Vox en Sevilla
El acto que celebró Vox en Vista Alegre hace unas semanas tuvo un enorme impacto mediático. El que tuvo lugar el domingo pasado en Sevilla con la finalidad de hacer la presentación de los cabezas de lista de las candidaturas en las ocho provincias andaluzas para las elecciones del 2 de diciembre no diré que ha pasado completamente desapercibido, porque algún reflejo a tenido en la prensa andaluza, especialmente en la del Grupo Joly, pero no ha recibido la atención que merecía fuera de Andalucía.
Y sin embargo, lo que ocurrió este pasado domingo es más expresivo de las expectativas de Vox en el ciclo electoral que se va abrir el 2 de diciembre, que lo que ocurrió en Madrid hace unas semanas. El de Vista Alegre fue un acto en el que Vox echó el resto y convocó a ciudadanos de todo el Estado. El de Sevilla fue un acto ordinario de un partido que concurre a unas elecciones autonómicas. Y lo que hizo ese domingo Vox no está en condiciones de hacerlo en Andalucía ni el PP ni Ciudadanos.
Sé bien que un acto de partido no es una encuesta, pero también sé que es un indicador de la competitividad con que un partido se presenta ante los ciudadanos. Cuando un partido es capaz de iniciar una campaña electoral con un acto como el que organizó Vox en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla, es que no va simplemente a comparecer ante los electores, sino que va a competir con los demás con la finalidad de obtener representación en el Parlamento. Vox no viene a concurrir sino a enfrentarse, sobre todo al PP, para estar en el Parlamento de Andalucía.
He seguido todas las elecciones andaluzas y he escrito antes y después de que se conocieran los resultados de todas ellas. Cuando Román Orozco dirigió El País de Andalucía le sugerí que encargara una encuesta anualmente para su publicación en el número especial del 28 F y Román me encargó que hiciera el comentario de la misma. Lo hice todos los años en que la encuesta se publicó.
Mi intuición me dice que Vox no va a tener un escaño, sino varios escaños en varias provincias el 2 de diciembre. Y si esto es así, va a entrar en la mayor parte de los Parlamentos de las Comunidades Autónomas del artículo 143 CE, en un buen número de municipios y en el Parlamento Europeo en el mes de mayo. Madrid no fija la norma de la representación política en España. Madrid es excepción y no norma. Una excepción con mucho peso, pero excepción. La norma se fija en Andalucía. Lo que ocurre en Andalucía acaba ocurriendo no en las “nacionalidades”, pero sí en las “regiones” que integran España. Si Vox consigue entrar en Andalucía, entrará en el resto del Estado.
La reacción que ha tenido el PP al acto de Vox en Sevilla me confirma en mi intuición. La apelación al “voto útil” como único argumento resulta patética. En el acto de Vox se dijeron cosas, que exigían que el PP hubiera marcado la diferencia y hubiera reivindicado su posición ante el electorado como el único partido de centro-derecha que puede ofrecer con garantía una alternativa de gobierno. El PP ha sido incapaz de diferenciarse de Vox y de decirle a los ciudadanos andaluces que su programa no tiene puntos de intersección con el que fueron exponiendo los distintos candidatos en el acto de Sevilla. Los disparates de Vox no podía dejar de tener respuesta por un partido que pretende ser partido de gobierno en España.
Los electores detectan inmediatamente cuando un partido tiene miedo y no es capaz de defender de manera inequívoca su posición ideológica. Esto ya lo están empezando a detectar los que han sido en el pasado electores del PP y, en mi opinión, lo van a detectar con mayor intensidad en estas semanas de campaña electoral en sentido estricto.
El activo del que siempre ha presumido el PP, de que gracias a él en España no había un partido de extrema derecha, como ocurre en buena parte de los demás países europeos, me parece que va a volatilizarse en el ciclo electoral que está a punto de abrirse. A partir del 2 de diciembre lo veremos.