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Sánchez y Feijóo abren la primera vía de entendimiento tras cinco años de choques entre PP y el Gobierno

Sánchez y Feijóo, durante la reunión celebrada este viernes en el Congreso

José Enrique Monrosi / Aitor Riveiro

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Llevaban dos semanas sin ponerse de acuerdo ni siquiera con la fecha para la reunión, pero finalmente, tras pactar celebrarla este viernes, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo consiguieron abrir una vía de entendimiento que permitirá un primer deshielo de las relaciones entre el Gobierno y el PP después de años de choques, fundamentalmente porque el PP no ha reconocido la legitimidad del Gobierno. De este, ni del anterior. Sucedió pasada la una del mediodía, casi al mismo tiempo que los niños de San Ildefonso cantaban el gordo de navidad. El líder del PP anunciaba en la sala de prensa del Congreso en una comparecencia plagada de reproches al presidente, que Sánchez y él se habían puesto de acuerdo en algo.

El primer pacto para reformar el artículo 49 de la Constitución con el fin de retirar el término “disminuidos” y cambiarlo por “personas con discapacidad”, una medida pendiente desde la legislatura anterior. La proposición conjunta se registrará antes de que acabe el año y tanto el Gobierno como el primer partido de la oposición confían en que pueda sustanciarse en enero. Feijóo dejó claro en la comparecencia que el acuerdo es solo para retirar ese término. Cualquier otra modificación de la Carta Magna es una quimera, vistas las relaciones que mantiene el Partido Popular con el Gobierno.

También se produjo un avance en torno al gran conflicto entre el Gobierno y la oposición de los últimos cinco años: la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), bloqueado por el PP desde 2018. Tras negarse esta misma semana a que un verificador facilitara las conversaciones, Feijóo planteó por sorpresa la mediación de la Comisión Europea para las citadas negociaciones y Sánchez aceptó que Bruselas “medie y verifique”, tal y como explicó en rueda de prensa la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría.

Minutos antes, en la comparecencia que ofreció en el propio Congreso, Feijóo mantuvo el mismo tono de enfrentamiento de los últimos meses, pero sí reconoció esos dos acuerdos. No fue posible un pacto sobre la financiación autonómica, tal y como quería el Gobierno. El líder del PP defendió la figura de mediación y pidió “respeto por la Comisión Europea” para no compararla con “un mediador salvadoreño especializado en bandas armadas”, en referencia al diplomático que ejerce de supervisor de las reuniones entre el Gobierno y Junts, quien ha sido dirigente del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), así como embajador de su país en varias naciones europeas.

Un clima de “desconfianza” permanente

Este mismo miércoles, Feijóo le dijo a Sánchez en la tribuna del Congreso sobre la reunión de este viernes: “Ha dicho usted donde quiera, como quiera y cuando quiera. Muy bien. Sin mediador. ¿Le parece bien reunirse sin mediador conmigo, señor Sánchez?”. En la reunión fue Feijóo quien planteó que sí haya mediador y en la rueda de prensa posterior citó al comisario de Justicia, Didier Reynders, como alguien “muy procedente” porque “conoce bien” el problema y ya ha advertido en España “al Gobierno de sus incumplimientos”. “Y al PP de los suyos”, reconoció. Reynders ha acuciado a los principales partidos en diferentes ocasiones a cerrar ya la renovación del CGPJ y, después, modificar la ley para acordar otro sistema que ahonde en la independencia del órgano.

El inesperado acercamiento de Feijóo a Sánchez no pasó de esas dos cuestiones: la mediación para renovar el CGPJ y la reforma del artículo 49 de la Constitición. Por lo demás, el líder del PP volvió a insistir en la deslegitimación del presidente, a quien no quiso ver en su residencia oficial, y en remarcar que su “desconfianza” con el Gobierno es “total” e incluso deslizó que preferiría otro interlocutor diferente al ministro de Presidencia, Félix Bolaños. Alegría le respondió que el PSOE también tiene su propia opinión sobre algunos dirigentes populares pero que respeta a los portavoces que designe este partido.

Este viernes, en las vísperas navideñas, se abrió un mínimo resquicio de entendimiento entre el PP y el Gobierno, tras cinco años de choque total en que primero Pablo Casado y después Feijóo establecieron el mismo marco discursivo respecto al presidente y la coalición que se da cita en el Consejo de Ministros. Los populares quieren ejercer una labor implacable que no dé muestra alguna de acercamiento o colaboración con un Gobierno que han llegado a calificar de “fraude” y al que incluso algunos referentes de la derecha como José María Aznar y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, han señalado como una amenaza para la democracia. “Es una deriva sin frenos hacia Vox”, apuntan en la Moncloa, donde también creen que, pese a los avances de este viernes, con el PP de Feijóo existen aún menos puentes que en la etapa de Casado. 

