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Euskadi abandona el alquiler público de vehículos eléctricos a particulares

Imagen de una de las unidades a disposición de los socios de Ibilek.

Natalia González de Uriarte

El coche del futuro con tecnología limpia ha estado al alcance de cualquier conductor interesado gracias al servicio de arrendamiento por horas de Ibilek. Pero esa alternativa se ha esfumado. La empresa de capital mixto, en la que el 50% de la parte pública pertenece al Ente Vasco de Energía (EVE) y el resto a Repsol, deja a Euskadi sin coches eléctricos de alquiler para particulares y empresas y se centra en el 'car sharing' corporativo.

La apuesta emprendida para fomentar el uso del vehículo eléctrico mediante el arrendamiento por horas no ha tenido el éxito esperado. La falta de usuarios les ha obligado a cesar una actividad que ya no resultaba rentable. Ni las promociones ni los descuentos para jóvenes han sido capaces de atraer a un consumidor, que en los primeros meses de apertura del servicio, en enero del 2012, mostró gran interés por esta fórmula. “Quizás fue por la novedad pero en aquellas fechas eran muchas las personas que se acercaban a los puntos de información para interesarse por Ibilek”, recuerdan desde el EVE.

El 'car sharing', también conocido como club del vehículo compartido, es un sistema de alquiler de coches por horas. Los ciudadanos que querían acceder a estos vehículos eléctricos debían pagar una alta en el servicio de 50 euros y una cuota mensual de 10. Después, el alquiler ascendía a 9 euros la hora. El paquete incluía el arrendamiento, el combustible, los seguros y la asistencia las 24 horas del día. Esas eran las cuotas con la que partía el servicio en sus inicios hace dos años, pero los precios fueron variando, con continuas ofertas y muy variadas, en un intento baldío de atraer más usuarios ya que detrás de este uso hay razones ecológicas y medioambientales, pero también motivación económica.

Aún así, el servicio perdió de forma progresiva clientes y ha decidido cancelar la oferta a pesar de los evidentes beneficios sociales y ecológicos de la apuesta y de la función de impulso que debe tener una iniciativa pública. Pero los responsables de Ibilek tomaron una decisión salomónica: aparcar el alquiler público a particulares y empresas y potenciar otra línea del negocio: el 'car sharing corporativo'. Los empleados de Repsol, por ejemplo, disfrutan desde hace meses de seis coches para desplazamientos entre el Campus Repsol de Madrid y sus centros de Móstoles y Tres Cantos. Ibil es el gestor de carga de dichas plazas, que suministran energía 100% renovable, e Ibilik, su filial encargada del negocio de 'car sharing', es la responsable de gestionar este servicio corporativo. También han adoptado esta fórmula otras entidades para facilitar la movilidad de sus trabajadores.

Sube el parque privado de coches eléctricos

La alternativa del alquiler por horas dirigida a particulares no ha desaparecido por completo en Euskadi. Otros proyectos impulsados por entes municipales, como Emugi en Elgoibar, han tomado el relevo de la actividad, claro que de forma más modesta. Su pequeña flota está compuesta, de momento, por dos coches eléctricos. Nada que ver con la 'escudería' de Ibilek. La empresa daba servicio en las tres capitales vascas y Barakaldo, con una flota de 15 vehículos eléctricos y seis híbridos enchufables que podían alquilarse por horas entre los socios de la firma. Todo este despliegue ha desaparecido. Eso sí, los puntos de recarga siguen a disposición de particulares con vehículos eléctricos en propiedad, que este año, se han incrementado.

Según estimaciones del EVE, el parque privado de coches eléctricos ha subido en un año en casi 80 unidades. “No vamos al ritmo deseado pero los resultados nos indican que esta alternativa ha venido para quedarse. Prueba de ello es que todas las firmas comerciales disponen actualmente de uno o dos modelos a la venta, cuando hace unos años eran solo un par de ellas las que habían hecho esta apuesta”, insisten desde el EVE. Los impulsores de esta alternativa de movilidad prefieren poner el foco, no tanto en el proyecto fallido, sino en los muchos kilómetros recorridos a bordo de vehículos eléctricos del servicio de reparto de Eroski, los taxistas de Bilbao, el hospital de Cruces o los ayuntamiento de Balmaseda y Zaratamo, entre otros. Sus empleados tiran de esta opción ecológica para desplazarse.

Los portavoces de Ibilek reconocen que no han tenido el gancho suficiente para animar a los usuarios particulares y ese desinterés lo achacan a una mentalidad poco favorable al alquiler. “Ahí nos llevan ventaja otros países europeos como Suiza, donde el arrendamiento es una práctica normalizada y muy extendida, pero aquí todavía no. Añadimos el aliciente de ser vehículos limpios', sin huella ecológica, pero no ha funcionado entre el ciudadano de a pie”, excusan desde la empresa.

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