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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

Parir como una influencer

Parir

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Estoy embarazada de 19 semanas y ahora que mi barriga asoma como una protuberancia anunciadora del futuro caótico y multitarea que me espera, ahora que ya no se puede disimular y es evidente que albergo vida en mi interior, mucha gente me pregunta por dos cosas: si ya tenemos nombre y dónde pienso parir. Y no, reconozco que no tengo respuesta para ninguna de las dos. En mi caso, aún estoy digiriendo cuestiones básicas del embarazo, acomodándome a la nueva situación, que no deja de cambiar cada día, intentando poner consciencia en acompañar a lo que mi cuerpo va atravesando y, al mismo tiempo, trazando líneas rojas a la violencia obstétrica mientras doy respuesta a cientos de requerimientos del sistema productivista, y a menudo deshumanizante, en el que vivimos. Así que no, no he decidido dónde parir, ahora mi gran batalla está en encontrar bragas de mi talla que me vayan bien.

Pero si algo he descubierto en lo que llevo de prematernidad es que no hay que dudar. Aunque no tengas respuestas es mejor fingir tener una, más vale decir que tienes un plan, por ambiguo que parezca. Porque está mal visto que las madres no sean calculadoras humanas y confíen en el azar o simplemente fluyan. Si tú no eres capaz de decidir o de responder, habrá quien que te diga lo que debes hacer. Y eso me pasó; en una de las tantas veces que me preguntaron dónde pariré, dejé entrever cierto atisbo de duda, ¡y zas! Me convertí en una presa fácil de la señora que tenía frente a mí: “¿Y por qué no das a luz como Verdeliss?”, me dijo.

Por supuesto, me quedé ojiplática con su descaro, pero también asombrada por el nivel de información que manejaba la señora en lo que a redes sociales se refiere. Yo no tenía idea ni de lo que me estaba hablando, pero recurrí al oráculo/instagram y ahí lo encontré casi sin esfuerzo. Verdeliss: mujer influencer que había parido en una piscina, en su casa, rodeada de sus criaturas, retransmitiendo el parto en redes sociales. Resultado: una hija y trendding topic del día.

La polémica estaba servida, muchos ángulos de la vida de la influencer y su familia fueron escrutados. Hubo quien agradeció que compartiera otra forma de parir y también quien la criticó asegurando que usaba a sus hijas e hijos. Y entre dimes y diretes yo solo quería identificar la marca de la piscina que había usado y me descubrí a mí misma diciéndome: “Yo también quiero parir como Verdeliss”. Pero, ¿cualquiera puede parir en una piscina en su casa?

He ahí, una vez más, una pequeña jugarreta de Instagram y de las redes sociales en general, que nos sumergen en la ensoñación de pensar que nosotras, las mujeres mundanas, civiles, de a pie, también podríamos parir como quisiéramos, y si nuestro plan era parir en una piscina en nuestra propia casa, ¿qué nos lo impedía? Yes, you can.

De entrada, yo vivo en una casa de alquiler, un tercero sin ascensor, edificio de madera donde las paredes se desconchan y las humedades campan a sus anchas porque el casero, que es dueño de todo el edificio, no quiere invertir en arreglos. Además, si me tiro un pedo mi vecino el de abajo se entera, y si me desvelo de noche y me levanto, el suelo de mi casa cruje como si fuera a abrirse y a tragarme en canal. Dudo que la estructura del año 1890 pudiera resistir el peso de una piscina llena de agua de unas dimensiones considerables haciendo presión solo en un punto del piso. Y todo esto, con una mujer parturienta dentro. No quiero ni imaginar la posibilidad de estar pariendo y que el suelo se resquebraje y aparecer en el piso del tipo de abajo, yo, con mi criatura, mi útero, litros de agua, sangre, pis… y la placenta.

Supongo que tampoco debe ser una opción para las mujeres que viven en pisos pequeños, ¿os imagináis a una familia que vive en 60 metros cuadrados decidiendo dónde colocar la dichosa piscina? La conversación podría ser algo así:

- Cari, la piscina no entra en ninguna parte. O sacamos los muebles de la sala al descansillo o la metemos en la cocina, que es el hueco más grande.

- Pues no sé… es que parir entre cacerolas y botes de guisantes no es lo que yo había soñado…

Por no hablar de que esta opción no la cubre el sistema público de salud en el Estado español y puede suponer un gasto importante dependiendo de los recursos económicos con los que contemos. Además de alquilar la piscina, debes hacerte con los servicios de profesionales sanitarias que te asistan, a ti y a tu criatura, que pueden suponer un desembolso extra de unos 2.000 euros. Y en realidad es poco para el gran trabajo que hacen las matronas y asistentes al parto, a veces invisible y poco reconocido. Pero es obvio que un parto así no es apto para todos los bolsillos.

Y lo cierto es que sería ideal que las mujeres tuviéramos la posibilidad de elegir cómo y dónde queremos parir, y para ello deberíamos hablar de las carencias del sistema sanitario y de la visión patriarcal aún inherente en el acompañamiento de los embarazos, pero, sobre todo, de la autonomía financiera, de tener sueldos dignos, de la brecha salarial, de la precariedad, del derecho a una vivienda digna, del acceso a la información; de las cuestiones materiales, básicamente. Porque, en el fondo, quien puede permitirse elegir somos las mujeres que tenemos privilegios.

Y de esto no hablan las redes sociales, que nos muestran privilegios disfrazados de consejos y de alternativas. Ya da igual si eres de izquierdas o de derechas, si te fijas en las maternidades más tradicionales, si te decantas por ideas más progres o si eres eco friendly o hippie, porque hay un nicho de mercado que te está esperando. Más bien, la maternidad se ha convertido en un mercado millonario que están explotando a la perfección. Son como los publirreportajes de la revista ¡Hola!, pero con la idea perversa de que tu vida puede llegar a ser así algún día. Y no, porque lo que venden nunca podrá ser universal y accesible.

He llegado a la conclusión de que absolutamente todo lo que nos venden respecto a la maternidad las influencers y absolutamente todo lo que supone una decisión tiene un sesgo de clase; hacer colecho o no, acceder a una excedencia para estar más tiempo con el bebé, dar clases de hipnoparto, apuntarte a pilates para embarazadas, comprar los biberones de material de pichiflú anti cólicos… Todo. Entre otras cosas, porque no he visto aún madres influencers pobres, y eso es un problema.

Así es que, como las redes sociales están en sí mismas atravesadas por el neoliberalismo y el capitalismo más brutal, la mayoría de información refuerza de manera consciente o inconsciente el ideal de madre abnegada, potencian la tiranía de la culpa y profundizan en estigmas y heridas que pensábamos que estaban ya cerradas. Se trata de decidir, sí. Pero no de que unas cuantas puedan hacerlo y exhibirlo, sino de que todas tengamos las oportunidades y los recursos reales para hacerlo.

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