habiendo motivos, y muchos, para que mujeres y hombres salgan a la calle también este 8M, y no precisamente para gritar ni escrachear al que piensa diferente.

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