Sin poner la otra mejilla
Hablaron de trabajar al servicio de los ciudadanos. De repartir mejor los ingresos y pensar más en los que menos tienen. La toma de posesión de los miembros del nuevo Gobierno de coalición iba dejando en los objetivos ideas como equilibrio, participación, igualdad, pensar, ilusión, lucha colectiva, proyecto vital, cuidar, observar la realidad para saber entender las prioridades. Y dejarse la piel. Y poner la vida en el centro.
Enfrente seguían rugiendo las cavernas de todos los estamentos que temen ver disminuidos los privilegios de los que han gozado en algunos casos de forma secular. Redoblando insultos, mentiras y gritos, graznan anunciando querellas y todos los males del averno que tan bien conocen por su propia gestión. Y era un choque brutal, como para despertar al más engullido por la abducción que la derecha española promueve.
Isabel Díaz Ayuso se iba a blanquear al régimen autoritario de Arabia Saudí –bien es cierto que no es la primera- haciéndole mohínes a un príncipe local al borde del colapso para presumir de verdadero feminismo. Mientras, el Gobierno sumaba al equipo del Ministerio de Igualdad a mujeres como Beatriz Gimeno o Boti García Rodrigo, a quienes hemos visto luchando por los derechos en todos los escenarios durante décadas. Y no es lo mismo.
“Un Gobierno de acción, que haga política efectiva, política útil”, ha dicho Pedro Sánchez en su primera rueda de prensa como presidente. Con un tono moderado y conciliador que no excluye la energía. Más le vale contar con ella. Es solo un gobierno moderadamente progresista pero la España ultra se propone hundirlo desde antes de empezar a andar. Sin tregua. Son muchos años de práctica, saldada en general con éxito, gracias fundamentalmente a la impunidad. La batalla es ardua y precisa del criterio de la propia ciudadanía que se atreva a quitarse las gafas de madera de no ver. Se necesita sobre todo un gobierno fuerte al que no le tiemble la mano.
Por los agujeros de la corrupción institucionalizada se nos fue yendo la democracia. Y puede que sea la última oportunidad de recuperarla. No hay otra salida, lo siguiente si esto fracasa es una derecha absolutamente cerril y voxerizada. El Gobierno parece ser consciente de esto y del tratamiento a aplicar. Con todas las buenas formas que se quiera, hay que dejar de poner la otra mejilla, generosa honestidad sin contrapartida al otro lado.
Se debe enfrentar la mentira con la verdad. Los ataques con la defensa legal a todos los niveles. Derogar leyes autoritarias y promulgar limpieza. Desmontar las mentiras sin entrar en batallas estériles que desgasten.
El nombramiento de la exministra Dolores Delgado como fiscal general del Estado es la primera batalla que ha prendido en “toda la prensa” como he leído. “Casa mal con el discurso de imparcialidad”, escribía Ignacio Escolar, director de eldiarioes. La realidad es como es. “Hay mundos mejores, donde la Fiscalía no depende del Gobierno. Pero vivimos en este. El nuevo Gobierno ha decidido responder a la derecha con sus mismas armas”. Se trata de una medida defensiva y ofensiva. Tras décadas de politizar y usar la justicia en su provecho, ver preocuparse a esa derecha española por la independencia judicial es casi una broma macabra. La labor ha de ser pues, en primer lugar, despolitizar la justicia. Con mano firme, de nuevo. Pedro Sánchez ha citado como tarea prioritaria renovar los órganos de gobierno de la justicia.
Toda esa derecha política, mediática, eclesiástica, judicial, militar, sociológica, que hoy ruge contra el nuevo Gobierno tragó sin oponer crítica al latrocinio y desvergüenza que hemos venido sufriendo. Sirva de ejemplo por todas sus extensiones un caso que ocupa mucho menos espacio mediático que las corbatas de los ministros. La gran prensa convencional apenas ha informado de los 5,5 millones de euros que Esperanza Aguirre pagó a Indra por un software que nunca desarrolló y que la Comunidad actual ha aumentado con otros 8 millones. Mientras,al entonces presidente de Indra, Javier Monzón, le ha archivado la causa el juez de la Púnica con la oposición de la Fiscalía Anticorrupción. Hoy, Monzón es Presidente de PRISA. La oposición mediática no para de hablar del gasto en ministerios del nuevo Gobierno.
Si se quiere regenerar en serio, es imprescindible contar con información veraz. No se puede seguir regalando subvenciones públicas para lograr aplausos o evitar críticas. Y hay que primar la información rigurosa en los medios públicos. La información enfermó de gravedad el día en el que se decidió contentar a todos los partidos por cupos. El periodismo es contar noticias, no ser portavoces políticos de un signo u otro.
