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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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Yolanda Díaz, ¿con o sin Podemos?

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en una fotografía de archivo. EFE/J.J. Guillén

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Hasta hace muy poco, la competición en el espacio de la izquierda parecía haber entrado en una fase de relativa calma, con un PSOE consolidándose como la fuerza progresista hegemónica y una Unidas Podemos relegada a un espacio electoral cada vez más marginal. Sin embargo, creo que en el último año han aparecido dos elementos que han vuelto a dinamizar la confrontación partidista en la izquierda, haciéndola más atractiva y menos predecible. Estos dos elementos son: (i) La progresiva consolidación del proyecto de Más País, que está logrando corregir ese pefil borroso y errático que presentaba en sus inicios; y (ii) el relevo de liderazgo en Unidas Podemos, que podría tener consecuencias importantes en la redefinición del espacio de la izquierda en España.

La supervivencia del líder fundador no siempre es fácil para los partidos de nueva creación. El hecho de que Podemos esté afrontando esa operación de manera planificada, sin la presión de unas elecciones inminentes es algo que la potencial candidata, Yolanda Díaz debería aprovechar. La historia de Podemos está sin duda llena de logros. En apenas cinco años ha conseguido entrar con fuerza en el Congreso de los Diputados, impulsar el primer gobierno de coalición de la historia reciente e influir de manera decisiva en muchas políticas públicas. Sin embargo, a lo largo de los años Podemos ha sufrido también un desgaste electoral acumulado muy notable. Por el camino ha ido perdiendo muchas de las complicidades que gozaba inicialmente y se ha ido quedado progresivamente arrinconada a un espacio electoral más propio de la vieja Izquierda Unida.

Ahora Unidas Podemos tiene una oportunidad para redefinirse y ganar parte del terreno perdido. Y para que un proyecto a la izquierda del PSOE logre superar los hitos de la vieja IU es necesario que sea capaz de atraer a una porción relevante de las bases electorales de centro-izquierda (que actualmente votan masivamente al PSOE). Yolanda Díaz puede ser un activo en esa tarea. Existen poderosos indicios de que la vicepresidenta segunda podría ayudar a recuperar parte de ese espacio que Podemos ha ido perdiendo a lo largo de los últimos años. En el gráfico 1, muestro las valoraciones de Pablo Iglesias y Yolanda Díaz en comparación con las que recibe el presidente Pedro Sánchez. Los datos son claros: la mayoría de los votantes de centro-izquierda y exvotantes de Unidas Podemos valoraban mejor a Pedro Sánchez que a Pablo Iglesias. El porcentaje de los que tenían mejor opinión de Iglesias que de Sánchez era realmente marginal. Así pues, Podemos tenía un claro problema de liderazgo en su pugna con el PSOE para hacerse con el votante progresista moderado.

Sin embargo, con Yolanda Díaz ocurre algo muy diferente. En ese caso el porcentaje de quienes la valoran mejor que a Pedro Sánchez es similar a los que opinan lo contrario. Y entre los exvotantes de Unidas Podemos, el saldo es claramente positivo para Yolanda Díaz. En definitiva, los datos de encuesta indican que el liderazgo de Díaz está mejor capacitado que Iglesas para atraer a ese votante de centro-izquierda tan necesario para ensanchar la base.

Pero, ¿es suficiente con un simple reemplazo de candidato para revertir la eterna crisis electoral de Podemos? Creo que esta es la pregunta clave y la principal tarea que tiene Yolanda Díaz para los próximos meses. Es cierto que la candidata tiene un atractivo electoral más transversal en términos ideológicos. Es capaz de ganarse la simpatía entre quienes ahora no votan a Podemos pero podrían eventualmente hacerlo en el futuro. Pero el candidato no lo es todo. Las siglas (o la marca del partido) son cruciales para entender el éxito electoral de una formación política. Es por este motivo que cabe preguntarse cómo es percibida la marca Podemos y hasta qué punto la imagen del partido podría eclipsar los efectos potencialmente positivos que tiene la candidatura de Yolanda Díaz.

