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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Trazos para el retrato de su España ejemplar

Pedro Sánchez en la campaña para las elecciones del 26J

Rosa María Artal

Llevan a España en la boca de la mañana a la noche, en un retrato del que escapan gruesos trazos de la verdad. Se diría que quieren derrotar a los ciudadanos por agotamiento, hastío, asco. El alongamiento de la campaña electoral para formar gobierno ha tenido el resultado degenerador que produce en los órganos vitales del cuerpo. Hay que ponerse una pinza en la nariz para atender a una buena parte de las noticias de la actualidad política. Si me siguen, con ella bien colocada y haciendo pausas para respirar, llegaremos a la conclusión del grave problema que nos aqueja. Y de ahí a la toma de alguna decisión efectiva.

Empecemos por el PSOE, Pedro Sánchez y el flamante Gobierno en funciones. Ellos mismos resumen en un tuit el eje de su campaña: “Nos han hecho trampas porque nos han hurtado un resultado electoral que no querían asumir y así han bloqueado este país”. Ni Rajoy llegó a tanto cuando obtuvo mayoría relativa, insuficiente para gobernar. Ni el propio Sánchez en persona se planteó similar argumento cuando se animó a escuchar a quienes le pedían que presentara una moción de censura. En sus molinos ideológicos o tácticos se contradicen a sí mismos.

Pero sí han llegado al extremo del PP de Aznar, cuando –en los atentados del 11M- se dedicó a “hacer campaña exterior” por embajadas para convencerles de lo que no era. Ahora, “España Global”, que dirige Irene Lozano, “organiza actos en embajadas y en el Cervantes para ensalzar la modernización del país”, nos dicen, “sin aludir expresamente al desafío independentista”. Y para ello cuentan hasta con Manuela Carmena. Lean de nuevo el titular: “una campaña exterior para defender la democracia”. Créanme que si el ordenador fuese un espejo verían mi sonrojo de pura vergüenza ajena.

José Luis Ábalos, como portavoz, lanza un tuit de un discurso –que luego borra- glosando la españolidad del PSOE. Ahora, España, más España. Parafraseando a Antonio Machado, canten menos a la España del madero, y más a la que anda en la mar. Mucha más a la que vive con sus problemas en suspenso mientras se prolongan las campañas electorales para ver si unos y otros consiguen más y mejor silla, o menos y peor.

Por cierto, el Gobierno en funciones, a través de la Abogacía del Estado, ha recurrido el procesamiento de 16 guardias civiles por la muerte de 14 personas en el Tarajal, en la frontera de Ceuta. Explican que los fallecimientos por los disparos “no se produjeron en España”.

En esta semana de enorme alongamiento de las conciencias, hemos visto que un tribunal ha absuelto a Francis Franco, nieto del dictador, por un hecho ocurrido en 2012. Su vehículo circulaba de noche, en sentido contrario y con las luces apagadas. Agentes de la Guardia Civil lo persiguieron durante 30 km, y, al detenerlo, fueron encañonados con una escopeta desde el interior, y su coche, el de la Guardia Civil, empujado y arrastrado. Estos agentes sí que precisan amparo.

En otra hazaña de esa España tan de moda hoy en la campaña, la Audiencia Nacional ha apartado al juez progresista de Gürtel, José Ricardo de Prada, del tribunal que juzgará la caja B del PP. Por 8 votos contra 7. Porque acreditó la existencia de esa Caja B del PP. Y no pasa nada.

Entretanto, los ultras de 'España 2000' interrumpen una proyección de la película de Amenábar en Valencia como en los peores tiempos de… España. Y la policía multa, al amparo de la aún vigente Ley Mordaza, a una activista de Femen por irrumpir en un acto franquista de Falange en 2018. Esto es España también. Y se juzga por ofensa a los valores religiosos a quienes incluyeron una figura de un vagina en un procesión, en un país europeo y en el siglo XXI. En España, vamos. ¿Estará alongada también España?

Recomiendo soltar la pinza de la nariz unos segundos, respirar, y seguir con el PP, la gran alternativa alimentada para que vuelva a crecer desde sus catacumbas electorales. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid se ha preguntado - leído y dramatizado- ante la exhumación de las cenizas de Franco: “¿Qué será lo siguiente? ¿La cruz del Valle? ¿Todo el Valle? ¿Las parroquias del Valle? ¿Arderán como en el 36?”. Si pensamos que no cabe mayor indignación, su vicepresidente y socio de gobierno por Ciudadanos, Ignacio Aguado, va más allá para afirmar que “van a hacer todo lo posible para que no vuelvan a arder iglesias”. Y luego llegan las matizaciones captando interminables micrófonos. Realmente lo que está ardiendo es la democracia y es responsabilidad en gran parte de la degeneración del ejercicio de la política.

¿Qué será lo siguiente? Más madera. La directora general de Educación Concertada, Becas y Ayudas al estudio, de Ayuso ha tenido que dimitir al publicarse que ha plagiado su tesis doctoral hasta de “el rincón del vago”. Esta España tenemos, sí. Bien lustrosa.

Y para redondear, el alcalde de Madrid, Martínez- Almeida, aterroriza a unos escolares con su peculiar visión de los que son nuestros valores que pasan por reconstruir Notre Dame antes que por salvar la Amazonía. Y luego obliga a cambiar la ruta de la manifestación por el derecho a la vivienda para que pase una procesión. Ya dicen Felipe Gónzalez y Rajoy que mejor un gobierno estable aunque implique “coaliciones incomodas”.

Pablo Casado se dispone, según informan, a presumir de los gobiernos de Madrid, precisamente, y de Andalucía, como aval de las políticas que llevará a cabo desde la Moncloa con ayuda de Ciudadanos y Vox. Lo que la prensa afín llama centroderecha. ¿O en “coalición incómoda” con el PSOE? Todos y todo por su España.

Los fichajes irradiadores, los altamente destacados tropiezos o no, de la fuerza a abatir, nos llegan cuando estamos exhaustos. Con falta ya de oxígeno. La dura batalla se libra en la propaganda, en los medios, en las encuestas, en los hallazgos del marketing. Sobre todo en la pasividad, en la confusión si quieren, de la sociedad que no entiende lo que está pasando.

¿De qué España hablan? ¿De la que olvidan mientras buscan sus intereses? Porque lo peor es que las campañas electorales eternas desplazan los problemas reales de la sociedad y trapicheos graves que algunos dirigentes quieren tapar. Una inercia maldita, cuando no es deliberada, que nos lleva a hablar, en 2019, de absurdas quemas de iglesias y no de las trampas del PP y de Ayuso con Aval Madrid. Y, dramáticamente, de las maniobras de distracción de una serie de políticos en busca de sillón, posponiendo una y otra vez las necesidades reales de las personas reales.

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