A pesar de la profusa extensión de los ventiladores mediáticos, el PSOE de Pedro Sánchez no está implicado en las corrupciones de sus antecesores, ni en los nepotismos de algunos de sus barones regionales. En absoluto lo está Podemos. De ahí el interés obsesivo en pringarles por ese lado para retomar el “todos lo hacen” de su eterno salvoconducto para trincar. Y en algunos casos, en muchos, les funciona.
A Pablo Casado le regalaron un máster, según las conclusiones de la jueza instructora, por ser quien era: alguien válido para los intereses que persigue el Partido Popular al parecer. La noticia que está circulando ahora por las redes pone la voz en grito de algunos periodistas: “es vieja”, argumentan. Sí, de agosto de 2018, pero Pablo Casado no ha empleado precisamente este año y medio en estudiar y aprobar su máster. Y, oh, casualidad, esa prensa peculiar a quien desprecia es a un vicepresidente con dos carreras auténticas, un doctorado y un máster.
La honestidad no vende en ciertos sectores. A menudo al bueno le llaman tonto. La información sí puede desmantelar leyendas. Como la del PP como mejor gestor. El de Rajoy llegó a perder el peso tradicional que España tenía en Europa. Hasta última hora, cuando colocó a Luis de Guindos en el Banco Central Europeo (BCE), más bien por lo que el antiguo presidente ibérico de Lehman Brothers representa en contactos; solo tenía una comisaría que ocupaba Miguel Arias Cañete, la de clima y energía.
La verdad de la gestión del PP tiene un nefasto plantel de medallas. Lo que llamaron crisis y la reforma laboral expulsó a millones de españoles a la emigración, sobre todo jóvenes. El PP fue el autor del medicamentazo y del copago farmacéutico. De la bajada de las pensiones, al cambiar el baremo para revalorizarlas. De un sinfín de recortes que, sin embargo, lejos de equilibrar las cuentas del Estado aumentaron la deuda pública a niveles de récord, de récord histórico absoluto. Y que aún debemos. Creció la pobreza infantil. La ciencia y la investigación sufrieron drásticamente la feroz tijera del PP. Contaba Javier Lopez Facal en ReaccionaDos (Aguilar) cómo Rajoy recortó un 26.38% el presupuesto de 2012 y otro 6.23% en 2013, para decir ante las elecciones de 2014 que lo subía un 3,26%. Así funcionan. Ver la apuesta de este Gobierno por los avances científicos y tecnológicos es un alivio.
La del gobierno del PP de Mariano Rajoy ha sido la década en la que los ricos se hicieron más ricos y los pobres, más pobres. A partir de 2012, se puso España en venta. Fondos de inversión, fondos buitre, grupos organizados norteamericanos, chinos, rusos y venezolanos (ricos), encontraron en España el Edén para llegar, comprar y marchar. Para más información, preguntar a Ana Botella y familia, y al equipo de gobierno del PP. Hoy los fondos buitre reinan en España. Ante el mercado, cierto mercado, sucumbe el patriotismo. El Gobierno de coalición proyecta tomar medidas en vivienda precisamente, que en principio parecen alentadoras.
La labor más eficaz de la derecha española ha sido y es fomentar la desmemoria con el impagable apoyo de una gran mayoría de medios y comunicadores de sus mensajes. Los periodistas estábamos aquí, los que ejercemos como tales, y tenemos memoria y datos. El PP de Rajoy y sus sucursales en las entidades locales fueron muy precisos con los medios. Rajoy inauguró, no solo los sucedáneos de ruedas de prensa (sin preguntas) sino la comunicación vía plasma -por suerte conectado- con unos dóciles periodistas tomando notas ante un televisor teniendo al susodicho en la sala de al lado.
Pero el demoledor aviso a navegantes estalló con el cese de los directores de tres importantes medios en un breve espacio, 2014, así como por casualidad. José Antich en La Vanguardia, después de 13 años. El Mundo se deshace de Pedro J. Ramírez, quien ahora anda recogiendo algunas migajas hasta en TVE y el de Jesús Ceberio en El País, sustituido por Antonio Caño. Fue la época de los ERES drásticos, como el del diario de PRISA, que expulsó a una generación extraordinaria de periodistas. Tanto Caño como Juan Luis Cebrián salieron también después.
Es necesario recordar con datos y aprender del pasado. Porque así sigue esa derecha dirigida por la ultraderechista Vox, gastando el dinero en banderas, luces o estatuas de agresivos guerreros. Y, lo que es peor, haciendo desde el primer momento una guerra sucia donde las haya al nuevo Gobierno. La izquierda no es un sacerdocio religioso, lo último es ofrecer la otra mejilla a quien golpea con tal injusticia y saña. Mano firme e inflexible a todo atropello por la sociedad que lo espera. Porque hay una ciudadanía ilusionada y limpia que merece acción, política efectiva y útil, equilibrio, participación, igualdad, ilusión, lucha colectiva, ver cumplidos sus proyectos vitales, cuidados. Y un gobierno que se deje la piel y ponga la vida en el centro.
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