Déjenme que aporte algún dato que nos ayude a resolver esta cuestión. En el gráfico 2 muestro el porcentaje de personas que perciben la ideología de Iglesias, de Díaz y de Podemos como de extrema izquierda. La mayoría de los votantes de centro (y un porcentaje muy elevado de los de centro-izquierda) sitúa a Iglesias en las posiciones ideológicas más extremas, algo que no ocurre en el caso de Díaz. Irónicamente, la llamada “vicepresidenta comunista” no es percibida por la opinión pública como una radical. Pero lo más interesante aquí no es las diferencias entre Iglesias y Díaz sino cómo se percibe el partido, Podemos. El porcentaje de personas que creen que Podemos es de extrema izquierda es ciertamente superior al de Yolanda Díaz, pero muy inferior al que cosecha Pablo Iglesias. En este sentido, los datos muestran que el atributo de “radical” era más propio del líder (Iglesias) que del partido.

Así pues, con el fin de “ensanchar la base”, ¿debe Yolanda Díaz evitar presentarse bajo el nombre de Podemos e impulsar una plataforma transversal? Mi lectura de los datos es que efectivamente la marca Podemos podría empujar la candidatura de Yolanda Díaz a posiciones más radicales de lo que desearían los votantes de centro-izquierda. En este sentido, parece lógico que una plataforma de izquierdas que relegara las siglas de UP en un segundo plano podría ayudar a que el perfil transversal de Yolanda Díaz.

Sin embargo, no deberíamos exagerar la magnitud de ese contagio, pues, como hemos visto, Podemos no se percibe tan radical como Pablo Iglesias. En realidad, creo que las reservas de Yolanda Díaz a presentarse bajo las siglas de Unidas Podemos no responden (sólo) a su temor de que le impidan ganarse la complicidad de los votantes moderados. Existen en realidad otros factores más importantes como (i) el problema de ser una candidata que no controla orgánicamente a Podemos (con las dificultades que ello conlleva para condicionar su estrategia e ideario político) y (ii) el problema de que existan distintos partidos a la izquierda del PSOE, especialmente Más País, que puedan hacerle sombra y dañar sus expectativas electorales.

Los beneficios de una plataforma transversal para “ensanchar la base” parecen evidentes para Yolanda Díaz. Otra cuestión es qué efectos tiene tanto para Podemos como para Más País. El primero podría perder parte de su poder de influencia; el segundo podría incluso poner en riesgo su existencia como organización. Más País se encuentra inmerso en una fase de construcción de un proyecto verde cosmopolita cuyos frutos (de haberlos) se recogerán más a medio que a corto plazo. Cualquier aventura colectiva de la izquierda, ya sea una coalición electoral u otro tipo de plataforma transversal, puede poner en riesgo fácilmente todo lo construido hasta ahora, desdibujando su incipiente perfil ideológico. Desde hace unos meses, Iñigo Errejón había asumido por fin la necesidad de que Más País apostara de forma clara por ser el nuevo partido verde en España, algo que no supo (o no quiso) ver en las pasadas elecciones generales de noviembre de 2019. En ese momento, Errejón prefirió hacerse un hueco apelando al voto progresista descontento ante la incapacidad de PSOE y Podemos de alcanzar un acuerdo de gobierno. En ese momento, Más País buscó más conectar con la desafección que con el ideario verde cosmopolita. Pero el Más País de hoy ya tiene marcada una hoja de ruta clara. Cualquier coalición o aventura colectiva con Unidas Podemos dinamitaría todos sus esfuerzos para crear un perfil propio y construir un nuevo espacio electoral en España.

En definitiva, puede que Yolanda Díaz considere oportuno una plataforma transversal que le permita “ensanchar la base” y controlar mejor el proyecto. Pero, para Podemos y muy especialmente, para Más País, se trata de una oferta que quizás harían bien en rechazar.

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