Un teniente en la evaluación de una soldado de baja por ansiedad y con su hijo enfermo: “Antepone intereses propios a los del grupo”
“Falta de fortaleza psicológica y anímica ante la adversidad. Condición física y salud habitual no adecuada. Falta de voluntariedad, entrega, y disponibilidad para el servicio. Antepone intereses propios a los del grupo. No despierta admiración y prestigio profesional ante compañeros y superiores”. Son las apreciaciones de un teniente en la revisión del Informe Personal de Calificación que hizo de una soldado destinada en la unidad Bhelma IV de Sevilla, de baja por un trastorno de ansiedad después de que su hijo fuera diagnosticado con una enfermedad grave, operado a vida o muerte, con una discapacidad certificada del 81% y un grado de dependencia total. La militar, Mercedes Ruiz Puerta, ha interpuesto un parte disciplinario contra el teniente por verter en una calificación profesional apreciaciones subjetivas sin base que pueden afectar a su carrera.
Mercedes Ruiz tiene 43 años y es soldado del Ejército de Tierra. A sus espaldas lleva 19 años de servicio en diferentes unidades, incluido un periodo en la guerra de Iraq. Desde 2014 está destinada en la Unidad Batallón de Helicópteros de Maniobras IV (Bhelma IV), en Dos Hermanas, Sevilla. Ruiz es una militar apta con limitaciones, es decir, puede ejercer algunos trabajos pero no otros. Una operación de rodilla a la que se tuvo que someter por una enfermedad degenerativa hizo que un tribunal médico le concediera esa calificación en 2009. En los últimos tiempos era moza en el almacén de campamento y supervivencia de la unidad.
Sin embargo, el quiebre en la historia de esta soldado se produce en 2014. A finales de febrero nace su hijo Sergio. Después de sus 16 semanas de baja, Mercedes vuelve a su puesto de trabajo. Su hijo empieza a presentar síntomas asociados con el autismo. Sin embargo, durante una baja por una luxación de rodilla en acto de servicio, Ruiz observa otras afecciones en él que les llevan a un periplo de médicos. El 28 de agosto de 2016, los médicos le diagnostican al niño un tumor cerebral especialmente complicado de operar. “Ahí no me di de baja ni nada, yo seguía yendo a trabajar. Pero tenían que sacarme de las formaciones porque se me caían los lagrimones. Mis superiores se portaban muy bien. Los psicólogos siempre me decían que el trabajo me serviría para distraerme”, cuenta.
La vida de su hijo siguió adelante, aunque con pruebas y terapias recurrentes. A pesar de ello y de varias complicaciones médicas que afrontó la propia Mercedes, evitó la baja y utilizó las vacaciones para afrontar cada una de esas circunstancias. La soldado pidió varias medidas de conciliación que le fueron concedidas, como flexibilidad horaria al inicio de la jornada. “Quería evitar que me dijeran o que pensara que estaba de baja por mi hijo”, recuerda. Hasta que a finales de 2018 el estado de salud de Sergio se complicó. En octubre, tras una nueva prueba, la neurocirujana ordenó la operación inmediata del niño.
“Salimos de la consulta en shock. La situación era muy grave, la posición del tumor era muy complicada. Llamé al trabajo diciendo que estaba muy mal. Mi médica me dio un baja por trastorno adaptativo que llevé al cuartel al día siguiente contando lo que pasaba con el niño. En todo momento sentí un apoyo incondicional por parte de mi unidad. Hubo jefes que incluso estuvieron con nosotros durante la operación”, recuerda. Esa operación, a vida o muerte, salió bien. Le siguieron otras dos intervenciones y varias complicaciones que han hecho que Sergio arrastre daños neurológicos, tenga el 81% de discapacidad y una dependencia total.
Desde ese 25 de octubre, Mercedes Ruiz sigue de baja. Su evaluación -el Informe Personal de Calificación (IPEC)- fue señalada para el pasado marzo. Fue favorable, con una nota superior al seis y sin ninguna observación. Un mes después, a Mercedes le notificaron que su superior había hecho alegaciones a su IPEC y que debía acudir a firmarlas. Es entonces cuando la soldado ve las observaciones que el teniente ha hecho sobre su actividad y que eldiario.es ha podido comprobar: “Falta de fortaleza psicológica y anímica ante la adversidad. Condición física y salud habitual no adecuada. Falta de voluntariedad, entrega, y disponibilidad para el servicio. Antepone intereses propios a los del grupo. No despierta admiración y prestigio profesional ante compañeros y superiores”. En el informe, el teniente marca la casilla que indica que no está de acuerdo con la evaluación que la Junta de Calificación había hecho sobre la soldado.