“Casado tuvo un día de lucidez en la moción de censura de Abascal y, en la práctica, rompió con la ultraderecha. Feijóo ni siquiera ha tenido ese día. El PP, bajo su liderazgo, ha pactado con la ultraderecha en todos los sitios donde podía pactar y sin líneas rojas”, apuntan en el equipo del presidente, donde no ocultan una cierta sensación de decepción. “En el fondo eso nos defrauda también a la izquierda porque él aterrizó desde Galicia como un gestor moderado. Teníamos expectativas de una etapa de más diálogo y entendimiento”, subrayan esas mismas fuentes. 

Ferraz cree que Feijóo se ha comportado “como un ultra”

El propio presidente admite en primera persona esa decepción y la dificultad de desplegar una interlocución sincera con su oponente. “Habló de mí como un enfermo mental, dijo que tenía tics patológicos. En fin, no hay mucho más que decir”, comentó recientemente en un corrillo informal con periodistas sobre su nulo entendimiento con el político gallego. En el PSOE también reprochan al líder del PP que ni siquiera haya sido capaz de marcar en su partido una línea dura de rechazo a la violencia política ejercida por la extrema derecha en las últimas semanas. 

“Llevamos un mes con nuestras sedes atacadas y nuestros compañeros acosados en más de 120 casas del pueblo; Abascal, que es su socio, ha hablado de colgar por los pies al presidente. Y todas sus declaraciones son siempre tibias para, en el fondo, justificarlo porque supuestamente lo merecemos por traidores. Nos da igual que sea por falta de liderazgo interno o por convencimiento. Feijóo se está comportando también como un ultra”, denuncian en Ferraz.

Durante la oposición de Pablo Casado, que también resultó implacable contra Pedro Sánchez y durante la cual llegó a calificar al presidente del Gobierno de “felón”, llegaron a concretarse, sin embargo, algunos encuentros de trabajo discretos para intentar desatascar los pactos de estado pendientes. Lograron acordar, por ejemplo, la renovación de la dirección de RTVE, del Defensor del Pueblo o los nombramientos pendientes del Tribunal Constitucional. Y también estuvieron a punto de renovar el Consejo General del Poder Judicial pero coincidió con el desahucio de Casado de la calle Génova. 

Lo más cercano a un entendimiento con el PP de Feijóo fue, de hecho, sobre el Poder Judicial. En octubre de 2022 ambos partidos llegaron a un acuerdo de renovación que llegó a estar cerrado a expensas de la firma del líder de los populares, que a última hora y ante una oleada de presiones externas y también internas se echó atrás y lo tumbó. Este viernes, después de que Feijóo acusara directamente a Bolaños del bloqueo, desde el PSOE respondieron resaltando que “la realidad es que la no renovación en octubre de 2022 nada tiene que ver con el señor Bolaños, sino que obedeció a las presiones que padeció el propio Feijóo”.

Un PP alineado con Vox

Entonces alegaron que resultaba “inasumible” alcanzar un pacto de ese tipo con un Gobierno que se disponía a reformar el Código Penal para suprimir el delito de sedición y reformar el de malversación. Antes fue el pacto con Podemos o las críticas del partido de Pablo Iglesias al rey emérito. Últimamente, la ley de amnistía y el pacto con EH Bildu para la alcaldía de Pamplona. “Nos han llamado miserables y escoria. Su estrategia es hacer irrespirable la convivencia política pero en eso no nos van a encontrar. Mantenemos nuestra oferta de un diálogo con la oposición para desbloquear los grandes temas pendientes”, señalan en la calle Ferraz. 

“¿Crees que les vamos a ayudar en algo? En cada votación tendrán 171 ‘noes’ en bloque”, advirtió uno de los principales colaboradores de Alberto Núñez Feijóo en los días previos a la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Ante ese panorama de alineación absoluta del PP con los postulados de la extrema derecha, en el PSOE aprovechan para construir su estrategia política en base al rechazo explícito de lo que tienen enfrente. “La alternativa a un Gobierno de progreso sustentado en una mayoría parlamentaria plural es la ola reaccionaria que ya asola otros países del mundo”, insisten en la Moncloa.

Bajo ese paraguas, por el momento, cabe todo y en muy poco tiempo: la ley de amnistía, el verificador, los pactos de gobernabilidad con EH Bildu e incluso, según el propio Sánchez, varios cara a cara con Puigdemont que en el PSOE prorrogan al menos hasta la aprobación de la amnistía.

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