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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

La ira de un PP a la deriva

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso en IFEMA

Rosa María Artal

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El Partido Popular se desintegra en una cadena de despropósitos a la que asistimos estupefactos. No por no esperarlo, sino por ver cómo un partido que ha gobernado en España tantos años puede caer a niveles tan bajos. Lo peor es el plus de angustia y dolor que su delirio ha inferido a la sociedad en un momento crítico. Y la forma en la que entorpece la labor del gobierno, junto a los socios ultras que lo absorben. Y, como colofón, el potente grupo de poder y presión que actúa como si todavía el PP tuviera cierta entidad. Sin perder de vista a Vox como sustituto.

Es tan escandaloso lo que está sucediendo que lo fácil sería limitarse a alimentar el morbo con los disparates que, día tras día, nos brindan los dirigentes del PP, pero el problema es serio y precisamente se inscribe en ese caldo de banalidad social en el que el PP aun cuece. La suma es alarmante.

En la cúspide tenemos a Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid, que anda despendolada haciendo y diciendo barbaridades cada vez de mayor calibre. Con una soberbia y seguridad que contrasta con su supina ignorancia, va soltando sus perlas ante los medios que las reciben con gozo y la distribuyen sin cesar. No hay dirigente de comunidad que salga más en los Telediarios de TVE, por ejemplo, que la de Madrid.

Ya no sabemos si Ayuso cree en realidad que el COVID-19 está entre nosotros desde hace años transportado por las gomas del pelo que vendían en los comercios chinos o si nació en diciembre y de ahí que le pusieran la D de Disease (enfermedad) que su cabeza confunde y el 19 por el año. O qué le llevo a descubrir que “los techos altos curan el virus”, basada en su experiencia en IFEMA adonde alojó solo casos leves o asintomáticos. Si la auténtica Ayuso es la que reparte cantarina bocadillos de calamares, como muestra una parodia sobre sus palabras auténticas, frente al hospital de campaña de la Feria o si es la doliente virgen y mártir inmaculada que consagró El Mundo. O si depende del aire que le dé cada día.

Al jefe de este desastre le gusta más lo del martirio. José María Aznar bendijo el lunes a Ayuso (bendijo, en serio). Y añadió: “es una satisfacción que sufras el ataque de los hijos de Chávez”. La ahijada aprende del padrino. Ayuso disfruta de un apartamento de lujo cuyo alquiler estaría valorado en 6.000 euros al mes propiedad de un hotelero con intereses en Madrid, el amigo Kike Sarasola. Aunque el empresario le va a hacer un buen precio y, según ha anunciado, le cobrará 80 euros por noche. Y luego resulta que hay un segundo apartamento en el mismo hotel también para la presidenta y un contrato de su gobierno con el hotelero que aparece y desaparece.

A Ayuso le faltó el tiempo además para anunciar un cambio en la ley del Suelo en plena crisis para que los promotores no tengan que pedir licencias y sirva una declaración responsable. Una idea que sin duda hará las delicias del que fuera presidente autor -a medias con Rodrigo Rato- de la ley que infló la burbuja inmobiliaria. La familia es muy aficionada a estos negocios. Hablando de hijos precisamente, el de Aznar se especializó en desahucios de viviendas sociales que gracias a su mamá habían pasado a ser propiedad de Fondos Buitres.

Un individuo que podría estar rindiendo cuentas a la justicia –por lo que se vio y por lo que no se vio de su gestión- mueve hilos en este PP desnortado. Aznar ansía que le llamen a ser, de nuevo, salvador de la patria pero no está ocurriendo. De ahí su incontenible rabia. Pablo Casado se le ha deshecho como un azucarillo. Casado es el modelo Ayuso en masculino. Personajes, ambos, que no desluzcan a Aznar. Solo un ser carente de todo escrúpulo puede lanzar lo que Casado dice sin pestañear. Ahora resulta que ha hecho una de las más leales oposiciones de Europa. Cuando le hemos oído insultos que duelen por su injusticia y desmesura a cualquiera que se tenga por honesto. Una tras otra, todos los días, a todas las horas. Y que fuera lo hacen bien, dicen, y aquí “no pueden hacerlo peor”. ¿Basado en qué certezas profiere semejante afirmación? ¿También en gomas del pelo que se estiran y encogen a conveniencia? No hay en Europa una actitud más deleznable e interesada de un partido contra el gobierno.

A Cayetana Álvarez de Toledo la han apartado de primera línea, pasada ya de vueltas. Y Casado airea a su fiel Teodoro García Egea: “Los españoles están solos ante la tremenda responsabilidad que ha dejado de ejercer el Gobierno”. Hablar les cuesta poco, en muchos casos perder el gramo de prestigio que pudiera quedarles.