Mercedes muestra su disconformidad con la valoración del teniente. Con ayuda de su abogada, interpone un parte disciplinario contra el teniente por incluir unas observaciones que no son resultado de una “valoración objetiva, constatada, y contrastada”. Una sentencia del Tribunal Supremo estableció en 2014 que los conceptos a valorar en el IPEC “no son ni arbitrarios ni ilógicos, debiendo ajustarse a parámetros cualitativos preestablecidos iguales para todos los miembros de las Fuerzas Armadas”. En el parte, piden que el teniente explique con exactitud a qué se refiere cuando habla de “adversidades”, cuál es la condición física que debe cumplirse o en qué circunstancias concretas la militar ha antepuesto intereses propios a los del grupo.
eldiario.es se ha puesto en contacto con el Ministerio de Defensa. El Departamento de Comunicación del Ejército de Tierra no comenta el proceso disciplinario abierto. Sí asegura que el teniente no tiene por qué justificar sus apreciaciones si la IPEC es positiva. “La valoración individual del superior jerárquico refleja sus consideraciones sobre el evaluado en el periodo considerado (anual o bienal en el caso de Tropa Permanente), y sólo debe justificarlas si la valoración general del IPEC fuese negativa, lo que no parece ser el caso”, señalan.
“Me he sentido menospreciada, humillada, defenestrada. Que a una madre que ha estado a punto de perder a su hijo se le diga que antepone los intereses propios a los del grupo... Dice que no sé enfrentarme a las adversidades. En el almacén donde estoy la máxima adversidad a la que puedo enfrentarme es que escribas algo mal y no tengas típex para borrarlo. Yo no tengo la responsabilidad que tiene, por ejemplo, un piloto. No puedo evitar pensar que esto tiene que ver con que mi situación le parece una molestia, con la conciliación”, dice Mercedes.
Apoyo de compañeros y mando
El parte reconoce que la situación familiar de la soldado le ha causado “una gran angustia y ansiedad” (...) “pero siempre con el apoyo de los compañeros y mandos”. “Estamos ante un estado de salud reactivo a problemática familiar que hasta la fecha siempre ha sido tenido en consideración por el mando. A pesar de que el niño nació enfermo y son 5 años de sufrimiento, no ha sido hasta 2018 cuando esta parte ha necesitado de una baja médica de larga duración, de ahí que resulten incompresibles las observaciones del Teniente”, prosigue. Por todo ello, su abogada pide que se valore si la conducta del superior pudiera constituir una falta grave. ¿Qué supone falta grave?
Más allá de la afectación a su “profesionalidad y honorabilidad”, la abogada de Mercedes, María Dolores Flores, de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) recuerda que las valoraciones afectan a la carrera de los militares, que pueden ver como sus opciones de ascender o participar en cursos, por ejemplo, disminuyen. Aunque en este caso el impacto es menor puesto que al ser apta con limitaciones sus posibilidades son ya de por sí más reducidas.
El departamento de comunicación del Ejército de Tierra subraya que la calificación del superior jerárquico no altera el resultado de la IPEC. Si bien es cierto, tanto la IPEC como las observaciones del teniente llegan al Mando de Personal y se tienen en cuenta en procesos de ascenso o evaluación. Por tanto, esas observaciones quedan, dice Flores, en el expediente de la soldado. Defensa asegura, no obstante, que un único IPEC negativo (el de Mercedes Ruiz fue positivo) en varios años, “no suele tener una influencia notable”.
Flores insiste en que las valoraciones deben hacerse conforme a afirmaciones contrastadas, a objetivos, a la eficacia en el trabajo: “El teniente puede opinar lo que considere pero a la hora de plasmarlo en una IPEC tiene que motivarlo puesto que se trata de una valoración de cualidades profesionales y personales. Le guste o no, hay que respetar los derechos familiares y de conciliación que tiene reconocidos la soldado. Que ejerza esos derechos no puede trasladarse en una calificación negativa. Lo que dice ese señor se sitúa al margen de los derechos reconocidos a todos los militares”.