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Rafael Rofman: “El paro juvenil no se soluciona con políticas de empleo”

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Javier Ramajo

Un compatriota suyo devolvió a la actualidad, hace algo más de dos meses, un problema que desgraciamente no ha dejado de ser una realidad como es el desempleo juvenil. Rafael Rofman (Rosario, Argentina, 1962) conoció las palabras del Papa Francisco acerca de la gravedad del paro entre los jóvenes y que puso como ejemplo (negativo) a Andalucía. Como también sabe que el pontífice denunció al tiempo un “sistema económico inhumano”. Entre la crisis económica global y las soluciones que puedan establecerse para que los jóvenes se integren en el mercado laboral, cree que “es injusto que las políticas de empleo traten de resolver seis años de crisis”.

Rofman, especialista líder en Protección Social en el Departamento de Desarrollo Humano para América Latina del Banco Mundial, visitó recientemente Sevilla con motivo de una 'Jornada sobre Empleo Juvenil en Andalucía' organizada por Meridianos. Atiende a eldiario.es/andalucia antes de pronunciar una charla sobre 'Los Ninis ¿un fenómeno antisistema?'.

¿A qué se refiere usted cuando habla de 'ninis'?

En un principio, la definición es fácil: son jóvenes que ni estudian ni trabajan. Pero ahí ya empiezan las discusiones, porque no se les puede tratar como un grupo homogéneo. Hay jóvenes con muy serios problemas de exclusión y de marginalidad, con quienes se necesita mucho trabajo social, y hay otros sin graves problemas sociales pero con dificultades para completar su formación y que carecen de títulos educativos. Esto es algo más habitual en América Latina o África.

En España, entiendo que son jóvenes que han completado su educación, su ciclo, pero no consiguen hacer la transición hacia el mercado de trabajo. Y eso suele tener mucho que ver con un problema de demanda de empleo, es decir, que los empleadores no están demandando empleo nuevo. Aunque tenga todos los títulos, el joven se encuentra con que al otro lado de la mesa no hay nadie. Cada uno de estos fenómenos implica una política distinta. Para tener una política que tenga un resultado concreto es imprescindible tener muy buen diagnóstico, pero no alcanza con observar que hay 'ninis'. Hay que entender por qué.

¿Qué cree que ha podido pasar para que, por ejemplo en Andaucía, haya más de un 50% de paro entre jóvenes de entre 20 y 29 años?

En España, por lo que sé, todavía hay un problema serio con la crisis y que tiene que ver con la caída de la demanda, que está empezando a recuperar ahora parece aunque todavía falte mucho. El fenómeno que uno ve en cualquier país es que los jóvenes siempre tienen más dificultades para llegar al mercado de trabajo. Eso es algo razonable en el sentido de que no tienen experiencia, tienen menos contactos, etc. Es esperable. Pero cuando hay muchas dificultades para todos, para los jóvenes hay muchísimas.

Los jóvenes son los más vulnerables en el mercado de trabajo, los más débiles, los que tienen menos herramientas para defenderse ante la crisis. Y cuando la crisis pega y pega de la forma que lo ha hecho, en España, y por lo que entiendo en Andalucía en particular, obviamente el golpe es mucho más fuerte a ese grupo de población.

¿Soluciones a la vista?

La solución al problema tiene que ver con dos estrategias paralelas. Una fundamental es un crecimiento de la economía para que haya nuevamente más demanda de trabajadores. Los conocimientos que uno tiene vinculados al mercado de trabajo se pueden definir como un concepto muy similar al de capital humano. Ocurre igual que con el capital físico de una fábrica, que si no se usa se desprecia, se deteriora y el instrumento se vuelve inútil. Aunque no se esté usando, hace falta mantenimiento, porque el día que quiera usarse no se va a poder.

Es importante hacer un esfuerzo por parte de las autoridades y de los jóvenes para hacer actividades que permitan sostener ese capital humano. Hay que pensar en cursos de formación. Un riesgo importante de una crisis como ésta es que, cuando se vaya saliendo, hay jóvenes que llevan cinco o seis años sin empleo y ya no tienen las capacidades para competir y conseguir empleos nuevos. Se puede llegar al escenario de que vuelve a haber demanda y haya gente que ya no está en condiciones de hacer una oferta y haga falta darle capacidad para que vuelva a alcanzar esas condiciones.

¿Considera que la formación sigue siendo un factor determinante conseguir un empleo?

Sí, pero sujeto por supuesto a que haya demanda. No hay que pensar que sólo con formación se va a resolver el problema. Si no hay empleadores buscando trabajadores, mal, pero si hay empleadores y no hay capacidades también tenemos un problema muy serio. La formación es una cuestión necesaria pero no suficiente. Si no hay una situación macroeconómica que genere crecimiento y mayor demanda, tampoco lo va a hacer todo tener formación.

¿Cómo ha de plantearse la tarea formativa para que tengan consecuencias laborales?

Hay un tema que no es menor y es que es importante que los cursos de formación que se hacen sean diseñados pensando en mercados de trabajo locales. Un gran desafío es planificar con mucho cuidado y dar buenos cursos. Hay que pensar qué capacitación se ofrece vinculada a un mercado de trabajo concreto. Es una cuestión delicada porque se puede estar invirtiendo en cursos aun cuando se sabe que no va a dar resultados en el corto plazo.

¿Y a medio plazo?

