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Aire contaminado: un cóctel tóxico que se ha dejado en manos del hombre del tiempo

Raúl Rejón

El jueves próximo se aclarará la boina de contaminación. Según la Agencia Estatal de Meteorología, hay un 95% de probabilidades de que llueva. Se dará fin así a más de un mes de anticiclón que ha espesado una capa negra de polución sobre, por ejemplo, Madrid o Barcelona. Mientras la polución se acumulaba, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, se ha limitado a dos discursos: la culpa la tienen los coches diésel y por tanto pide que les apriete las tuercas “para poder cumplir con los requisitos de calidad del aire que desde Bruselas con tanta insistencia se nos exige”. Y por otro lado: Madrid tiene el “mejor aire de su historia”.

Además de que los registros niegan esta afirmación –la ciudad imcumple la normativa europea desde hace seis años–, los datos de las estaciones recogidos por Ecologistas en Acción ejemplifican cómo el aire contaminado es un cóctel de productos y una cadena que lleva desde el humo hasta los pulmones y la circulación sanguínea de los ciudadanos que respiran ese aire ejemplar en cualquier parte del país.

Más dióxido de nitrógeno con el 'buen tiempo'

Lo explicaba la doctora experta en toxicología Ana Santurtún: se sabe que la estabilidad atmosférica favorece la presencia de dióxido de nitrógeno (NO) Y también se conoce que la población en más vulnerable en otoño e invierno. Pero parece que se deja correr la situación a la espera de que el viento y la lluvia alivien los picos de este agente.

El NO sale de los tubos de escape. Es cierto que los motores gasoil producen hasta siete veces más dióxido de nitrógeno que los de gasolina, pero estos últimos también hacen sus aportaciones. Estudios como el desarrollado por Santurtún han demostrado epidemiológicamente que este dióxido incide en un aumento de ingresos hospitalarios por arritmias cardiacas.

En Madrid, por ejemplo, hasta 2010 la red de medición sobrepasaba cada año el límite legal de este producto (40 microgramos por m de aire). En 2011 se hizo un rediseño en la ubicación de los medidores y el registro ha ido bajando hasta los 35 microgramos. Ocho de las 24 estaciones estuvieron fuera de la norma en 2014. En 2015 cuatro ya han gastado las acumulaciones de alta concentración que se les permite para todo el año.

El ozono ha venido para quedarse

Las reacciones en cadena no paran. El nitrógeno de hoy se convierte en el ozono troposférico (O) de mañana mediante la acción de la radiación solar. Por eso un área habitualmente libre de este contaminante como era la ciudad de Madrid –este agente se relacionaba con áreas más rurales–, tras años de acumular NO, a partir de 2013 ha visto cómo los datos del ozono sobrepasan los valores permitidos por la directiva europea (120 microgramos).

Aquel año, 8 de las 13 estaciones que miden O llegaron a ese nivel más de 25 veces, lo máximo que permite la ley. Lo mismo ha ocurrido en 2014. “Reafirma la tendencia”, sentencian en Ecologistas en Acción. Además, con este contaminante, la Organización Mundial de la Salud recomienda un umbral más bajo que la Unión Europea: 100 microgramos. Con ese baremo, toda la red madrileña estaría fuera de la zona saludable.

El ozono troposférico es “muy oxidativo”, explican los científicos. Afecta a las neuronas y provoca cefaleas. Afecta a los ojos y trae irritación ocular. Pero sobre todo incide en las vías respiratorias. Una vez más, las acumulaciones de este gas están detrás del aumento de ingresos en urgencias por casos de enfermedades respiratorias. “Provoca una inflamación en los pulmones que deben dedicarse a combatir esa inflamación en lugar de centrarse únicamente en respirar”, explican los médicos.

España está a la cabeza de los niveles de ozono troposférico en Europa. Además, el O, debido a su potencia oxidativa, es un agente especialmente agresivo con los cultivos y la masa forestal. De hecho, se le atribuyen daños directos a las cosechas de trigo, al crecimiento de bosques y la capacidad de tragar dióxido de carbono por parte de las masas de árboles en el continente.

Partículas materiales dentro de los pulmones

La combustión de carburantes y la producción industrial expele un humo en el que hay minúsculas motas de polvo. Partículas microscópicas (PM2,5) que son capaces de atravesar todas las barreras del cuerpo y llegar a los pulmones. Estas PM2,5 –que son 25 veces más finas que un cabello– también se acumulan más con tiempo estable. Y su origen se relaciona mayoritariamente con la acción humana. Este micropolvo alacanza los alveolos pulmonares y de ahí se adentra en el torrente sanguíneo. Más allá de los evidentes problemas que ocasiona a la respiración, se estudia cuál es su efecto acumulativo en el organismo. Se las relaciona con una mayor prevalencia del cáncer o mutaciones genéticas.

Y el efecto invernadero tampoco se ha solventado

2014 ha sido el año más cálido desde que se tienen registros. 0,68 grados por encima de la media del siglo XX. El año anterior año más caliente fue 2010: 0,65 grados. El cambio climático, el llamado calentamiento global, es un hecho (más allá de si la causa es la actividad humana o la geológica). Y se le atribuye parte del crecimiento del ozono malo. Esto es porque el sol es responsable de las reacciones químicas que trasforman el NO y otros elementos volátiles en O.

El auge del mercado de los motores diésel vino marcado por la idea de que su eficiencia energética es mayor, su consumo menor y sus emisiones de CO también más bajas. Tras 20 años de apuesta por el gasoil, las expectativas en cuanto al dióxido de carbono se han revelado demasiado optimistas, según explicaba un estudio conjunto de las universidades de Luxemburgo y Tréveris (Alemania). Pero las carreteras europeas soportan más de 40 millones de coches de gasoil extra debido a esta tendencia.

De hecho, España, recibió recientemente un serio toque de atención por parte de la Agencia Europea del Medio Ambiente: “Ni siquiera está en el camino para cumplir con sus objetivos”, detalló la agencia en su último informe sobre la reducción de los gases de efecto invernadero.

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