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Patricia Araque: “Los inversores son en su mayoría hombres, apenas hay mujeres que inviertan en otras”

Patricia Araque

Maite Garrido Courel

Madrid —

Patricia Araque empezó a emprender en 2004 cuando muy poca gente lo hacía, y menos mujeres. Desde entonces no ha parado. En 2008, con la llegada masiva de las redes sociales a España, forma parte del programa Lidera, puesto en marcha por la Comunidad de Madrid, para formar a mujeres directivas. Allí conoce a otra emprendedora, Begoña Miguel, y juntas ven necesario poner en marcha un proyecto que animara a las mujeres a emprender en el sector tecnológico. “Teníamos las mismas inquietudes y habíamos detectado que no sólo no había mujeres emprendedoras en tecnología, sino que había una falta de visibilidad importante”. Su reflexión fue: no podemos seguir consumiendo el cambio, tenemos que pasar de consumirlo a construirlo.

En 2009 crean Ellas², una plataforma que apoya a startups tecnológicas puestas en marcha por mujeres en el mundo hispano. Inspirada en otra de similares características, como Women 2.0, con implantación en Sillicon Valley, su intención es atajar la brecha de género en sectores con una huella masculina bastante potente como es la tecnología.

La última entrada en el blog de Ellas² señala un estudio que arroja datos como puños. En los diez últimos años tan sólo el 3% de las empresas de base tecnológica están fundadas por mujeres.última entrada

Los estudios que ponen énfasis en estos temas suelen ser muy US-centric, centrados en la realidad estadounidense y más concretamente en Silicon Valley. Pero me guío por ellos porque si en un ecosistema como Silicon Valley, que se supone que es la vanguardia y van muchos años por delante del resto del mundo, todavía se están produciendo estas cosas, constata que esto sucede e incluso es mucho peor en otras partes del mundo. En compañías de alto potencial como Google, Facebook, Twitter o Linkedin solo llegan a un 1% de mujeres en sus equipos de dirección.

¿Cómo está la situación en España?

Nosotras manejamos una cifra del informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor) de hace dos años, -este informe con perspectiva de género se dejó de hacer en España- que no llega al 3% de empresas tecnológicas fundadas por mujeres. Pero es muy complicado de medir porque estamos hablando de startups tecnológicas, que es una forma jurídica bastante informal, ni siquiera es una pyme. Algunas tampoco son compañías que estén constituidas. Se habla además de emprendedoras que han conseguido éxito y son las menos pero eso no significa que no las haya.

¿Es el género un condicionante en el balance que hacen los inversores de los proyectos emprendedores?

Se confía mucho más en mujeres si tienen un perfil técnico. Eso es lógico, si es un proyecto tecnológico te vas a fiar más de personas que tengan esas habilidades, pero en el caso de las mujeres tiene mayor peso. Yo no digo que no quieran invertir en mujeres, pero puede ser que se le activen mecanismos inconscientes al inversor que es hombre y le hagan inclinarse más por proyectos donde hay hombres porque le recuerdan a él cuando era joven. Esto ocurre también en los consejos de administración de las multinacionales a la hora de contratar a mujeres. De ahí surge un poco el tema de las cuotas.

¿Son las redes más necesarias para las emprendedoras que para sus colegas hombres?

Sí, es un convencimiento que tengo. Yo al final trabajo en las trincheras con las emprendedoras y es algo que tengo clarísimo. Hay que estar bien conectada y trabajar bien la red de contactos, hacer un buen seguimiento y saber pedir ayuda porque, a veces, en este terreno, a las mujeres nos cuesta pedirla porque pensamos que es un signo de debilidad.

Las mujeres que manejan bien su red de contactos -y me incluyo, yo pongo mucha energía en eso- consiguen hacer las cosas más rápido. Necesitas una red de apoyo, como todo en la vida, pero en un emprendimiento más. Y los contactos han de ser en muchas áreas diferentes, no una red endogámica, sino diversa, internacional. Las que tienen eso, progresan antes y de manera más eficiente.

