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La crispación política se da una tregua para despedir a Rubalcaba con honores de hombre de Estado

Despedida del féretro de Alfredo Pérez Rubalcaba, este sábado, frente al Congreso de los Diputados.

Iñigo Aduriz

La lucha partidista desenfrenada y crispada que lleva caracterizando en los últimos meses la vida política española y que se había agudizado en las sucesivas campañas electorales se daba una tregua este fin de semana a raíz del fallecimiento del exvicepresidente del Gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba el viernes, dos días después de sufrir un ictus.

La despedida al también exsecretario general del PSOE, al que se ha dado honores de hombre de Estado en la capilla ardiente en el Congreso de los Diputados abierta al público tanto la noche del viernes como la mañana del sábado, lograba unir a los líderes de los principales partidos políticos, a representantes de las más altas instituciones del Estado y a miles de ciudadanos que coincidieron en reivindicar la figura de Rubalcaba por su “victoria frente a ETA”, su carácter “dialogante” y sus dotes parlamentarias.

“Echamos de menos a políticos de su talla”, explicaban algunas de las muchas personas –un goteo incesante de militantes y votantes socialistas, pero también simpatizantes de otros partidos– que hicieron cola desde primera hora de la mañana de este sábado para visitar la capilla ardiente de Rubalcaba en la que tanto la viuda del exvicepresidente, Pilar Goya, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta del Congreso, Ana Pastor, permanecieron durante todo el tiempo que se mantuvo abierta al público.

En los corrillos que se formaron en el Parlamento por los políticos, representantes institucionales y sociales que pasaron ante el féretro de Rubalcaba, máximo exponente del establishment político, uno de los asuntos más comentados era precisamente el papel ejercido tanto por Sánchez como Pastor en la despedida al exsecretario general socialista, que según se explicaba por algunos de los políticos más veteranos contribuyó al clima de unidad y concordia a la figura del también exministro del Interior y de Educación, que fue incinerado en Tres Cantos (Madrid) a primera hora de la tarde del sábado.

Casado, Rajoy, Rivera e Iglesias

Desde su apertura, el viernes a las 20.00 horas, por la capilla ardiente de Rubalcaba pasaron los expresidentes del Gobierno Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy; el líder del PP, Pablo Casado; el de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, entre otros, así como todos los ministros del Ejecutivo en funciones y prácticamente la totalidad de los dirigentes y exdirigentes del PSOE.

La despedida sirvió de hecho para escenificar la unidad del socialismo tras lustros de batallas internas. En el salón de los pasos perdidos del Congreso se pudo ver a los principales exponentes de todas las familias del PSOE de los últimos 30 años, del felipismo al sanchismo.

Por la capilla ardiente pasaron casi todos los ministros vivos de los gobiernos de González (Alfonso Guerra, José Barrionuevo, Javier Corcuera, Narcís Serra, Ángeles Amador y Matilde Fernández, entre otros), los de Zapatero (José Blanco, Manuel Chaves, José Antonio Griñán, Leire Pajín, Elena Salgado o Pedro Solbes), el exsecretario general del PSOE Joaquín Almunia y todos los líderes autonómicos actuales del PSOE –de la expresidenta andaluza Susana Díaz a la secretaria general de los socialistas vascos, Idoia Mendia– así como los presidentes socialistas de las comunidades autónomas como el castellano manchego, Emiliano García Page; el extremeño Guillermo Fernández Vara, o la balear, Francina Armengol.

Además de los políticos, hasta el Congreso se acercaron tanto los reyes actuales como los eméritos, que se enfundaron en un abrazo con la viuda, y que reconocieron así la labor desempeñada por Rubalcaba para la continuación de la monarquía facilitando la abdicación de Juan Carlos I al esperar para dejar la secretaría general del PSOE tras la debacle de las europeas de 2014.

Elogios de sus adversarios

Se vio, además, a representantes de la judicatura como el exmagistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón y a mandos tanto de la Policía Nacional como de la Guardia Civil que estuvieron durante años bajo las órdenes del fallecido exdirigente socialista. Varios de ellos portaron el féretro de Rubalcaba hasta el coche fúnebre que le trasladó al tanatorio de Tres Cantos (Madrid) donde fue incinerado.

De entre todas las palabras de aprecio y reconocimiento hacia el exvicepresidente resonaron con especial relevancia por lo inusual del momento político actual algunas de quienes fueron sus grandes adversarios como el propio Rajoy –que ganó las elecciones generales de 2011 al fallecido–, que en un artículo en El País consideró a Rubalcaba “un rival admirable”. “Fue un hombre de Estado en los momentos más decisivos que pasó España en los últimos años”, apuntaba el expresidente.

Muestra de la unidad en torno a la trascendencia política que según todos los dirigentes, de izquierda a derecha, logró la figura del exvicepresidente, eran también las declaraciones del exportavoz del PP en el Congreso Rafael Hernando, que en 2005 trató de golpear a Rubalcaba en un episodio que el dirigente popular considera ahora “desafortunado por las dos partes”.

En un mensaje en Twitter, Hernando zanjó: “Consternado por la pérdida de Alfredo. Fue un hombre de Estado. Un gran adversario político que contribuyó en momentos complejos a la consolidación de la Monarquía y la democracia. Brillante parlamentario. Mi pésame a su mujer, su familia, sus amigos y la familia socialista”.

“Es irrepetible”

Algunos de los principales colaboradores de Rubalcaba contaban este sábado anécdotas que, según explicaban, dejaban en evidencia la “profesionalidad” con la que actuaba en todo momento el exministro, como cuando nada más ser nombrado vicepresidente improvisó un discurso de una hora ante la prensa “sin papeles”. “Él siempre nos ganaba a todos en resistencia y reflejos. Es irrepetible”, apuntaba uno de sus hombres de confianza.

Felipe González, quien en 1986 fichó a Rubalcaba primero como secretario de Estado de Universidades, después como ministro de Educación (1992-1993) y finalmente como ministro de Presidencia y Relaciones con las Cortes (1993-1996), le dedicó las palabras más cariñosas de la jornada, pero que sintetizaron y resumieron el sentir general de las personalidades del Estado que pasaron este fin de semana por la capilla ardiente.

“Lo echo de menos ya, voy a echar de menos esa conversación interrumpida”, aseguraba, visiblemente emocionado, mencionando que fue esta misma semana cuando habló por última vez con Rubalcaba, que estaba preparando un viaje a la República Dominicana. La mayoría de los asistentes a la capilla explicaban que el exvicepresidente “siempre respondía” a los mensajes y llamadas. “Era el político con más capacidad e inteligencia de la política española. Era capaz de trabajar 16 y 17 horas al día”, destacaba González.

De entre las numerosas coronas de flores y rosas rojas –símbolo del socialismo– que llenaban distintas dependencias del Congreso destacaron los claveles rojos, representantes de la revolución portuguesa que recuperó la democracia en el país vecino, que llevó el primer ministro de Portugal, el también socialista António Costa.

Todos los líderes políticos, a excepción de los del PSOE, retomaron este sábado los actos de la campaña de las elecciones autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo, poniendo fin a la tregua y dando paso de nuevo a una confrontación política que, según varios de los simpatizantes de Rubalcaba que visitaron la capilla ardiente, él siempre ejerció “sin faltar a nadie, desde la lealtad de Estado y el respeto”.

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