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Los efectos colaterales de la vuelta a la normalidad, ¿resurgirán con más fuerza la gripe y otras infecciones respiratorias?

Una niña lleva una mascarilla en la Playa das Salseiras en A Laracha, A Coruña.

Esther Samper

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Confinamientos, distancia de seguridad, uso frecuente de geles hidroalcohólicos, mascarillas, ventilación, restricciones de aforo, clases virtuales... Las diferentes medidas sanitarias que se pusieron en marcha a partir de marzo de 2020 para poner freno al virus SARS-CoV-2 han tenido también un efecto histórico sobre la incidencia de múltiples enfermedades infecciosas. Así, los casos detectados de una veintena de dolencias provocadas por diferentes microorganismos (tuberculosis, sífilis, varicela, enfermedad meningocócica...) descendieron drásticamente en 2020.

Este fenómeno fue especialmente destacado el pasado invierno en España para infecciones respiratorias muy comunes como son los resfriados, las bronquiolitis y la gripe. A diferencia de los años anteriores, prácticamente no hubo epidemia de gripe en nuestro país y los casos de bronquiolitis y resfriados fueron muy limitados. Según los informes de Vigilancia del Instituto de Salud Carlos III , solo se han detectado 4.698 casos de gripe a lo largo de 2021 hasta ahora. Este dato contrasta con las cifras de 2020 y de años anteriores durante las mismas fechas, en los cuales los casos registrados de gripe de cada año se encontraban en torno al medio millón de personas.

Que la gripe casi haya desaparecido de España no es sólo mérito de las diferentes medidas sanitarias establecidas por la pandemia, sino también de una reforzada campaña de vacunación contra ella con cifras récord de personas que recibieron este tratamiento preventivo. Otro factor que podría haber contribuido a que gripes, resfriados y bronquiolitis fueran mucho menos frecuentes tendría que ver con el fenómeno de interferencia viral: la infección por el virus SARS-CoV-2 podría haber evitado, en determinados casos, la infección por otros virus respiratorios.

No se ha creado inmunidad en los niños

Todo apunta a que las diferentes medidas de protección frente al coronavirus no nos acompañarán a lo largo de todo el 2021. En estos momentos, el 19% de la población española está vacunada contra el SARS-CoV-2 y el 37 % ha recibido al menos una dosis. El ritmo de vacunación contra la COVID-19 en nuestro país, que se ha ido acelerando a lo largo de los últimos meses, indica que, salvo imprevistos, España alcanzará con toda seguridad la inmunidad de grupo antes del final del presente año.

Una pregunta que se hacen cada vez más médicos, especialmente los pediatras, es: si se relajan todas o casi todas las medidas para frenar los contagios frente al coronavirus, ¿qué ocurrirá este próximo otoño-invierno con las infecciones respiratorias, especialmente con la gripe o las bronquiolitis?

No se trata de un asunto menor; multitud de niños de corta edad no se han expuesto a diferentes virus respiratorios y no han desarrollado, por tanto, inmunidad frente a ellos por las medidas sanitarias establecidas por la pandemia. De igual forma, ha existido una especie de paréntesis entre los adultos a la hora de exponerse a estos agentes patógenos. Por otro lado, la menor circulación del coronavirus en España llevaría a una menor interferencia hacia otros virus. En conjunto, la previsible vuelta a la normalidad en otoño/invierno, junto con una mayor población susceptible de infectarse y transmitir infecciones y una menor interferencia viral del coronavirus podría llevar a un repunte de enfermedades infecciosas respiratorias, con un mayor número de hospitalizaciones y muertes.

Autoridades sanitarias en Reino Unido ya han alertado sobre un posible aumento de los ingresos hospitalarios de niños de corta edad por el resurgimiento de virus respiratorios que casi habían dejado de circular por las medidas sanitarias para limitar los contagios por la COVID-19. Según previsiones de Salud Pública de ese país, podría producirse un aumento drástico de casos de bronquiolitis, provocados principalmente por el virus respiratorio sincitial (VRS), durante el otoño y el invierno, con un ascenso de entre el 20 y el 50% de casos que requieren hospitalizaciones. Estas cifras requerirían doblar las camas de cuidados intensivos pediátricos y aumentar los recursos asociados.

