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Diez ejemplos que desmienten a Casado: la ética sí provoca dimisiones

El exministro de Cultura, Màxim Huerta.

Iñigo Aduriz

“Hay una frase de un expresidente francés que dice que la ética de la República es la ley. La ética la marca la ley. En un Estado de derecho quien tiene que dilucidar si alguien es culpable es un juez instructor y los ciudadanos anónimos lo que no tenemos que hacer es demostrar nuestra inocencia”. Con estas palabras, el líder del PP, Pablo Casado, defendía el lunes su permanencia en el cargo incluso si el Tribunal Supremo le imputa por los delitos de cohecho y prevaricación, tal y como ha pedido la jueza que investiga su máster, Carmen Rodríguez-Medel, en la exposición razonada que ha enviado al Alto Tribunal.

Según el presidente de los conservadores, no cabe la asunción de responsabilidades políticas por razones puramente éticas y de limpieza y honradez de los servidores públicos, sino que las dimisiones deben estar únicamente motivadas por lo que diga “la ley” y, en su caso, los tribunales.

Sin embargo, existen multitud de ejemplos de dirigentes políticos españoles y extranjeros que, sin ser procesados por la Justicia, se han visto obligados a dejar sus cargos por razones estrictamente éticas, por la limpieza del sistema público.

Max Streibl (1993)

En enero de 1993 se conoció por la prensa que Burkhart Grob, presidente de una compañía fabricante de aviones, había pagado a Max Streibl, entonces presidente del land alemán de Baviera y miembro de la CSU, unas vacaciones en Brasil. El dirigente regional no había cometido ninguna ilegalidad, pero su partido consideró que esa evidencia de la connivencia entre el poder político y el empresarial provocaba un conflicto de intereses y no resultaba ético que Streibl siguiera en su cargo. Presentó su dimisión en mayo de ese año.

Heinz Schleusser (2000)

Otro dirigente alemán, el entonces ministro de Finanzas de Renania del Norte-Westfalia, el socialdemócrata Heinz Schleusser, presentó su dimisión al ser cuestionado por un asunto de viajes en avión cargados a la cuenta de un banco público. Schleusser reconoció que en los años 90 realizó dos vuelos en compañía de una joven a bordo de aviones fletados por la entidad Westdeutsche Landesbank (WestLB), lo que alimentó las especulaciones sobre el carácter profesional o privado de los viajes. La polémica provocó su caída, sin que mediara la intervención de ningún tribunal.

Charles Kennedy (2006)

El entonces líder del Partido Liberal Demócrata británico, Charles Kennedy, presentó su dimisión después de que varios diputados de su formación le retiraran el apoyo tras admitir que tenía problemas con la bebida. 25 de los 62 parlamentarios liberal demócratas emitieron un comunicado pidiendo que Kennedy dimitiera y anunciando que se negaban a trabajar con él después de que hubiera reconocido que se sometió a un tratamiento para superar sus problemas con el alcohol.

Maxime Bernier (2008)

El ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, Maxime Bernier, dimitió hace ahora diez años tras admitir que había dejado documentos clasificados en un lugar inseguro. En concreto, reconoció que se había dejado unos papeles secretos de la OTAN en casa de su exnovia Julie Couillard, algo que se filtró a la prensa y forzó el cese de Bernier a pesar de que su expareja devolvió los papeles al Ministerio de Defensa. “El incumplimiento de las medidas de seguridad fue mi culpa y solo mi culpa y asumo la total responsabilidad de mis acciones”, dijo el exministro en su carta de dimisión.

Karl-Theodor zu Guttenberg (2011)

El caso del máster del presidente del PP, Pablo Casado, no es ni mucho menos el único escándalo político relacionado con irregularidades en los currículums de dirigentes públicos. Una de las salidas más sonadas de los últimos años fue la del exministro de Defensa alemán, Karl-Theodor zu Guttenberg, que decidió dimitir de todos sus cargos públicos a causa de las acusaciones de plagio en su tesis doctoral. El texto, aprobado cum laude en 2007 por la Universidad de Bayreuth, incluía párrafos prácticamente idénticos a los publicados anteriormente por otros autores sin que estos fuesen citados. Sin que hubiera ninguna investigación judicial en curso, el exministro se fue: “La razón se debe a la pregunta sobre si todavía puedo estar a la altura de las altas expectativas que me propuse”, dijo.

Pál Schmitt (2012)

En abril de 2012, el presidente de Hungría, Pál Schmitt, anunciaba en el Parlamento del país que dimitía de su cargo después de que se retirara su título de doctor por plagio. El escándalo salió a la luz tres meses antes, cuando una revista húngara aseguró que gran parte de la tesis del presidente fue copiada de diversas fuentes. La Universidad de Medicina Semmelweis de Budapest investigó el trabajo y decidió retirarle el título. “Siento como una obligación terminar mi servicio y dimitir de mi mandato presidencial”, apuntó el exmandatario.

Annette Schavan (2013)

Otro caso de plagio en una tesis doctoral forzó la dimisión de la ministra alemana de Educación y Ciencia, Annette Schavan, en febrero de 2013. La Facultad de Filosofía de la Universidad de Düsseldorf invalidó el título de doctor de Schavan, que había sido obtenido 33 años atrás, al considerar probado que incluyó en su tesis “de forma sistemática y premeditada” un trabajo que no era suyo. Las irregularidades habían sido denunciadas en una web dedicada a denunciar a famosos con doctorados dudosos y, en este caso, tampoco existía ni siquiera una investigación judicial al respecto.

Petra Hinz (2016)

No ocupaba ninguna cartera ministerial, pero en agosto de 2016 la diputada alemana socialdemócrata Petra Hinz dejaba su escaño en el Bundestag después de que un medio local sacara a la luz la falsificación de su currículum. La parlamentaria no disponía de un título de bachillerato, como sostenía en su trayectoria, ni cursó estudios de Derecho, como defendía. El escándalo hizo que, además, dejara su militancia en el PSD tras 26 años de afiliación.

Michael Bates (2018)

En este caso, la dimisión se presentó únicamente por no cumplir con la estricta puntualidad británica. Michael Bates, ministro del Gobierno británico de Theresa May, anunció que dejaba su cargo en febrero por llegar unos minutos tarde a la Cámara de los Lores del Parlamento, lo que hizo que estuviera ausente en el momento en que debía responder una pregunta de otra parlamentaria. El secretario de Desarrollo Internacional del Reino Unido desde 2016 aseguró sentirse “completamente avergonzado” por lo sucedido. En todo caso, su salida duró menos de 24 horas, ya que al acabar el día el Ejecutivo había rechazado su dimisión por no “considerarla necesaria”.

Màxim Huerta (2018)

Ya había saldado su deuda con Hacienda, pero el comportamiento poco ejemplar que representaba el hecho de que el recién nombrado ministro de Cultura, Màxim Huerta, hubiera sido condenado por fraude fiscal –defraudó más de 200.000 euros entre 2006, 2007 y 2008, y fue obligado a pagar una multa de 366.000 euros–, forzó su dimisión menos de seis días después de su nombramiento por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “Estoy muy convencido de que el presidente necesita transparencia. Transparencia hasta cuando no hay nada turbio. Esa es la diferencia con los demás”, sostenía.

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