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El misterio de la mesa 2.2.A de Bermeo

Varias urnas electorales apiladas en un almacén

Iker Rioja Andueza

Aunque parezca mentira, ocho días después de las elecciones todavía se sigue a vueltas con el escrutinio de Bizkaia. Pero calma: el vuelco en el reparto de escaños que ya se produjo el viernes en perjuicio del PNV y a favor de EH Bildu tras subsanar errores en el recuento, algunos de bulto, es imposible que se vuelva a producir. El elemento de discusión, en esta ocasión, ha sido la mesa 2.2.A. de Bermeo, que definitivamente ha quedado anulada por una cadena de circunstancias aparentemente incomprensibles en la Europa del siglo XXI.

No hay actas de esa urna, las papeletas se destruyeron ya y los resultados comunicados por teléfono al Gobierno vasco diferían notablemente del único papel que existe, unas anotaciones a bolígrafo de la apoderada de EH Bildu. Finalmente, la Junta Electoral ha optado por una medida drástica, eliminar del resultado general los votos de esos bermeotarras.

La secuencia completa es la que sigue. El domingo 25 de septiembre los integrantes de la mesa 2.2.A. de Bermeo transmitieron por teléfono a la Administración, en este caso al Departamento de Seguridad, el recuento de las papeletas. Por centrarlo en la pugna por el último escaño, fueron 280 votos para el PNV y 31 para EH Bildu. Se firmó el acta pero nunca se reflejó ahí ese escrutinio, y lo mismo ocurrió en los calcos de ese documento que se llevaron al juzgado y al Gobierno.

EH Bildu, que revisó con detalle toda Bizkaia en su cerrada lucha por el decimoctavo escaño, ganado a última hora con votos no computados en primera instancia para la izquierda abertzale en Basauri, Getxo y Bilbao, reclamó también una revisión en Bermeo. Su apoderada, a bolígrafo, tenía un acta de esa mesa que reflejaba que el PNV tuvo 280 sufragios y su partido 131, un centenar más que los que aparecían en el dato oficial. El viernes 30 de septiembre, en la primera reunión de la Junta Electoral de Bizkaia, se procedió a rescatar las tres actas para ver si el recurso tenía fundamento. Y la sorpresa fue que los tres documentos estaban debidamente firmados pero vacíos. Así que este organismo decidió invalidar los votos transmitidos por teléfono ante la falta de pruebas fehacientes.

Pero EH Bildu no se quedó conforme. En una maniobra que no le beneficia electoralmente porque pasaría de un 0 a 0 con el PNV en esa mesa de Bermeo a una diferencia de 150 votos en contra (aunque sin tocar el reparto de escaños), la coalición independentista ha insistido hasta hoy con una nueva impugnación. La Junta Electoral, sin embargo, ha mantenido su criterio, ya que no se puede dar por válidas sin respaldo oficial las anotaciones de la apoderada abertzale. Tampoco hay posibilidad de hacer lo más sencillo, recontar esa urna de la polémica: todos las papeletas se destruyen después de los comicios excepto los votos nulos, que sí son revisados uno por uno.

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