Por ahora, los casos de infecciones respiratorias agudas en España se mantienen limitados, pero ya se está observando un aumento progresivo de ellos entre los niños más pequeños en algunas zonas de España. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se ha detectado un aumento progresivo de las hospitalizaciones por infecciones respiratorias en los niños de entre 0 y 4 años en las últimas semanas. Pediatras de diferentes lugares informan de que ellos también están observando un repunte de casos de bronquiolitis. Este fenómeno es muy similar al que ocurrió en Australia hace unos meses. Como explican los pediatras Elena Blanco y Gonzalo Oñoro, en este país la epidemia de VRS se desplazó del inverno a la primavera-verano cuando se relajaron diferentes medidas sanitarias frente al coronavirus.

El VRS es un virus estacional y las epidemias de bronquiolitis asociadas a él suelen darse principalmente durante el invierno. Se espera que los casos de esta infección respiratoria que se están detectando estas últimas semanas vayan en aumento, pero es probable que la anómala estación en la que se sitúan limite de forma significa los brotes. El pediatra Alberto García Salido aconseja, para limitar los contagios por el VRS, que se eviten “los contactos estrechos en caso de cuadro catarral con menores de dos años y, sobre todo, con menores de seis meses. Son los que peor van y más riesgo de ingreso tienen”.

Dificultades con la vacuna de la gripe

Por otro lado, la próxima campaña de vacunación de la gripe, que suele ponerse en marcha en octubre, presenta una complicación sin precedentes. Como la circulación de las diferentes cepas causantes de la gripe estacional ha sido mínima en multitud de lugares del planeta, los expertos que deciden qué cepas se incluyen en la vacuna (en España las vacunas contra la gripe suelen incluir 3-4 cepas) lo han tenido más complicado para anticipar cuáles deberían elegir para la campaña de vacunación.

Precisamente, uno de los factores que limita la eficacia de las vacunas de la gripe cada año son las dificultades para predecir qué cepas serán predominantes a lo largo del planeta. Con datos limitados sobre el comportamiento de los virus Influenza, esta predicción se vuelve aún más compleja. Al final, se ha decidido que las vacunas contra la gripe del hemisferio norte para la temporada 2021/2022 conserven tres de las cuatro cepas de la versión del Hemisferio Sur del año pasado. Solo una cepa es diferente, la Influenza A H3, que se ha visto de forma predominante en circulación.

Aún es pronto para saber qué ocurrirá con la gripe en el próximo otoño-invierno. Dado que los virus de la Influenza han circulado mucho menos por el mundo, han tenido también menos oportunidades para mutar y desarrollar cepas que escapen a la inmunidad de las personas expuestas previamente a estos virus. Además, también hay que considerar si se parte de un nivel bajo de contagios de cara al otoño/invierno. Puede que estos factores sean más decisivos que la relajación de medidas sanitarias y la ausencia de circulación del coronavirus para que no ocurra una epidemia de gripe o esta no tenga una gran magnitud.

Aunque la pesadilla epidemiológica de la COVID-19 desaparezca, múltiples autoridades y expertos sanitarios recomiendan seguir aplicando unas medidas básicas de higiene para limitar las epidemias por otros agentes infecciosos. Más allá del coronavirus, otros agentes infecciosos respiratorios provocan miles de muertes cada año en el mundo. Según la OMS, solo la gripe estacional causaba alrededor de 650.000 muertes anuales antes de la llegada del SARS-CoV-2.

El lavado frecuente de manos con agua y jabón o con gel hidroalcohólico o la utilización de mascarillas cuando se tienen síntomas de infección respiratoria (algo que ya se hacía en países asiáticos desde hace tiempo) son medidas sencillas que contribuirían a limitar el número de contagios. También se puede fomentar que las personas con síntomas de gripe o similares permanezcan en casa y no acudan al trabajo o a los centros educativos para evitar contagiar a los demás. Estemos o no en pandemia, son acciones que seguirán salvando vidas y evitando hospitalizaciones.

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