¿Eso puede llegar a ser determinante para que un inversor se fijen más en emprendedoras?

Claro, porque cuando un inversor decide arriesgar su dinero e invertirlo en un proyecto, el 80% se basa en que él se fíe del talento. Hace diez años, en Silicon Valley se invertía en ideas o en productos tecnológicamente avanzados. Hoy en día, se hace en proyectos que realmente han demostrado que hay gente dispuesta a pagar o a darse de alta. Pero al final el inversor está apostando por una persona emprendedora y la capacidad que él cree que tiene esa persona de ejecutar la idea, que aún es intangible. Ahí interfiere muchísimo la confianza. Y si esa persona tiene unas redes o viene recomendada o tiene la confianza de otros que forman parte también de las redes del inversor, evidentemente hace inclinar la balanza para que ponga su dinero ahí.

¿Son los inversores mayoría hombres?

Sí, eso es un hecho. Además, este tipo de proyectos no son los tradicionales, no es la banca por ejemplo, son inversiones de capital riesgo, entonces se crea un círculo vicioso. El primer paso suelen ser los business angels, personas que invierten su patrimonio personal en otros emprendedores y que ayudan a evolucionar al ecosistema que ellos mismo ayudaron a crear con sus éxitos y sus emprendimientos. Si apenas hay emprendedoras de éxito, no hay mujeres ricas que inviertan en otras. Entiendo que cuando empiece aumentar el patrimonio de las emprendedoras va a repercutir en una reinversión dentro del ecosistema en más emprendimiento de mujeres.

¿Crees que se podría dar ese escenario?

No me atrevo a afirmar que eso vaya a ser así. Es una hipótesis, pero quiero pensar que el hecho de que haya más mujeres invirtiendo va a influir en que inviertan a su vez en mujeres, por pura afinidad o identificación. Muchas de esas mujeres ricas sí que tienen conciencia de género. Por principios, y porque realmente hay proyectos de calidad. Hay mucho talento que aporta además diversidad a esta industria con un componente social elevado. Hay estudios que demuestran que emprendemos con un perfil mucho más social que los hombres, con una intención de mejorar el mundo. Confío en que sea así, y lo hago porque es uno de los pilares de mi trabajo.

Os pueden criticar que discrimináis a los hombres

Nuestro discurso va dirigido a mujeres pero nuestros espacios no excluyen a hombres. Son pocos, un 10%, se invierte justo a lo que ocurre en otros eventos de la industria. Es nuestra batalla pero no somos un movimiento cerrado a hombres. Para nosotras la startup ideal es la que está conformada en igual medida por mujeres y hombres. Son los equipos más eficientes y los que consiguen mayor éxito. Pero sí que es verdad que el hecho de generar espacios con mayoría mujeres hace que se sientan más seguras y más cómodas. Es bueno como primer paso. Se conectan entre ellas y eso las empodera para ir a otros eventos.

¿Seguimos las mujeres arrastrando losas como vergüenza a hablar en público o a pedir ayuda que comentabas antes?

Sí y alardear de nuestros éxitos. Me gusta la humildad en el ser humano pero la modestia hasta cierto punto, que estás vendiendo un negocio e intentando que te compren inversores o clientes. Hay historias fantásticas de mujeres que no las sabe nadie porque ellas mismas no las cuentan. Luego tienes por ahí a vende humos y hay que aguantarles oir que son gurús. Me lo encuentro constantemente. Pero ahí la responsabilidad es de las mujeres. En eso nadie nos está poniendo obstáculos, es cosa nuestra el darnos un poco de visibilidad.

Y como emprendedora, ¿cómo puedo darme visibilidad?

Nuestro trabajo gira en torno a eso. El acceso a actores, inversores, conectarlas entre ellas mismas. Acercarles conocimiento a través de los eventos o los contenidos que publicamos. Que entiendan que vivimos en un mundo global, que las conexiones tienen que saltarse las fronteras y que las comunidades de habla hispana son muy grandes y que hay negocio para todas.