El peor escenario posible es tener a personas que se han formado, que han pasado seis o siete años fuera del mercado de trabajo por culpa de una crisis o por lo que sea, y luego ya no vuelven más y se quedan estructuralmente fuera porque han perdido las capacidades básicas de cómo entrar en el mercado de trabajo, cómo presentarse a una entrevista o cómo dirigirse a un jefe.

Hay hijos que no han visto nunca trabajar a sus padres, que al principio de la crisis en España tenían diez años y que no saben que hay que levantarse temprano, afeitarse, ducharse, vestirse, etc. Es muy impresionante ver que hay gente que no tiene interiorizadas esas reglas básicas de comportamiento porque nunca las han vivido. Y si no se lo das, le va a costar muchísimo conseguir empleo aun cuando haya más demanda.

¿Las causas del desempleo juvenil en España o Andalucía son muy diferentes a las de lugares donde usted trabaja más?

Parece ser distinta en alguna cosa que he visto. Es población mucho mejor educada, que no ha abandonado la escuela en los primeros años. No es ése el problema, lo cual es bueno porque tiene más capacidad para ingresar más rápido en el mercado de trabajo. Por otro lado, España tiene un sistema de protección bastante bueno, con seguros, programas y unos servicios sociales que responden. Eso hace que muchos de los jóvenes españoles no estén en situación de extrema pobreza como pueda ocurrir en algunos países de América Latina. Tienen dificultades serias pero no dramáticas. Hay una red de contención que funciona.

Los números de Andalucía son impresionantes en cuanto a la magnitud. Un porcentaje de un 50-60 de desocupación es muy alto. En otros países, los números son más bajos. Pero hay algunos problemas de comparabilidad porque en otros países se trata de jóvenes inactivos, no desocupados. Hay países donde el porcentaje de 'ninis' es bastante más bajo pero entre los que trabajan hay niveles de informalidad altísimo, de un alto porcentaje que trabaja sin Seguridad Social. Los jóvenes consiguen empleo pero de muy mala calidad. Son dimensiones disitintas, de cualquier manera. Lo que es común es que hay muchos jóvenes intentando entrar en el mercado de trabajo por una ventanita muy pequeña.

¿Cuál es el horizonte que prevé?

La solución de fondo está vinculada a la situación macroeconómica. El paro juvenil no se soluciona con políticas de empleo porque el problema es de ausencia de demanda de trabajo. Buenas políticas de empleo facilitarán eventualmente la reincorporación pero si tú no tienes nuevas empresas buscando nuevos empleados (y eso no es una política de empleo, sino que es una consecuencia del crecimiento, de más demanda, de más inversión), no se soluciona. Eso es política macroeconómica. Esto se soluciona realmente cuando España esté creciendo de forma sostenida durante varios años. Tiene que ver con eso y también con buenas políticas de empleo que hagan que quienes estén buscando empleo tengan las capacidades para responder adecuadamente a la demanda que irá surgiendo.

Y, ¿cuál sería el mejor modelo para afrontar de forma óptima la solución al desempleo juvenil?

Los modelos que mejor funcionan son los que combinan políticas y financiamiento a nivel regional o nacional y la implementación de políticas a nivel muy local. Es muy difícil que desde Madrid, desde algo muy macro, se acomoden a las dinámicas de trabajo locales. Una regla importante es manejar el financiamiento a nivel global para tener equidad y que todo el mundo tenga acceso en condiciones más o menos iguales, y diseñar el programa a nivel general, pero luego concretar qué se capacita, cómo se vincula a la industria local... Eso es muy difícil de resolver si no es a nivel local.

Eso parece lógico, ¿no?

Parece muy básico pero hay que tener ahí alguien que sepa hacerlo. Y habitualmente no lo tienes. ¿Hay posibilidad de hacer un buen estudio del mercado de trabajo en una ciudad pequeña? La política nacional o regional tiene que pensar cómo asegurarse el hecho de tener capacidad local para ejecutarla. Un desafío importante es que a nivel local la gente sabe mucho mejor qué está pasando pero casi por definición hay mucha más heterogeneidad. El caso es que, cuando se envíen los fondos de formación, se sepa qué hacer con ellos. Ocurre a veces que terminas dando siempre cursos de cocina porque hay alguien que los imparte.

Por ejemplo, la gente que sabe hacer los tornos de control numérico son los que los usan y son los que están trabajando. En ninguna universidad se enseña eso. ¿Quién capacita? ¿Cómo se arma ese sistema? Son cosas obvias de decir pero complicadas de ejecutar, porque tienes que convencer a la empresa de que meta gente para capacitar, convencer al sindicato de que enseñe a gente de fuera a riesgo de perder empleo para sus afiliados, etc.

Mientras llegue y no el final de la crisis, ¿dónde deben centrarse entonces las políticas de empleo?

Lo que es importante desde las políticas de empleo es facilitar el flujo, hacer que sea más ágil el proceso de contratación y hacer que quienes son contratados lleguen lo más capacitados posibles al nuevo empleo. Pero me parece central insistir: si no hay alguien que esté tratando de contratar gente, la discusión es otra. En una situación de crisis económica profunda, no hay política de empleo que solucione la crisis. Hay políticas de protección vinculada al empleo que solucionan mucho el daño que hace a las economías familiares, y eso es muy importante, para que la gente coma o no coma, pero no soluciona el problema de empleo, soluciona el problema de la vida cotidiana y sólo temporalmente.

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