Los ojos se vuelven entonces hacia Ana Pastor, vicepresidenta del Congreso, mano derecha de Rajoy, que goza de una inmerecida bula. Estos días ha hecho movimientos significativos. Asistir a Pablo Casado en su ruta de promoción y fotos, embozados los dos con mascarilla. Y lanzar un tuit que refleja quién es realmente. Carga culpas contra el gobierno, hasta de fallos que son del propio PP y… ¡Da las gracias a Ayuso! Todo vale en el Partido Popular. A unos niveles que sonrojan de vergüenza ajena.

Este martes, Pablo Casado ha presentado a su nuevo gobierno en la sombra, dice, con Pastor de figura destacada, y con el eterno magistrado Enrique López, con quienes asegura que va a “Activar España” . Y ha sobrepasado todo lo admisible al culpar al gobierno español de un problema terrible que tiene el mundo entero. No se puede actuar de una forma tan desaprensiva sin que tenga un coste.

El PP se les desmorona pero el aparato mediático al servicio de cuanto esa derecha representa, con sus dineros, togas, sotanas y coronas, sigue a pie firme. En las soflamas matutinas de los programas río. Y en las vespertinas y nocturnas. Y a toda hora. En los periódicos llamados así porque salen escritos con una determinada periodicidad. En opinión de un jefe de eso, “Casado es demasiado decente para llegar la Moncloa”. Nada de este delirio colaría en una sociedad adulta y honesta, pero hay una parte que se deja educar así.

Lo preocupante es la televisión pública que también se apunta de forma descarada a favorecer al PP, en los Telediarios básicamente. Sería imprescindible contar con información descontaminada en este gran medio de masas, que RTVE fuera un referente. “Se abusa de informaciones ”declarativas“, cortes de voz e imagen de representantes políticos más destacadas cuanto más altisonantes; tras ellas se pasa a otro asunto hurtando al espectador un contexto, un mínimo análisis que complete las opiniones contrapuestas”, escribía Jaime Olmo, un crítico de toda solvencia en Infolibre. El periodista Juan Tortosa insiste a menudo en el tema: “Ni en los informativos de las teles privadas, de propiedad conservadora todas ellas, gozan los desestabilizadores de tanta repercusión como en Televisión Española”.

Tortosa cuenta también que el equipo que se envió a Córdoba para cubrir la grave enfermedad de Julio Anguita y hacer un directo pero fue obligado a regresar a Madrid sin rodar y se limitaron a dar unas “colas” (imagen sobre voz de locutor). A mí que, a diario me alarman algunas desviaciones impropias, me sorprendió ver unas declaraciones de Casado en la misma promoción por laboratorios para abundar en la idea de preguntar por la lista de expertos para la desescalada. ¿Todo un equipo para esos apenas 15 segundos? ¿En ese escenario? El montaje sobre la cacerolada al gobierno que terminó siendo “al coletas” fue un episodio cumbre que descalifica a la dirección pero la lista es interminable. El ex director de El Periódico Enric Hernández, actúa como Director de Informativos, al no haber nombrado nadie para ese cargo en varios meses. Y, por ejemplo, la editora de “La Noche en 24 Horas” es Elena Sánchez, jefa de prensa de Zaplana en su etapa de ministro y de Ana Botella como alcaldesa.

Lo peor es constatar que muchos ciudadanos, dudo si también periodistas, desconocen la labor del periodismo. No es objetivo ni plural, como me han dicho, que “dejen hablar a todos”. Ni siquiera si salieran todas las opiniones y equitativamente. Eso es constituirse en oficinas de prensa de los partidos. El periodismo da noticias y categoriza la información.

La crisis del PP nos lleva a ver la crisis de la sociedad, de ésa que se lanza a las caceroladas desde el Barrio de Salamanca de Madrid, el más rico de la capital. O desde otras zonas menos favorecidas pero altamente abducidas y notoriamente ofuscadas, por el mismo odio ciego. El que cierra los ojos ante el hambre que intentan paliar los movimientos vecinales, en Aluche, por ejemplo, otro barrio de Madrid. Y tiene la osadía de criticar la Renta Mínima Vital. Como hace el multimillonario diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto que termina llamando “payaso” al vicepresidente Pablo Iglesias. El aludido le contesta. Hay un abismo entre ambos mundos.

La ira de la derecha española, desnortada, hambrienta de poder y venganza es un grave problema a añadir a los que ya padecemos con la pandemia. A pesar de lo que dice, Arrimadas podría cambiar de opinión sobre los pactos que sustentan gobiernos del PP. Ha logrado revitalizar sus exiguos 10 diputados por la torpeza de Pablo Casado y los intereses de los partidos catalanes. No sería a cambio de nada.

Lo cierto es que la situación de Ayuso es insostenible. Casado y su delirante equipo andan en la cuerda floja. Ha llegado la hora de que los jarrones chinos se dediquen exclusivamente a sus lucrativos negocios y a la buena vida que les paga, si les dejan sus estómagos que sí les dejan. Ayudaría mucho que al menos la televisión pública, RTVE, informara con ecuanimidad. Y que la sociedad extremara su exigencia con lo que mira, oye y apoya.

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