Los gitanos se rebelan contra “estereotipos absurdos” en su Día Internacional

Lo nunca visto: cien gitanos tachando de “vagos y delincuentes” a trajeados, ancianas o bigotudos en plena calle. Es su estrategia para denunciar el trato “injusto y absurdo” que aún recibe el pueblo gitano en su Día Internacional, plagado de reivindicaciones a las que se han sumado los partidos políticos.

Se abre el telón: aparece un joven con traje al que acosan, increpan y persiguen un grupo de gitanos en plena calle de Madrid al grito de “los trajeados se aprovechan del sistema, son unos delincuentes, no se quieren integrar y sólo causan problemas...”

Hasta que una mujer con micrófono en mano le corta el paso. “Te invitamos a reflexionar sobre los prejuicios absurdos a los que se enfrentan unos ciudadanos que, como cualquier otro, luchan por salir adelante cada día”, exclama.

Es el acto simbólico organizado por la Fundación Secretariado Gitano para destapar una realidad que afecta a diez millones de personas en todo el mundo, una conducta discriminatoria que no es noticia cuando las víctimas proceden de esta etnia.

Con motivo del Día Internacional del Pueblo Gitano, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad aprovecha para anunciar en una nota de prensa que el Instituto de la Mujer suscribirá un nuevo convenio con esta fundación para promover la “integración socio-laboral de mujeres gitanas” a través del programa Sara, que cuenta con un aumento presupuestario del 45 %.

Además, el PP subraya en un comunicado la “lengua, historia y aportaciones al mundo de la cultura” de las personas gitanas y manifiesta su intención de “seguir trabajando” para lograr la inclusión social “plena”, proteger sus valores y eliminar “estereotipos”.

Por su parte, el PSOE destaca que la “pobreza y desigualdad” del pueblo gitano tiene mucho que ver con las “políticas discriminatorias practicadas por países europeos durante siglos y aún en la actualidad”, y reclama un plan integral para combatir los planteamientos de “romofobia o antigitanismo”.

“Cada vez que entro al supermercado, me preguntan si escondo algo en los bolsillos”, lamenta Agustín, un estudiante de 20 años que se enfrenta a este tipo de situaciones desde que era un niño.

Como él, Remedios, de 50 años, está cansada de que el personal de seguridad no le quite ojo cuando va de compras: “Si alguien ha robado, a la primera que señalan es a mí”, se queja.

Su amiga Manoli protesta ante la imagen “distorsionada” que, dice, transmiten los medios de comunicación: “Siempre sale lo malo y nunca sacan lo bueno. ¡Ni que todos viviéramos en chabolas y con pies descalzos!”, reprocha.

“Hace poco entró una becaria gitana al hotel donde trabaja mi madre. Sus compañeras aconsejaron a todo el personal que guardase los bolsos”, lamenta Juan, de 18 años.

Es una de las razones por las que miles de personas no se atreven a desvelar su etnia en el trabajo.

Acostumbrado a que le miren de arriba a abajo, este joven también sufrió episodios desagradables en el colegio: “Ponte en la esquina y no molestes”, comenta que le decía su profesor de inglés semana tras semana.

El docente no escatimaba en desprecios hacia el chaval bajo el argumento de que “era gitano”, algo que al final, según Juan, le costó el empleo.

Este tipo de actitudes suponen una “losa” que cae sobre los gitanos y les impide avanzar, tal y como explica a Efe la portavoz de Secretariado Gitano, Maite Suárez.

“¡Basta de prejuicios! Es una tarea de todos: hay que abrir la mente y romper las barreras invisibles” que solo crean brechas en la sociedad, concluye la portavoz.

Lo mismo demanda la Federación Nacional de Mujeres Gitanas Kamira y el Movimiento No Prejuicios, que se une a la campaña “No Hate Speech” en Budapest para concienciar a la sociedad sobre el “discurso de odio” que afecta a este colectivo.