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La mal llamada 'Viagra para mujeres': un fármaco controvertido para tratar la ansiedad ante la inapetencia sexual

El dispositivo autoinyectable de Vyleesi, de AMAG Pharmaceutical

Teguayco Pinto

La semana pasada, la agencia de Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó un fármaco diseñado para tratar la falta de deseo sexual y que ha sido bautizado popularmente como una Viagra para mujeres. Sin embargo, pese a que el medicamento reduce la ansiedad generada por la ausencia de líbido, no aumenta ni el número ni la calidad de los encuentros sexuales de las afectadas, lo que demuestra que los problemas de disfunción sexual femenina que el fármaco pretende tratar son más complejos y difíciles de resolver que la disfunción eréctil masculina.

El Vyleesi, nombre comercial del fármaco, está destinado a tratar lo que algunos especialistas llaman trastorno de deseo sexual hipoactivo (TDSH) en mujeres premenopáusicas. Esta afección, que se incluyó en los manuales internacionales de diagnóstico a principios de los años 90, se caracteriza por “un bajo deseo sexual que causa una marcada angustia y que no se debe a una afección médica o psiquiátrica coexistente, problemas en la relación o los efectos de un medicamento u otra sustancia farmacológica”, según la definición de la FDA.

El problema, por tanto, no sería la falta de deseo sexual en sí, sino la angustia que provoca en algunas mujeres dicha ausencia, lo que ha generado un debate entre la comunidad científica, dado que no es posible establecer un nivel saludable de líbido. “No existe una norma científicamente establecida para la actividad sexual, los sentimientos o el deseo, y no hay evidencia de que el trastorno de deseo sexual hipoactivo sea una condición médica”, aseguran los autores de un artículo publicado en el British Medical Journal (BMJ).

La presión por “igualar el marcador”

El debate sobre esta supuesta afección se inició hace más de una década, pero terminó explotando en 2015, tras la aprobación del primer medicamento desarrollado para tratar el TDSH, el Addyi, de la compañía Sprout Pharmaceuticals. El fármaco había sido rechazado dos veces por la FDA (2010 y 2013) debido a los pequeños beneficios reportados y a los importantes efectos secundarios. Sin embargo, la agencia finalmente decidió autorizarlo, aunque con muchas reservas.

Diversos especialistas han apuntado que esta aprobación estuvo marcada por las presiones sociales para que hubiera un tratamiento para la disfunción sexual de las mujeres, dado que ya existía la Viagra para los hombres. “Aunque no existe un equivalente femenino a la disfunción eréctil, el éxito desbocado de la Viagra lanzó una carrera para crear un medicamento para mujeres”, asegura el artículo publicado en BMJ.

En este sentido, una de las campañas sociales que más eco tuvo en EEUU fue Even the Score, que se podría traducir como igualar el marcador, en referencia a conseguir un fármaco para las mujeres como el que ya tenían los hombres, y su éxito fue aprovechado por la farmacéutica propietaria de Addyi. “Hoy celebramos lo que esta aprobación significa para todas las mujeres que han esperado durante mucho tiempo una opción de tratamiento médico para este trastorno que afecta la vida”, aseguró la directora comercial de la compañía tras la aprobación del fármaco.

La actitud de la compañía no fue casual, según denunció el artículo del BMJ, que asegura que “el trastorno de deseo sexual hipoactivo es un ejemplo típico de una condición que fue patrocinada por la industria para preparar el mercado para un tratamiento específico”. Actualmente, tanto la propietaria de Addyi, como de Vyleesi, mantienen sendas páginas web en las que tratan de concienciar a la población sobre esta afección.

Cómo tratar la disfunción sexual

Sin embargo, no toda la comunidad científica coincide en esta visión del problema y, según una revisión de estudios publicada en 2017, el TDSH es “el problema de salud sexual femenina más frecuente”. La revisión ha sido elaborada por un panel de expertos de la Sociedad Internacional para el Estudio de la Salud Sexual de la Mujer y ha sido dirigida por el investigador Irwin Goldstein, consultor de la farmacéutica propietaria de Addyi.

El hecho de que no exista un consenso claro respecto a esta posible afección, hace que tampoco existan datos concretos sobre el número de mujeres que se ven afectadas, aunque esta revisión de estudios afirma que “afecta aproximadamente al 10% de las mujeres adultas”. Además, asegura que el tratamiento “puede involucrar estrategias psicosociales y biológicas porque todos estos factores se afectan mutuamente”.

Sobre la parte biológica del TDSH, este panel de especialistas asegura que en su desarrollo están involucradas diferentes partes del cerebro, neurotransmisores y hormonas relacionadas con la excitación sexual. Sin embargo, el propio estudio señala también que “las alteraciones biológicas precisas que causan el TDSH permanecen incompletas” y, “clínicamente, no hay diferencias hormonales identificables que caractericen a las mujeres premenopáusicas con TDSH”.

Los nuevos fármacos no mejoran la vida sexual

Vyleesi, desarrollado por AMAG Pharmaceuticals, es el último fármaco destinado a tratar este controvertido trastorno y supone un avance respecto al Addyi, ya que este último consistía en una medicación que se debía tomar a diario y no se podía combinar con alcohol, por riesgo de desmayo, mientras que el nuevo fármaco se puede tomar de forma puntual, 45 minutos antes de mantener relaciones.

El medicamento actúa sobre una serie de receptores del cerebro, aunque la FDA reconoce que “el mecanismo por el cual mejora el deseo sexual y la angustia relacionada es desconocido”. En los ensayos clínicos se le dio a las participantes una serie de cuestionarios para que valorasen su nivel de deseo sexual y de angustia en torno a las relaciones sexuales y los resultados mostraron una mejora, aunque no muy elevada, en ambos aspectos. Sin embargo, el fármaco no aumentó el número de “eventos sexualmente satisfactorios”.

Aunque los efectos secundarios son menos severos que los del Addyi, el nuevo fármaco también tiene algunos problemas asociados, como la forma de aplicación, que es mediante un dispositivo autoinyectable. Además, en los ensayos clínicos, el 40% de las mujeres experimentó náuseas después de tomarlo y el 8% lo dejó de utilizar por este motivo. En total, cerca de una quinta parte de las mujeres abandonaron las pruebas. Además, la FDA advierte que las mujeres que tienen presión arterial alta o enfermedades cardiovasculares no deberían tomar el medicamento.

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