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En las botas del emigrante

La artista Marta Gil retoca sus dibujos sobre la migración en la sala del palacio Montehermoso.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

El visitante que recorre el laberinto de las cuatro migraciones relatadas sobre el blanco roto de las paredes de Montehermoso no ha de observar lo que tiene delante. Más bien ha mirar hacia dentro, descubrir lo que se siente al calzarse las botas del emigrante. Los creadores de la muestra, la artista María Gil y el escrito Juan Ibarrondo pretenden hacer sentir al espectador los miedos, la incertidumbre o la impotencia que afloran en el desplazado cuando al recorrer el camino se enfrenta a rumores infundados, leyendas urbanas, estereotipos y prejuicios de manera continua.

Son muchas las iniciativas gestadas para desmontar estas creencias pero se resisten a desaparecer y amargan el éxodo y estancia del viajero en tierra ajena. Esta muestra, titulada “Detector de las Mentiras sobre las personas Migrantes”, es un intento más de contribuir al destierro de esas falsas suposiciones pero en esta ocasión se encara la tentaviva desde la literatura y las artes plásticas e incorpora grandes dosis de empatía. “Todos somos migrantes, porque la vida en sí misma no deja de ser un viaje en el espacio y en el tiempo. Hay que salir del tópico y ofrecer una visión positiva”, explica Juan Ibarrondo, el escritor que relata los peregrinajes de cuatro protagonistas, Luis, Leire, Abderramán y Rosa. Esta última fue una niña campesina que pasó su infancia en la sierra peruana de la que escapa para huir del frío y el hambre que retuerce su tripa. Al llegar a la antigua capital de los incas, Cuzco, se convierte en una mujer analfabeta, que sólo habla quechua y que se pierde en el laberinto de calles de piedra.

El final de esta historia está por escribir, al igual que el de las tres restantes. La tarea de rematar el periplo recae en el visitante que tras recibir unas pautas e instrucciones por parte de los dinamizadores del recorrido, repasará las sendas de los viajeros para descubrir un sorpresivo desenlace. “Son historias ficticias pero que perfectamente podrían pasar por reales. Al conocerlas encontraremos similitudes varias con casos cercanos de amigos o conocidos”, explica Ibarrondo que pone la letra a las historias dibujadas por María Gil. La artista ha recurrido a herramientas rudimentaria para concebir a los personajes e ilustrar los cuentos. Lápiz de grafito para dibujar sobre los muros desnudos de Montehermoso y cinta de electricista para trazar los pasillo del laberinto en que sumergen al público. “Desarrollaremos las visitas en cuatro sesiones guidas, dos el viernes y dos el sábado. Aunque la exposición puede verse también a título individual pero con nuestra presencia pretendemos establecer una conversación, un debate entre los participantes, un juego desde una perspectiva artístico-plástica”, declara María Gil.

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