Y hay que estar porque si no nos quedamos fuera. Siempre pongo ejemplo del deporte de élite. Ahora es muy difícil que una niña que nace pueda convertirse en Cristiano Ronaldo. Estamos fuera. Recuperar espacios es mucho más difícil que construirlos. Este es un buen momento para nosotras, porque está empezando para todos, sobre todo en Latinoamérica. Siempre es más fácil subirse al tren que está recién arrancando.

¿En Europa es más difícil que haya espacios mixtos?

En Europa, es una percepción personal, pero contamos con una falsa percepción de que el trabajo está hecho. Y los datos hablan. Sí es verdad que los ecosistemas de emprendimiento son meritocráticos, pero el caso es que hay algo que es disfuncional. No está funcionando como debería ser. Puede que no sea algo coyuntural sino algo cultural, que abarca más un problema social que al ecosistema de emprendimiento en sí.

Ahora que estoy colaborando con el Banco Interamericano de Desarrollo en un evento que tenemos en Miami en diciembre, no te puedes imaginar cómo se repite el argumento de 'no puedo ir porque acabo de dar a la luz', 'porque tengo al niño muy pequeño en casa', etc. Eso un hombre jamás lo diría. Son un combo de cosas que hay que ir atacando por todos los frentes.

Desde que empezásteis hasta ahora, ¿crees que ha habido un cambio de actitud en las mujeres que se acercan a Ellas²?

Sí, noto un cambio, sobre todo con las españolas que es con las que más llevamos trabajando. Cuando pusimos en marcha el proyecto, el perfil inicial más habitual de la mujer era el de community manager. Hoy se acercan más mujeres que quieren poner una e-commerce, o que tiene idea de una app o ya están trabajando en ella. Se están lanzando a internet como constructoras no solo como usuarias.

¿Algún ejemplo concreto de emprendedora con éxito?

Yo creo que el éxito más rotundo ha sido el de Marta Esteve, ya era emprendedora consolidada cuando nosotras llegamos al panorama, es la fundadora de Rentalia, el año pasado vendió a Idealista y ella sigue reinvirtiendo en startups en España. Ahora está con Soysuper que es un comparador de listas de la compra.

También cabe mencionar a María Alegre, emprendedora catalana que lleva viviendo en Silicon Valley muchos años y que fundó Chartboost y hasta la fecha habrá facturado 21 millones de dólares y tiene 100 empleados. Su caso es una excepción, no es habitual. Y casi nadie la conoce aquí en España.

¿Crees que hay falta de lucha de género en este terreno?

A mí hay una cosa que me preocupa y es que las nuevas generaciones que están llegando no ven que esto existe, te dicen: No, nunca he tenido problemas por ser mujer. Todo lo que suene a género o movimiento feminista les chirría. Ya, pero es que hay una realidad y te la vas a encontrar cuando avances profesionalmente y más en esta área. Me preocupa que se haya diluido, sobre todo en el caso de Europa y que se pierda un poco el fuelle.

¿Está mal visto el feminismo?

Una de las cosas fantásticas que ha conseguido la sociedad patriarcal es crear mala prensa en todo lo que suene a feminismo. En nuestro discurso y en determinados ambientes evitamos decir abiertamente que somos feministas porque iría en contra de lo que estamos haciendo. Nuestra arenga ha calado en espacios del sistema donde jamás hubiera calado si hubieramos ido con la bandera del feminismo.

¿Es una cuestión del lenguaje y de los símbolos? Sí, pero lo que cuenta es que estamos generando el cambio. ¿Que no se puede hablar de feminismo porque les explota los oídos a estos señores de corbata? Pues no lo decimos, hablemos del talento de las mujeres, del potencial, de la importancia de que haya mujeres porque tomamos decisiones de compra, porque somos la mitad de la población, porque hay estudios que demuestran que el retorno de la inversión es mayor cuando hay mujeres al frente de empresas. Esgrimimos argumentos más allá de que eso es lo justo. Si hay que utilizar el discurso económico, se utiliza.

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